Prescripción enfermera

Enfermería vive un momento dulce, a pesar de los problemas y de la raquítica visión de algunas instituciones sobre nuestra profesión y su papel en el Sistema Nacional de Salud. La historia de la profesión enfermera está llena de momentos que irradian luz propia sobre su futuro profesional y su identidad como colectivo. Uno de esos instantes ocurrió hace escasas fechas en el Congreso de los Diputados. Se aprobó, con la unanimidad de la cámara de representantes, la modificación de la actual Ley del Medicamento, para permitir la prescripción por parte de enfermeros y podólogos. Un acontecimiento esperado desde 2001, cuando en su VII Congreso Estatal el Sindicato de Enfermería SATSE apostó claramente por una prescripción abierta también a nuestros profesionales, asumiendo nuevas competencias y responsabilidades en el Sistema Nacional de Salud.
Con la proposición de Ley –presentada por el PSOE y avalada por todos los grupos parlamentarios– se emprende un camino de amplio recorrido en el mundo sanitario, con expectativas insospechables en el futuro inmediato. Al igual que viene ocurriendo en países de nuestro entorno político y cultural, como el Reino Unido u otros con gran experiencia en la prescripción enfermera y con resultados muy satisfactorios tanto para el sistema sanitario como para los usuarios, se abre una nueva referencia en el conjunto de nuestro sistema sanitario. Ya hay Comunidades Autónomas, como Cataluña o Andalucía, que han mostrado su firme voluntad de potenciar el papel de la profesión   enfermera en su sistema sanitario. La actual coyuntura demográfica, con una población cada día más envejecida y una inmigración de gran calado, abre un marco idóneo para poner en marcha nuevas políticas sobre el papel de cada una de las profesiones sanitarias. Como ya anuncian algunos expertos en Sanidad, habría que rediseñar las profesiones, adecuándolas a las necesidades de nuestro país en las próximas décadas y a la formación universitaria que las avalan. La adaptación de los Acuerdos de Bolonia, con la puesta en marcha del grado, máster y doctorado, significará una pequeña revolución en muchas profesiones, especialmente en enfermería. El potencial de crecimiento de esta profesión no tiene límites. Habrá que eliminar los complejos y tener una visión de altura en un contexto adverso, por los retos a los que tenemos que enfrentarnos en las próximas décadas.

Enfermería no quita ni pone rey, sólo quiere que se le reconozca su liderazgo. No se pueden poner puertas al campo e ir en contra de las corrientes sanitarias más innovadoras y que ya impregnan los sistemas sanitarios más   desarrollados, avalados además por el reconocimiento implícito de la Organización Mundial de la Salud, una institución que hace de enfermería su bandera. Su papel crece con el paso del tiempo, como se pone de manifiesto en los servicios de Atención Primaria o Especializada. El Gobierno regulará pronto la participación en la prescripción de determinados medicamentos por enfermeros en el marco de los principios de atención integral de salud y para la continuidad asistencial, mediante la aplicación de protocolos institucionales de elaboración conjunta y en planes de cuidados estandarizados, autorizados por las autoridades sanitarias.

La sanidad española se complementa cada día más con su entorno natural, que no es otro que el de los países de la Unión Europea, con una visión de futuro que mire por el bienestar de sus ciudadanos y que elimine de un plumazo cualquier atisbo de guerra entre profesiones, porque está en juego el futuro del SNS.

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