Hay una paradoja creciente entre la celeridad de los tiempos actuales y la pasmosa lentitud con la que se resuelven los asuntos administrativos. Hay por ello una contraposición –más virtual que real– entre cierta velocidad de la eficacia y de cierta lentitud de la melancolía.
Vértigo frente a parálisis, componen esa contraposición moderna y posmoderna que nos va matando en la selva sinuosa de la lentitud con que se resuelven los asuntos administrativos, que se desplazan como las aguas dormidas de los meandros finales de algunos ríos lentos. Pasmosa y callada lentitud con que se resuelven los asuntos administrativos Cualquiera de ellos, y son ya muchos.
Se anuncian inversiones cruciales para el mañana ciudadano como compromiso del gestor de turno; se comprometen gastos con subvención europea, que serán la lanzadera del desarrollo que anhelamos y nos hará despegar definitivamente; se publicitan compromisos ineludibles, que dejan de serlo al paso de algunos años como si hubiera sido un error de cálculo; se programan realidades demandadas por los ciudadanos que quedan complacidos con el sólo anuncio y luego se olvidan de lo prometido; y se preinauguran modelos de futuro en vaso o en botella, como los planes Urbanísticos, los planes Modernizadores, los planes Estratégicos, los planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia –como el reciente Plan de Gobierno de España que lo promueve como “un proyecto de País que traza la hoja de ruta para la modernización de la economía española”– con rara frecuencia y complacencia. Como si todo en la vida fuera el simulacro de bondad y beneficio de una campaña electoral tan interminable como circular. Y luego llega el precipicio del olvido, el despeñadero de la desinversión, el pudridero de las medias verdades, el desgarro de la ineficacia y el borrón interminable de una gestión torcida y de un incumplimiento monumental. Maquetas del futuro que fueron pospuestas y que consumen mucho, mucho tiempo y mucha, mucha ilusión.
Unos tiempos que se aceleran en sus realidades, merced al empleo de la tecnología de la comunicación y de la instantaneidad delirante, componen un contrapunto a todo ese ritmo tan mostrenco como adormecido de las realizaciones aplazadas y de los compromisos incumplidos de forma reiterada. Viene ello a cuento de un doble acontecimiento reciente que ha turbado la quietud primaveral. El primero de ellos, tiene que ver con la suspensión de la licitación del edificio de la Facultad de Medicina, que tras once años de dimes y diretes, de avances y retrocesos, y de promesas incumplidas, ve un nuevo aplazamiento sine-die, con la consiguiente pérdida de subvenciones europeas. La licitación marca el precio de la nueva infraestructura, 33,9 millones de euros IVA incluido, con un 80% de financiación procedente de fondos FEDER a través del Programa Operativo de Castilla La Mancha 2014- 2020. Un proceso criticado por el Rector Emérito, Luís Arroyo, en su despedida de las aulas, y relatado por Escolástico González en La Tribuna (Ridículo en la Universidad), donde da cuenta de que por ese tren detenido (¿paralizado o volcado?) de los compromisos incumplidos: “han pasado tres rectores, dos alcaldesas y tres presidentes de comunidad autónoma”. Aunque igual, podían haber sido otros cargos públicos más, si se contabilizan a otros protagonistas secundarios, que ocuparon cargos en el escalafón de nombramientos, en esos once años de parálisis celebrada.
El mismo día del artículo citado –el 3 de mayo de 2021–, podíamos leer otra guinda del tiempo detenido, al capturar la noticia de que ‘Malagón espera tener el POM este año tras dos décadas de espera’. Obviamente, la figura esperada del POM encargado –allá por los comienzos del siglo en curso– habrá quedado inutilizada en tan prolongada espera y servirá de poco o de nada. Tan larga la espera como inapropiada. De la cual ya escribí en estas páginas bajo el nombre Urbanismo terminal (3 de octubre 2019): “Cifras estas de los plazos temporales de tramitación del planeamiento que en Ciudad Real y en Castilla-La Mancha por extensión, cuentan con baremos similares: 10 años de media y de plazo. Como puede observarse en las tramitaciones de los POM de Puertollano o de Bolaños, que han consumido y consumado a varias corporaciones municipales. O como en Ciudad Real, donde la incapacidad para redactar un nuevo POM que sustituyera al de 1997, hizo rescindir los trabajos verificados a nivel de Avance de Planeamiento, porque respondían sus esquemas al esplendor inmobiliario anterior a 2008, inhábil ya en 2018… Por lo que, es normal, que un Urbanismo lento, paquidermizado y tardío, que siempre llega tarde a solventar los problemas planteados en el territorio y en la ciudad, no sirva para nada. De la misma forma que se suele decir de la Justicia, que cuando llega tarde no es Justicia, podemos decir del Urbanismo, que cuando llega tarde no sirve para nada, ni resulta eficaz. Dejando su recorrido histórico y conceptual en un borrón de difícil reparación y de peor defensa”. Es como el que encargó un traje al sastre y luego lo olvidó y engordó o adelgazó; aunque más tarde pretendiera utilizarlo transcurridos diez o veinte años como si nada hubiera pasado. Inservible.
