Cayo Lara estuvo a la altura. Otra cosa es el sueño de una sociedad justa y libre con la horma marxista también de toda la vida, que la Historia ha resuelto inservible porque cualquier sistema que trate de imponer su horizonte arcádico tratando de dominar por la fuerza la condición humana está condenada al fracaso. Pero Cayo Lara resultó entrañable y dijo verdades de tanto sentido común que fue capaz de llevarse adeptos al bolsillo. Como que por el hecho de que cualquier ciudadano pueda llegar a ser un día jefe del Estado merece la pena ser republicano, condición que no defendió recurriendo a la aburrida jerga de siempre. O que las leyes electorales, tanto la general como la de Castilla-La Mancha, no facilitan precisamente la representación de una fuerza política en declive como es el PCE bajo la marca amable de IU, contencioso que nunca logró cauterizar las diferencias entre los comunistas ortodoxos y los neocom izquierdounidos.
Es verdad que IU, hoy tiene sólo un diputado nacional, listón que no es difícil superar, pero en justicia algo de razón le asiste al hoy coordinador general. En Castilla-La Mancha se hizo cuanto se pudo para que IU fuera marginal y no tuviera oportunidad de representación parlamentaria con lo que eso supone de altavoz mediático. Por eso, el único diputado autonómico que consiguió, José Molina, acabó pastando en el calor estabular del partido oficial de la región tras la maniobra de Nueva Izquierda, cuyos dirigentes acabaron todos tocando pelo y despacho. Y ahora, después de su entrañable y afable presencia en la televisión pública nacional, con su aspecto de icono inspirador de ismaeles, cuando pone en valor que las ideas son las que hacen grandes a los hombres y no al revés, le sale la Rosa Aguilar consejera independiente de la Junta de Andalucía que es un espejo de la Junta de Castilla-La Mancha, para ser la candidata a presidenta en las elecciones autonómicas andaluzas y si no al tiempo.
Pero a lo que nos ocupa. Cayo me hizo recordar aquella época feliz en la que creíamos en una sociedad comunista y libre, lo cual como queda probado es un oximorón histórico que ya no se cree nadie. Aunque uno prefiere a don Cayo, al amigo Cayo, a otros cayos que andan por la moqueta. Suerte.