Jesús Millán Muñoz.- Esencialmente reunión, ilimitada, de jóvenes en un lugar público, un día y hora ya indicada, para juntarse y hablar y estimarse y valorarse y conocerse y…, acompañada de bebida.
Me sugieren e indican que trate temas de la actualidad, en mis modestos artículos, pero soy reacio, porque pienso es mejor retratar temas abstractos y generales, y, después, cada hijo de vecino y vecina, los cristalice-materialice-reconvierta-concretice a y en todas las realidades posibles. Dicen fenómeno sucesor de la litrona, y que la invención del botellón, se produjo en Cáceres, en 1991.
Las columnas, como todo en la vida, pueden tener una expresión inductiva, desde un tema inmanente o trascendente, inducir conceptos e ideas generales y abstractas, segundo, puede tener explicación-desarrollo deductivo-descendente, desde una generalidad-abstracción, retocar-retozar temas hacia abajo, concreciones. En tercer lugar, circular, es como una espiral, que se va dando vueltas de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, es deductivo e inductivo al mismo tiempo. Cuarto, el sistema de Ruano-Umbral, una introducción y un desenlace final, ambas interrelacionado, y en medio, como un bocadillo-sándwich incrustas los vegetales o aceitunas o jamón o chorizo o salsa que desees.
Indico lo anterior, porque el temor subjetivo-personal es engañar-mentir-erronear, difundir desverdades-errores-maledicencias-calumnias, por exceso o por defecto, en general, por desconocimiento. Pero nuestro modesto oficio-vocación-colaboración, del que no recibimos emolumentos económicos, ni siquiera, la mayoría de veces, ni felicitación navideña el 25 de diciembre, tienes que rozar-tocar-besar-bañarte en multitud de temas, que sabes, que lo que expreses es erróneo, en parte o en gran parte, por exceso o defecto por inducción o deducción, por sistema o por estructura, por contenido o por forma. Y, y, uno de esos temas que creo que lo que se indique es siempre muy limitado, más en una columna periodística. Uno de esos es la reunión de jóvenes o semiadultos, después, paso a botellones, ahora a superbotellones o megabotellones…
Aunque los textos escritos digitales, suelen indican como el nacimiento de este fenómeno, en la década del noventa del siglo pasado en España, pienso que fue un poco anterior, porque recuerdo un Informe Semanal sobre el tema, y pensé para mí, y comenté a mi media naranja, “esto ya se ha ido de las manos”. Esta realidad social es caleidoscópica-laberíntica-circular-espiral-polidimensional-poliperspectivística, por lo cual, no creo tener talento suficiente, ni conocimientos suficiente, ni inteligencia suficiente para en ochocientas-mil palabras realizar una síntesis, que sea capaz de abordar interpretaciones correctas y soluciones correctas a esta problemática.
Porque la gravedad es real, la frivolización también lo es, la insensatez y la irracionalidad-aracionalidad-antiracionalidad está presente en estos acontecimientos, pero también la inmoralidad-amoralidad. Aunque es evidente, que no en todos los individuos e individuas, no en todos los grupos, ya que se suele ir formando pandillas-grupos-amigos-conocidos, y, entre todos conforman el tinglado-teatro-comedia de la totalidad, del acontecimiento, perdonen, que no diga evento, palabra del inglés, que tanto gusta a los que quieren estar a la última. Pero este acontecimiento, como he indicado tiene muchas aristas, es más, ha llegado el punto, que muchos individuos adolescentes se ven obligados a ir, aunque no les agrade, por atracción de la gravedad de lo social-colectivo sobre el grupo…
El gobierno de F.G., si no recuerdo mal, intentó una “ley antibotellón”, por supuesto tenía otro nombre. Por supuesto, desconozco si el botellón es una invención latina-española, que se ha difundido por el resto de Europa, imagino que existían de precedentes-precursores en otros lugares y aquí, las fiestas populares en el campo y romerías, podría ser uno, y, desde luego, desconozco todas las consecuencias negativas y positivas y neutrales, que un fenómeno social, de este calibre, dispone y tiene y causa. Y, desde luego, el dragón está surgiendo, porque después del Covid, se ha pasado, del concepto botellón de unas cientos de personas, según el pueblo-aldea-municipio-comarca, a miles, y decenas de miles. Aunque con precedentes, ya causados antes de esta epidemia mundial.
No creo que todos los chicos-chicas, semiadultos-semiadultas que asistan a estos acontecimientos sociales, lleguen a la embriaguez, no sé, si la cifra del uno por ciento, es poco realista, porque sea más, no sé, las cifras de los que consumen más alcohol del debido, aunque no arribe al laberinto dionisiaco de la ebriedad, no sé, cuánta cifra de personas que asisten, no beben ni una gota de alcohol. Pero desde luego este es un fenómeno, que lo antes posibles, las entidades públicas administrativas, las universidades y sus departamento, pueden empezar a estudiar-analizar con sus metodologías, tanto biológicas, sociales, psicológicas, antropológicas, filosóficas, religiosas, etc. Necesitamos un saber más científico y empírico sobre este fenómeno. Y, teniendo en cuenta, esos datos que nos proporcionen, los hombres-mujeres de gris del saber, las autoridades y las sociedades, tomen las consecuencias, digo consecuencias, palabra adrede, que sean convenientes, que sean legales, que sean morales, que sean psicológica y moral y sanitariamente correctas y prudentes y eficientes…
Este párrafo anterior, puede ser el final y conclusión de este artículo. Podría, como todos indicar, multitud de aspectos sobre la cuestión. Pero quién sabe si esta columna es deductiva o inductiva o circular o del bocadillo de Ruano-Umbral y también la interrogativa, que diríamos, sería la quinta clasificación de artículo, al que yo siento mucho aprecio.
Pero sí, hay una realidad, que me ocupa y preocupa, los que hemos estado bebiendo en los edificios hospitalarios, una gran parte de nuestro existir-existencia-ser-estar-vivir-sobrevivir, hemos oído, que el día del botellón, en ciudades medianas, las urgencias en urgencias aumentan los casos, de jóvenes, que arriban a ese puerto-puerta, llevado por amigos-amigas a personas, que ya no saben, si duermen o sueñan o alucinan o están a punto de pasar-traspasar el tránsito, es decir, la guadaña hincarles sus fauces. Y, y, esto no es exagerado.
Me preocupa, que si un diez por ciento, por disponer de una cifra, que es imaginaria, no sé este dato, empiece a beber alcohol. Más de lo conveniente-racional-adecuado, aunque sea un día cada quince. Una parte de esas personas, terminen en alcoholismos, al cabo de unos meses o años. Porque hoy, hoy, el alcohol tiene mucho alcohol, más de cuarenta grados, y las evoluciones hacia el alcoholismo son más rápidos y profundos que hace décadas cuándo solo se consumía vino de ocho grados. ¿Qué nos diría Tavistock en todo este entramado de realidades, que nos dirían los gestores de la cosa pública y qué nos dirían los poderes reales y fácticos sobre esta cuestión y las familias y,…? ¡Paz y bien y, no beban alcohol por favor…!