“Buenas noches, ciudadanos y ciudadanas de Vernácula. Me dirijo a todos para informarles que la situación económica es dramática. Los niveles de desempleo y los negros vaticinios que golpearán con fuerza las endebles economías familiares me han llevado a la tesitura de tomar una serie de decisiones inapelables que si bien no son la panacea, e incluso pueden ser calificadas de demagógicas, al menos servirán para que los administrados comprueben que la estrechez y la adaptación a las circunstancias afectan también a quienes ejercemos la labor de gobernar y administrar Vernácula. De momento he ordenado reducir la nómina de asesores, colaboradores, cargos ficticios, puestos de regalía y demás ocupación paniaguada a más de la mitad dejando los estrictamente necesarios así como con algunos privilegios de la función política como por ejemplo cobrar por haber sido, esto es, por ser ex. A los del rango superior les he hecho un recorte de un 20 por ciento de sus haberes que con lo que les queda pueden funcionar dignamente y después de analizar al detalle la flota de coches, tarjetas y otras minucias, he decidido que a partir de mañana, los altos cargos reducidos a la mitad conducirán su propio automóvil. Para que la frugalidad efecte a todos he decidido congelar el sueldo de todos los funcionarios hasta que escampe y la edición de un código de buena conducta en tiempos de crisis con un objetivo: el ahorro. Quien lo vulnere será sancionado implacablemente. Es decir he decidido acabar con el derroche y el buen vivir cortesano. No será la fórmula definitiva pero al menos nos dará autoridad moral y coherencia mientras estudiamos la manera de arrimar el hombro más seriamente para salir de ésta lo mejor y lo antes posible. Buenas noches”.
La gente atónita no creía lo que veía y escuchaba por la radio y la tele, pero después de aquello empezó a creer en la clase política porque jamás había escuchado un mensaje como ése.