Justicia social para los enfermos de Sensibilidad Química Múltiple y enfermedades ambientales

Carmen Quintanilla Barba. Presidenta Nacional de AFAMMER.- La Asociación La pandemia del coronavirus hizo que las mascarillas se convirtieran en un complemento más a la hora de vestir, y todavía siguen siendo obligatorias en el transporte público, en centros sanitarios, farmacias y algunos lugares de trabajo.

Sin embargo la mascarilla no fue nada novedoso para los afectados por enfermedades como la Sensibilidad Química Múltiple (SQM), Fibromialgia, Fatiga Crónica y otras enfermedades que afectan al sistema nervioso central como la Hipersensibilidad o la Encefalomielitis Miálgica y así seguirá siendo cuando definitivamente dejemos atrás esta epidemia.

Los afectados por estas enfermedades antes de la pandemia ya estaban familiarizados con el distanciamiento social, con el confinamiento y con todas aquellas medidas de prevención que tenían que evitar para no entrar en contacto ni con el aire, ni con aquellos productos que tanto daño les hacen como puede ser estar en contacto con un perfume.

Por ello, este 12 de mayo en el que conmemoramos el día Internacional de la Sensibilidad Química Múltiple y la salud ambiental quiero acordarme de aquellas personas que padecen estas patologías y pedir que se siga estudiando e investigando para que puedan tener una vida en condiciones dignas.

En el año 2014 conseguimos dar un gran paso adelante con la aprobación de una iniciativa legislativa que tuve el honor de presentar en la Comisión de Sanidad y que fue aprobada con la unanimidad de todos los grupos parlamentarios, que fueron conscientes de la necesidad de que España reconociera la SQM como enfermedad.

Gracias al acuerdo del arco parlamentario las personas afectadas por esta enfermedad podían ejercer su derecho a servicios sanitarios básicos y tener mayores facilidades para el diagnóstico y el tratamiento de  una enfermedad que hasta entonces no estaba incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades.

Sin embargo a pesar del gran avance que supuso este reconocimiento, ocho años después tenemos que seguir alzando la voz pues los tratamientos eficaces siguen sin estar disponibles para la gran mayoría de los afectados, porque son realmente costosos y no suelen estar cubiertos por la Seguridad Social.

Sin embargo quiero pensar que a pesar de lo dura que ha sido esta pandemia, nos ha traído una mayor sensibilidad social hacia las personas que sufren estas enfermedades ambientales.

Por ello este 12 de mayo, aprovechando la oportunidad de contar con este día institucional, quiero reconocer la valentía y el coraje de las personas afectadas por estas enfermedades y por supuesto de los familiares y profesionales que luchan día a día para que vivan en las mejores condiciones de vida.

Permítanme tener un recuerdo especial a todas aquellas personas que me dieron su testimonio y me permitieron poder darles voz en el Parlamento, en especial a mi querida amiga Carmen Lozano que como buena manchega sabe luchar contra los molinos de viento.

Dicen que la solidaridad es un valor que siempre suma para el bien de la sociedad por ello, es una cuestión de justicia que estas personas cuenten con las herramientas necesarias para no tener que renunciar vivir una vida plena.

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