Dice un refrán castellano: Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Es precisamente esto lo que ocurre todos los años en nuestra región y por supuesto casi en todo el territorio español con el gravísimo problema de los incendios forestales, uno de los terribles problemas, que, casi siempre, se producen en la España vaciada.
Es muy significativo que las subvenciones para tratamientos servícolas se programen en primavera para ser solicitadas por los propietarios de montes o parcelas reforestadas. Y digo que es muy significativo porque es precisamente en primavera cuando las hierbas, matojos y demás elementos de combustión crecen de una forma exponencial por todo el territorio regional cubriendo las cunetas de las carreteras, caminos de servidumbre y terreno sin cultivar que con las primeras altas temperaturas son elementos muy importantes para que los montes o parcelas reforestadas puedan ser pacto de las llamas.
Las administraciones públicas tanto locales, provinciales o regionales siempre llegan tarde para eliminar esas hierbas que cubren las cunetas y caminos de tal manera que es muy fácil que una colilla, una chispa de una moto, de un tractor, de un coche prenda y se produzca la catástrofe de quemar el monte y la vida que hay en él. Los herbicidas se echan cuando las hierbas tienen un metro de altura y al secarse es un pasto excelente para el fuego.
El año 2021, año del que tenemos datos oficiales informados por el consejero D. José Luis Escudero en las Cortes regionales, en la Comunidad de Castilla la Mancha se produjeron 537 incendios de los que 320 solamente fueron conatos de incendio y 217 verdaderos incendios forestales; de entre éstos 5 fueron grandes incendios con más de 500 hectáreas cada uno llegando a la cifra de más de 6.100 hectáreas totalmente calcinadas por el fuego.
Según esta misma fuente se invirtieron 90 millones en la campaña, de los cuales 40 millones se dedicaron a la extinción de los incendios y 51 a tareas de prevención, se entiende relacionadas con los incendios porque acto seguido nos dice que en este mismo año se han dedicado 29,44 millones de euros para tareas de tratamiento preventivo, se entiende servícolas.
Esto corrobora que la inversión se hizo tarde y mal porque solamente se invirtió 29.44 millones para salvar siete mil hectáreas mientras que se gastaron 40 millones en sofocar los incendios que quemaron 6.100 hectáreas y 50 millones para prevenir que los incendios fueran a más. Dicho de otra manera más clara, el fuego se llevó 6.100 hectáreas que no estaban tratadas más 90 millones de los presupuestos de todos los castellano-manchegos.
Parece oportuno que ante estos malos resultados de inversión y de programación se tome nota y se invierta mucho más en los tratamientos servícolas para que nuestros montes, nuestras parcelas reforestadas, las cunetas, caminos, y terrenos con vegetación ruderal, nitrófila y arvense se limpien en los primeros momentos y no esperar a que el fuego elimine nuestra masa forestal llevándose consigo la flora y la fauna que habita en estos espacios protegidos y eliminar de una forma casi total los ecosistemas antrópicos tan abundantes en Castilla la Mancha.
El 21 del dos de 2021 el Consejero antes mencionado decía: Esta primavera se aprobará una nueva línea de ayudas para la ejecución de tratamientos servícolas con una inversión entorno a los 20 millones de euros. Seguimos esperando que esta propuesta salga a la luz y las ayudas para poder limpiar las parcelas y los montes sea una realidad. Parece importante que cuidemos al enfermo antes que al muerto como casi siempre ocurre en este y otros campos.
Es verdad que una cosa es prometer y otra muy distinta dar trigo como reza el refrán castellano. De ninguna manera podemos estar apagando fuegos en primavera y verano mientras nuestros ecosistemas vegetales siguen sin ser limpiados, podados y protegidos por la Administración Regional. No parece lógico que nos gastemos más del doble de millones de euros en apagar fuegos que en invertir en limpiar y podar nuestras masas forestales.
De seguir con esta política de apagafuegos en primavera y en verano en lugar de preparar, limpiar y podar los árboles, cada día las masas forestales irán a menos y el desierto de Castilla La Mancha irá avanzando de una manera exponencial. No podemos echar toda la culpa al cambio climático ni a Putin ni al que pasa por ahí porque con eso no solucionamos nada y todos los años se seguirá quemando parte de nuestra querida tierra castellana.
Por este motivo, debemos pensar que los fuegos los debe apagar la administración regional en invierno invirtiendo el dinero que después se va a gastar en apagar los fuegos, unos ocasionados intencionadamente, otros ocasionalmente, pero todos producen una pérdida casi imposible de cuantificar, casi siempre en el medio rural tan necesitado de zonas arboladas.
De ninguna manera se debe entender que esta reflexión va contra el personal que se juega la vida luchando contra las llamas y contra los peligros que conlleva el fuego en el medio natural. Mi único objetivo es llamar la atención a la Administración Regional para que se invierta durante muchos años en la limpieza, poda y eliminación de hierbas y pastos durante todas las épocas del año. No cabe duda que es mejor invertir que apagar fuegos.
Esta inversión en los tratamientos servícolas debe ir acompañadas de medidas educativas que sirvan para concienciar a los ciudadanos de la gran importancia que tienen nuestros ecosistemas arbóreos en una tierra seca y con pocas lluvias que lentamente se va convirtiendo en un desierto castellano. Este trabajo educativo acompañado de medias preventivas puede salvar muchos árboles, plantas autóctonas y animales silvestres que habitan en nuestros montes.
Este es un problema que se repite todos los años, no es un problema hipotético es muy real y por lo tanto hay que empezar a prevenir antes que curar. No es de recibo que la mayoría de las tierras reforestadas en los años dos mil sigan aún sin limpiar, podar y eliminar residuos sencillamente porque la Administración no invierte un euro en realizar estos trabajos totalmente necesarios para que no se produzcan los incendios; porque bien es sabido que en aquellos ecosistemas forestales en los que ha habido intervención servícola la incidencia del fuego prácticamente es nula.
Los pinos están recubiertos por una corteza ignífuga y solamente cuando las ramas tocan el suelo éstos se pueden quemar. Esto lo saben muy bien los técnicos agrícolas por lo que se impone la poda y retirada de productos susceptibles de arder y elevar las llamas hasta las copas de los árboles como ocurre en los grandes incendios.
Así pues, se impone una lucha contra los incendios forestales que tenga una duración de todo el año comenzando por la educación de los ciudadanos y terminando por una gran inversión en limpieza y poda de todas las masas forestales de la región. Inversión que, por desgracia, se tendrá que seguir haciendo para apagar los fuegos, poniendo en grave peligro las vidas y haciendas de los ciudadanos si no se comienza invirtiendo durante todo el año.
Los incendios se apagan cuando se producen, lo demás es prevención, no extinción.
Que se debería de hacer más prevención cómo bien dices, 100% de acuerdo, y eso nos gustaría a los cientos de bomberos forestales que vamos a la calle después del verano…
Que se cubran la totalidad de las bajas y vacantes de la plantilla, y que se amplíe si es preciso, la adquisición de la categoría de bombero forestal, la incorporación directa del dispositivo a la rama laboral emergencias primando el servicio a la ciudadanía por encima de cualquier interés económico, político o especulativo… En definitiva una profesionalización del dispositivo, y muchas otras mejoras en favor de la comunidad pero en contra de los carguitos políticos que manejan el cotarro y a los que les importa menos nuestro patrimonio natural que sus bolsillos…