Manuel Valero.- Todo en un app (Application en la lengua Shekaspeare). Hasta buscar la última morada de los tuyos en el cementerio, según leo en MICR, por iniciativa del Ayuntamiento de Ciudad Real. Me imagino el asunto dentro de unos años. Los dolientes móvil en mano con el pescuezo listo para el pescozón en busca del ser querido. Como si no lo hubieran memorizado en visitas anteriores.
Puede que el App esté pensada para aquel familiar que se fue y no volvió o volvió muy poco, y cuando lo hizo fue para cobrar la herencia o para quien busque a un finado ilustre o para el recaudador de impuestos. Todo es un app, que no cuesta trabajo. Buscar el coche en el aparcamiento, también. De paso, esa cosa que tenemos dentro de cráneo que se llama cerebro y contiene la memoria en algún lugar del universo neuronal, se va empequeñeciendo y las neuronas, las sobrevivientes, se tornarán más vagas que Bartolo. Será el dedo el que se desarrolle como el de ET. Igual hasta se nos ilumina o a alguien le da por inventar una aplicación (en lengua de Cervantes) que encienda nuestra yema táctil como una linternita. Mi caaasaaa…
Uno corre el riesgo de descubrirse extemporáneo de la cultura digital pero es exactamente lo que pienso y además me importa un rábano parecerlo. Más que parecerlo, serlo. Es más quiero ser un extemporáneo militante. Me conformo con el uso de las prodigiosas herramientas creadas por el conocimiento humano con las dosis justas, muy justitas. Pero es que no hay quien pueda con tanta app y tanta po…rquería. Bien, vale, todo muy cómodo, muy manejable, mu modenno, pero al tiempo más dependiente del narcotelefonillo.
Hay un app para casi todo: para saber el tiempo que hace y va hacer, para afinar la guitarra (así no trabajamos el oído), para que nos lean libros (audiolibros) en lugar de hacerlo nosotros, para todo. Hasta para ligar. Todo comodón. Basta con darle a la play store: de pronto te aparece todo un universo comeneuronas. De algún modo, el móvil es una suerte de agujero negro que nos roba la luz que tenemos si dependemos de ello y no al revés.
El otro día en vísperas del 1 de Noviembre no eran pocos los chavales que iban vestiditos de zombies, móvil en mano. Caminaban con un atuendo heredado de la cultura capitalista yanqui con el cogote hacia la pantalla abductora. Juro que me alegré de andar ya bastante lejos del punto de origen del tiempo de mi nacimiento y de tener todo el pescado, o casi, vendido. Cerré los ojos y traté de reproducir como en la pelis de terror en el que el prota es un vidente muy aplicado, el mundo que les aguarda a estos chicos, chicas y chicles. Si, si, chicles, no chiques.
Dirán: como ha pasado siempre. La tecnología ha mejorado la vida y la ha destruido. La gasolina sirve lo mismo para la calefacción central de un hospital que para llenar los tanques de la guerra y el átomo, así para generar electricidad (espero que no me cobren el copyrigth por escribir la palabra) como para hacer un champiñón de destrucción masiva. Al fin y al cabo la tecnología no deja de ser una extensión del ser humano y ya se sabe que en tal condición andan el bien y el mal en lucha perpetua.
Así que en este preciso momento de la Historia conviven adelantos científicos inimaginables, progresos médicos, transmisión inmediata de la cultura, comunicación instantánea, el acceso a la gran biblioteca babilónica, a videos de todas de todas las épocas y todas las músicas, televisión total con series tóxicas como la del cefalópodo ese surcoreano, conviven digo esos adelantos con problemas globales, con amenazas de piratas informáticos, con pandemias, con un inquietante despertar del Planeta que le ha dado por abrir otro orificio respiratorio en La Palma, con el cambio climático, con la devaluación de los lideres mundiales, con problemas de desabastecimiento, con la aldeanización del Planeta, con la potenciación del control social cada vez más musculoso y fisgón. Y uno se pregunta quien demonios mueve los hilos. Espero que no sean los mismos que inventan apps hasta para lo más inverosímil, como el de buscar donde reposan los muertos. Llegados futuros noviembres cuando esté a pleno rendimiento puede ser digno de ver al personal por el camposanto.
Ok Boomer.
Manolo, que hay que ponerse al día. Entre otras muchas cosas se incluye escribir bien (es Shakespeare, o unA app -que, por cierto, puedes decir aplicación. Usar anglicismos habiendo palabra castellana es ridículo-)
Respecto a Halloween, pues qué te esperabas, hombre. Nos han metido cultura usana hasta la rabadilla, queriendo incluso importar políticas muy «liberales» como gusta de decirse por aquí; y ahora nos rasgamos las vestiduras porque el monstruo se desboca y de aquí a 30 años (cuando la gente que conserva la tradición católica de ir al cementerio a rendir tributo muera por vejez) no habrá nadie que haga tan lúgubre rito.
Se llama evolución
Debi darle a la maquinilla para que escribiera el nombre correctamente. Pero es tan humano errar! En cuanto rendir culto o memoria a los nuestros me parece una hermosa y humanisima involución. Buena tarde de difuntos. Salud.
Y es que las nuevas tecnologías siempre han seducido al ser humano. Le han atraído pero, también, le han generado dudas e intertidumbres.
La ‘Inteligencia Artificial’ no es una amenaza (por ahora)…..
Está app es una idiotez sin más…Capaces son, tal como se está poniendo el mundo, de no dejar entrar al cementerio a quien no se la descargue,o cobrar una comisión…
No ha sido necesaria hasta hoy,ni lo es tampoco ahora…