El camino que lleva a Belén (el de Ventillas, aldea de Fuencaliente)

Antonio Carmona.- Este año, los ventillanos han montado un belén en su ermita. Es un belén sencillo, como todo lo que forma parte de la aldea. En realidad, ni siquiera habría hecho falta ponerlo, pues la aldea de Ventillas es un belén en sí misma.

Todo su aspecto —más allá del mensaje religioso— ofrece el elemento pequeño/rural/bucólico/montaraz de una naturaleza entrañable. Hay allí un camino (en este caso, un desastre, una siembra de baches), un río llamado Montoro con peces que beben y vuelven a beber, con un puente (en este caso, derruido hace más de 20 años), su rebaño de ovejas con mastín, gallinas que ponen huevos, casitas de tapia, lindes de piedra, musgo y zarza, montañas al fondo y hasta es posible que te topes con alguien haciendo de vientre tras un matojo.

No le hace falta a este belén cielos de papel charol, ni pintarle estrellas, sol y luna. No hay que recortar nubes, ni instalar luces artificiales de atardecer y, eso sí, siempre impera la fragancia a tomillo y romero. Por allí, las fogatas no son de pega y emiten un olor a jara y encina que se escapa por las chimeneas.

Atrévete a recorrer esos 7 kilómetros de camino tan peculiar desde la Fuente del Almirez hasta la aldea. Y luego cuéntalo, por favor, a ver si a ti sí te hacen caso las autoridades. Felices fiestas a todos, incluso a las autoridades, a quien Dios guarde muchos años y los haga, si cabe, aún más competentes. ¡FELIZ NAVIDAD!

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