Algo parecido ocurre con el estudio interminable –con una proverbial longitud bíblica– de la A-43, en su función de enlace de Levante con Extremadura a su paso por Ciudad Real y llamada pomposamente Autovía del Guadiana. Opción Norte primero –aprovechando el trazado existente de la N-430–, luego opción Sur, dado que beneficia a más población y a zonas deprimidas. Y en esas estamos –barajando las cartas: arriba y abajo– tras más de dos décadas del estudio preliminar, sin que sepamos cuando será el final, si es que lo hay. Así, en marzo de 2009, podíamos leer que ‘el Ministerio de Fomento de Magdalena Alvárez, frena la autovía A-43 de Mérida a Puertollano para realizar un nuevo estudio’. La historia antigua –como la historia testamentaria–, cuenta El Periódico de Extremadura “de esta autovía arranca en 1997, cuando se realiza el primer anuncio de su construcción. Ya en 1998 se incluye en presupuestos una partida para los estudios previos –de hecho, el código actual de esta obra sigue empezando por 1998–. Hasta el 2000 no hay novedad, cuando sale a información pública el estudio informativo del trazado. Luego, en el 2001, el expediente pasa a Medio Ambiente. Sin embargo, es retirado por Fomento y vuelve a salir a información pública en el 2002, para volver a Medio Ambiente en el 2003. Entonces es Medio Ambiente quien rechaza el expediente, porque el trazado elegido por Fomento sólo recogía el tramo extremeño, dejando en el aire el de Ciudad Real. Fomento retoma los estudios y en el 2005 presenta varias alternativas (en el anterior expediente sólo figuraba la opción sur): una por el norte, siguiendo la N-430; otro por el sur, bajando de Torrefresneda a Quintana y de ahí a Castuera, y otro centro-sur, bajando por Don Benito y Campanario hasta Castuera. Este nuevo expediente sale a información pública en marzo del 2007, y a partir de ahí empieza la historia contemporánea”.
Algo igualmente parecido, puede afirmarse de la autovía Ciudad Real-Toledo, con los estudios, variantes, alternativas y rectificaciones de la N-401 que sólo saben dilatar los plazos y las esperas a su paso por Fuente el Fresno. Baste recordar que, en 1984, el primer presidente de la Comunidad Autónoma, José Bono Martínez, se comprometió a que todas las capitales provinciales, estuvieran unidas por autovía en el plazo de unos años. Algo que ocurrió hace 37 años, y cuatro presidentes regionales después, seguimos como al principio. En noviembre de 2009, el Gobierno Regional de Barreda ofrecía al Ministerio de Fomento tres alternativas y otro compromiso imperial e incumplido: “que el 96 por ciento de los castellanomanchegos residan a menos de 15 minutos de una autovía o autopista; y el 70 por ciento tenga acceso directo, además de aumentar las condiciones de seguridad en todos sus desplazamientos”. No olvidando que ya “en mayo del año 2007, el Ministerio de Fomento rechazó la alternativa propuesta para la AP-41 por motivos medioambientales”. Finalmente, y como colofón provisional, anotamos que “El Tribunal Supremo ha anulado el proyecto presentado por la Junta de Castilla-La Mancha de construir la autovía Toledo-Ciudad Real -cuyo estudio fue presentado en 2010- ‘por afectar a la naturaleza de Montes de Toledo’”.
Igual podríamos decir, abundando en el tiempo, de la conocida como Tubería manchega que se quería ver como ‘el futuro hídrico de la región’. Con una primera piedra dispuesta en 1987 –derivación experimental del Tajo a las Tablas de Daimiel–, otra en 1993, con la segunda prórroga del Trasvase experimental y, finalmente, en 1995 con la Ley que contemplaba las derivaciones de caudales desde el Tajo a la Alto Guadiana que se conocería como Trasvase de la Llanura Manchega. Desde entonces hasta ahora 2021, que el Consejero de Agricultura de la Junta de Castilla-La Mancha, nos avisa de que “En 2021 se pondrá en marcha la tubería a la llanura manchega”.
En el fondo, y en palabras de Michel Tournier: “el tiempo no se distingue del espacio más que por su irreversibilidad”.
Periferia sentimental
José Rivero
Y no solo no se han hecho sino que todo lo invertido, presupuestado, consignado, en maquetas, proyectos, estudios… se ha ido por el albañal.
Asuntos que requieren complejos trámites administrativos….