Manuel Andrade, anterior Presidente de la Federación Española de Caza, ya hizo hace más de una década una propuesta formal de licencia única. Ningún político le hizo caso. Ninguno se molestó siquiera en descolgar el teléfono para interesarse. Después, la licencia única, la necesidad de una ley básica de caza que armonice el carnaval de sanciones, el surtido de terrenos de cinegéticos, las diecisiete marcas según región, ha sido una reivindicación constante de nuestro colectivo. La penúltima vez que levantamos la voz, fue en la multitudinaria manifestación del 1-M con casi medio millón de cazadores que salieron a la calle.
Después presentamos un proyecto concreto de carné multilicencia o licencia única. Lo dirigimos al Gobierno, al Gobierno Fernández Bermejo. Hasta que no cayó alguien con el lomo plateado en el lazo, no hemos oído hablar de nuestra petición.
Hoy en Valladolid ha habido aquelarre autonómico para descubrir la pólvora: hay que unificar las licencias de caza. Dicen que han firmado un acuerdo. El esfuerzo, señorías, no basta. Faltan otras 11 autonomías. En la Federación, por lo pronto les hemos remitido, otra vez, nuestra propuesta de licencia unificada que quedó sin respuesta. Creemos que ahora nos harán más caso.
Aún así, protesto. Protestar es una decisión difícil e incómoda. Mi protesta es consecuencia de los hechos que he narrado. Y además me pregunto por qué se acuerdan ahora de la licencia única. Me pregunto por qué seis autonomías y no dieciocho. Me pregunto por qué tan deprisa. Me pregunto muchas cosas.