Esta sección sobre árboles singulares de Ciudad Real, ofrecida en colaboración con la Concejalía de Medio Ambiente con la pretensión de dar a conocer parte del patrimonio natural de la capital, recopila el catálogo elaborado por José Arrieta, jefe de sección de Parques y Jardines.
Motivo de la singularidad.- Es una conífera que tiene un gran tamaño y desarrollo, y guarda unas excelentes características básicas de su especie. De acuerdo a la época de construcción, de los jardines de la zona del Parque Antonio Gascón donde se encuentra plantado, este árbol podría tener unos 45 años.
Porte y descripción del árbol.- Su porte es piramidal, su desarrollo es bastante regular y homogéneo en toda su altura y su tronco se presenta sensiblemente recto.
El árbol se encuentra ramificado desde unos 2 metros de altura, su tronco es cilíndrico, macizo, un poco rugoso y acanalado y sin protuberancias. Las ramas principales y secundarias se encuentran bien formadas, distribuidas homogéneamente a lo largo del tronco y en todas las direcciones, cuenta con guía única y bien formada.
Estado de conservación general.- El árbol se encuentra en un adecuado de conservación, no se le aprecian plagas ni enfermedades, aunque se le aprecia una pequeña clorosis ferrica en la parte baja del árbol. No ha sido podado nunca, recortado, ni refaldado. Se aprecian raíces superficiales sobre todo debido a que se encuentra en una pradera de césped y el tipo de riego es por aspersión, pero no espiraladas ni estáticas. Su fructificación es buena y su desarrollo y tasa de crecimiento adecuados para su especie y la zona climática en la que se encuentra.
Descripción del entorno.- Se encuentra en el interior del Parque de Antonio Gascón, junto al paseo principal. Esta plantado dentro de un pequeño parterre ajardinado y con tratamiento superficial en pradera de césped. Se puede apreciar la misma, desde el paseo principal, pues se encuentra en su inicio, pegada a su margen derecho en dirección a la entrada del Cementerio Municipal.
Cedro del Himalaya
Este gigante recibe también el nombre de cedro del Himalaya o de la India. Es aquí un testigo mudo y místico que en su interior encierra los aromas del incienso sagrado.
No está solo, otro cedro le acompaña como fiel compañero, a su lado y casi en segundo plano. Esta pareja de árboles me recuerda el poema de Jalil Gibran sobre el matrimonio: “Juntos estaréis en la memoria silenciosa de Dios. Mas dejad que en vuestra unión crezcan los espacios. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros”.
Juntos miran, ya sin asombro, el monumento a los caídos que desde 1986 permanece frente a la verja de entrada del cementerio. Quisiera la cruz de piedra ser espejo del árbol y hablar de vida y no de muerte, pero la única vida que la adorna es la de los muchos gatos que trepan y duermen entre sus losas de granito.
Hay quien llama a los cementerios “jardines de paz”. A veces son, como el nuestro, auténticos bosques de cipreses, esos árboles que dicen que también creen en Dios. Pues, frente a la entrada de nuestro campo santo, dos cedros de la india, como monjes budistas en ascético silencio, nos recuerdan que la vida sigue plantada entre vivos y muertos.
I L G
Muy bonito
Otro árbol singular, sin duda.
El comentario final sobra. Los arboles no tienen creencias religiosas, ni capacidad de asombro y el monumento a los caídos ya está sobrando.
El monumento a los caídos dejó de ser tal monumento a los caídos desde el mismo momento en que se eliminó cualquier inscripción que hacía referencia a tal cosa. A ver si ahora los rojeras os vais a empeñar también en derribarlo, que parecéis talibanes.
Ésta sección me gusta mucho, espero que continúe. Es un oasis entre tanto artículo panfletario político.
Muchas gracias al autor!
Símbolo de inmortalidad….