El mensaje

El mensaje  El dirigente tosió dos veces antes de mirar fijamente al objetivo de la cámara. Estaba sereno porque había decidido decir la verdad. El único en toda la Corte política y funcionarial del Reino; el primero en predicar con el ejemplo. El único entre toda una nómina de listos; el único cuerdo en medio de un pelotón de esquizos de oropel y menú pagado. Lo decidió cuando comprobó el muro que separaba la realidad de la calle de la realidad de Palacio.
La crisis hacía insoportable la convivencia entre la ostentación del alto y copioso funcionariado público y los cordones insalubres de desocupados que anudaban las fachadas del INEM. Era un gesto de cinismo mantener un discurso social desde la cercanía del cofre público y el dispendio. Se acabó, dijo, y decidió comparecer ante la sociedad. Así que a una señal del regidor se puso a hablar.

“Buenas noches, ciudadanos y ciudadanas de Vernácula. Me dirijo a todos para informarles que la situación económica es dramática. Los niveles de desempleo y los negros vaticinios que golpearán con fuerza las endebles economías familiares me han llevado a la tesitura de tomar una serie de decisiones inapelables que si bien no son la panacea, e incluso pueden ser calificadas de demagógicas, al menos servirán para que los administrados comprueben que la estrechez y la adaptación a las circunstancias afectan también a quienes ejercemos la labor de gobernar y administrar Vernácula. De momento he ordenado reducir la nómina de asesores, colaboradores, cargos ficticios, puestos de regalía y demás ocupación paniaguada a más de la mitad dejando los estrictamente necesarios así como con algunos privilegios de la función política como por ejemplo cobrar por haber sido, esto es, por ser ex. A los del rango superior les he hecho un recorte de un 20 por ciento de sus haberes que con lo que les queda pueden funcionar dignamente y después de analizar al detalle la flota de coches, tarjetas y otras minucias, he decidido que a partir de mañana, los altos cargos reducidos a la mitad conducirán su propio automóvil. Para que la frugalidad efecte a todos he decidido congelar el sueldo de todos los funcionarios hasta que escampe y la edición de un código de buena conducta en tiempos de crisis con un objetivo: el ahorro. Quien lo vulnere será sancionado implacablemente. Es decir he decidido acabar con el derroche y el buen vivir cortesano. No será la fórmula definitiva pero al menos nos dará autoridad moral y coherencia mientras estudiamos la manera de arrimar el hombro más seriamente para salir de ésta lo mejor y lo antes posible. Buenas noches”.

La gente atónita no creía lo que veía y escuchaba por la radio y la tele, pero después de aquello empezó a creer en la clase política porque jamás había escuchado un mensaje como ése.

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