Albacete y Ciudad Real marcan el camino de Imanol Rodrigo. Vinculado al Centro Regional de Investigaciones Biomédicas (CRIB) en el Campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y jugador del BM Caserío Ciudad Real, practica este deporte desde que siendo niño su padre le llevara a vivir en primera persona los partidos del BM Ciudad Real en el Puerta de Santa María y en el Quijote Arena.
Antes de empezar a practicarlo, Imanol Rodrigo ya sabía que el balonmano formaría parte de su vida. Las visitas con su padre al Puerta de Santa María y al Quijote Arena para disfrutar de los partidos del BM Ciudad Real hacían presagiar lo que era un secreto a voces.
Esta relación no tardó en consolidarse. En 3º de Primaria, con 8 años, comenzó a jugar en el equipo de su colegio, el Balonmano Prado Marianistas. Una etapa que se alargó hasta juveniles y que propició que lograra, prácticamente todos los años, el campeonato regional y la clasificación para las fases nacionales. Época en la que además fue elegido por la selección de Castilla-La Mancha para disputar los campeonatos de selecciones territoriales. Un largo camino para llegar hasta donde está ahora: “luchando por hacer más grande al BM Caserío Ciudad Real”.
Imanol Rodrigo volvió a jugar en un equipo de su tierra después de parar un año. El comienzo de sus estudios universitarios en Biotecnología en la Universidad Miguel Hernández de Elche le obligaron a dejarlo. Pero solo fue algo momentáneo. Un año después, en segundo de carrera, tomó la decisión enlazar su camino al del su actual club y comenzar en el segundo equipo. “Tras dos años yendo y viniendo de Elche, en mi último año de carrera tuve la opción de al año siguiente formar parte de la primera plantilla y no dudé en aceptar”.
Vinculado desde el pasado mes de noviembre al Centro Regional de Investigaciones Biomédicas (CRIB) en el Campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Imanol Rodrigo compagina su trabajo con su dedicación al balonmano a pesar de la distancia. Una situación que le obliga a hacer dos sesiones de gimnasio y una de carrera mientras está en Albacete y entrenar en pista una o dos veces a la semana, más el partido del fin de semana, cuando está en Ciudad Real.
En el Caserío coincide con uno de esos jugadores a los que iba a ver al Quijote Arena, Santiago Urdiales. El cántabro, exjugador del BM Ciudad Real y de la selección nacional, es ahora el técnico de un equipo al que aporta su conocimiento de este deporte. “Contribuye en aspectos que no se aprecian pero que ayudan a que todo el vestuario esté con él. Confiamos ciegamente en su trabajo e instrucciones. De esta forma conseguiremos seguir creciendo y alcanzar cotas más altas”.
Sin embargo, y a pesar de los resultados y del crecimiento del conjunto ciudadrealeño, Imanol continúa echando en falta la ausencia de público provocada por la pandemia sanitaria. “Siempre gusta más ganar delante de toda tu gente y que ellos puedan disfrutarlo. Por suerte, ya están volviendo las aficiones poco a poco a los pabellones (siempre cumpliendo las restricciones que nos imponen). Es un factor que para mí sí que influye, tanto en casa como fuera. La verdad es que jugar sin público es una sensación un poco extraña”.
Esa ausencia de aficionados dista mucho de los motivos que le llevaron a ser consciente de que su lugar estaba en la portería de un equipo de balonmano. Su incontestable apego al BM Ciudad Real le llevó a fijarse en figuras que defendieron la camiseta de este equipo, como Jordi Núñez a finales de los 90 o, más tarde, Arpad Sterbik. Referencias para un guardameta que tampoco se olvida de Omeyer o Mattias Anderson. Un deporte que, con el paso de los años, ha ido perdiendo interés del público por las grandes diferencias entre un equipo y el resto. “Sinceramente creo que el aficionado medio o neutral ya no sigue el balonmano nacional y, en parte, lo entiendo. Seguimos teniendo un equipo español de élite que puede competir por las mayores competiciones continentales, pero eso quita todo el atractivo a cualquier tipo de competición nacional. Lo peor es que esta enorme diferencia es irrecuperable o inalcanzable en un futuro próximo para el resto”.
Esta desigualdad no impide ver la luz al final del túnel. Imanol Rodrigo resalta la tradición de este deporte en la región. Desde la cantera de Marianistas y el BM Ciudad Real, pasando por el actual Incarlopsa Cuenca, o en Toledo conjuntos como el Amibal o el Lázaro. “A pesar de las diferencias en el balonmano español, Castilla-La Mancha cuenta con muchos adeptos. Quizás donde menos tradición y menos seguidores haya es en la provincia de Albacete, pero sé que existe un movimiento, basado en mayor parte en el nacimiento del BM Albacete para volver a impulsar el balonmano”.
Su unión a este deporte va más allá. Su participación en los Campeonatos de España Universitarios (CEU) así lo demuestra. Con la camiseta de la UCLM se alzó con la medalla de bronce en el torneo disputado en Valencia en 2019. Una experiencia en la que “además de disfrutarla al máximo sirve para demostrar el nivel de deportistas con los que cuenta la Universidad regional”.
Alumno de primer año del programa de Doctorado en Ciencias de la Salud, califica su relación con la institución universitaria como “cercana y buena”. Desde que cursara el Máster en Biomedicina Experimental y se uniera a la UCLM destaca el trato recibido y el trabajo realizado “para impulsar a todos sus alumnos a participar en los campeonatos. Por eso me parece que el trabajo que se está llevando a cabo, en este sentido, está siendo muy bueno. Ese es el camino que se debe seguir”.
Centrado en su trabajo en estudiar los virus transmitidos por los mosquitos -como el dengue o el zika (más conocidos como flavivirus), en cómo infectan, las enfermedades que producen y las posibles terapias para matar al virus-, Imanol Rodrigo espera que su relación con la UCLM se extienda “muchos años más”. De momento le resta, como mínimo, tres años. Un objetivo, el de continuar ligado a la Universidad regional, que se une al deseo de volver algún día a Ciudad Real.