GTA Pulso.- Dicho así puede sonar frío, impersonal. Ahora bien, si hablamos de nuestra casa, de nuestro hogar, el lugar íntimo, de acogimiento, descanso, crecimiento y seguridad, donde realizamos y compartimos nuestro día a día suena mucho más humano, ¿verdad? Si, además, tenemos en cuenta lo que hemos vivido durante los últimos meses por el coronavirus, el concepto de vivienda, de hogar, cobra aún más importancia. Durante largas semanas ha sido prácticamente lo único que hemos tenido, nuestro único espacio de vida.
El caso es que, volviendo al sentido de vivienda como derecho, cualquier persona debería tener acceso a una vivienda digna. Y no es que lo digamos nosotras, es la propia Constitución de 1978, esa que llena las bocas de mandamases y políticos, enaltecida como garante de libertad y derechos, la que establece que todos los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. También la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 o la Carta Social Europea de 1961 son documentos internacionales que establecen este derecho fundamental, pero nos parece hipócrita que el cumplimiento de nuestros derechos más básicos sea ignorado por quienes los glorifican e idealizan. ¿Cuál es el problema de la vivienda entonces? ¿Qué hace que el acceso sea cada vez más difícil para más gente? ¿Por qué es tan elevado el número de desahucios? ¿Por qué hay tanta gente sin casa y tantas casas vacías? ¿Por qué la okupación, a pesar de su ilegalidad y la precariedad e inestabilidad que implica, continua como alternativa habitacional? Para entender la situación actual hay que analizar lo que para el capitalismo significa la vivienda: un bien de consumo, una mercancía más que puede generar tremendos beneficios a través de su acumulación y especulación. A día de hoy esto parece un dogma casi incuestionable. Se defiende con uñas y dientes que se puedan comprar casas y especular con ellas, mientras se mira para otro lado ante vecinas que se quedan sin un sitio donde vivir o se ven abocadas a hacerlo en condiciones pésimas. Como siempre, para el capitalismo el beneficio está por encima de las personas. Detrás del entramado que maneja el mercado de la vivienda encontramos sociedades, instituciones y personas que se enriquecen a costa de un mercado desregulado y la miseria que produce. Entidades bancarias, multipropietarios y fondos buitres poseen gran parte de las viviendas de este país y especulan con su valor sin importarles cómo afecta a la estructura social de su barrio, ciudad o país. Un escenario favorecido por las decisiones de los dirigentes políticos y empresariales, que legislan bajo mandato del mercado a cambio de su tajada. Para nosotros el problema de la vivienda no solo se limita a los problemas que podamos tener para pagarla, sino que está estrechamente relacionado con asuntos que nos atraviesan como personas. Hablamos de la precariedad laboral y de una desigualdad de clase cada vez más aguda que nos dificulta como gente trabajadora el acceso a una vivienda digna en la que imaginar un proyecto de vida. La respuesta que en la mayoría de los casos las personas afectadas dan a estos problemas es a título individual. En el mejor de los casos, aquellos que lo tienen, se apoyan en su círculo más cercano. Ya sea por el estigma y la vergüenza que a nivel social genera la falta de recursos, por el individualismo o por la falta de herramientas y organizaciones colectivas que predominan en nuestros días, las personas afectadas se ven solas ante tal peligro. Para nosotros, al tratarse de un problema estructural que nos puede afectar a cualquiera, la respuesta debe ser colectiva. Y debe ser a través de un discurso y unas prácticas que cuestionen la totalidad del sistema capitalista en el que vivimos, un sistema político, económico y social en el que el dinero está por encima de las personas y sus necesidades.
Apostamos por enfrentarnos a los problemas y construir soluciones de manera conjunta, a través de nuestras organizaciones y sindicatos, en nuestros barrios, dejando a un lado el individualismo y el egoísmo. Es posible otra sociedad en la que las personas, su desarrollo y sus necesidades sean respetadas y podemos empezar a construirla aquí y ahora.
¿Por qué es tan elevado el número de desahucios? ¿Por qué hay tanta gente sin casa y tantas casas vacías? ¿Por qué la okupación, a pesar de su ilegalidad y la precariedad e inestabilidad que implica, continua como alternativa habitacional?
Estando de acuerdo en que el derecho a una vivienda digna es un derecho reconocido por la constitución y por las leyes internacionales, lo que hay que defender es que hay que tener el derecho y deber de trabajar en condicones dignas que permitan comprar o alquilar una vivienda, sea la vivienda publica, privada. lo que no es defendible es equiparar la situación de quien ha perdido sus ingresos y el banco les o las desahucia, a quien da una patada en la puerta y se mete en una vivienda de quien sea porque tiene un derecho a la vivienda que nunca estuvo en condiciones de exigir.
Apoyo a quienes se ven abocados a los desahucios (si es de banco, fondo buitre, alquiler social. Si es de particulares, buscar viviendas de bancos, que sean de alquiler social) Ningún apoyo a quien quiere «okupar» sin haber hecho nada nada por tener una vivienda legalmente, y sin haber generado ningún tipo de ingresos, nada más que invocando la consittución como si fuera un mantra. Criar parásitos nunca es bueno.
En el fondo, se apela a la «caridad» como se apelaba en los cincuenta. La diferencia es que ahora la caridad, se llama la Constitución como en los 50 era la beneficencia.
Apostamos por enfrentarnos a los problemas y construir soluciones de manera conjunta, a través de nuestras organizaciones y sindicatos, en nuestros barrios, dejando a un lado el individualismo y el egoísmo.
El individualismo y el egoísmo es de quienes no haciendo nada por los demás, no pagando impuestos, pretenden que los demás subvengamos sus gastos y sus apetencias. Es muy lícito independizarse a los 18 años, pero si no puedes «pagar» tu comida, tu electricidad, tu móvil, tu casa, tus sábanas o hasta tu papel higiénico… quédate en casa y empieza a independizarte. Que el sistema no va de que a cada uno le pague lo que le apetezca, sino de contribuir. Y las okupaciones de gente que quiere su derecho a la vivienda por encima del derecho de los demás, me parece una pataleta de primero de educación infantil
«El individualismo y el egoísmo es de quienes no haciendo nada por los demás, no pagando impuestos, pretenden que los demás subvengamos sus gastos y sus apetencias»
Dar por supuesto, entonces, que la gente que se queda sin casa es por egoísmo, ¿no? Del precio de la vivienda, las cláusulas suelo, las crisis que hemos pagado los de siempre ni hablamos, el que se queda sin casa es por individualismo y egoísmo. Me parece increíble. Nuestro dinero también fue destinado, te recuerdo, a rescatar al sistema bancario. Supongo que sacarás las uñas igual con respecto a ello.
«es muy lícito independizarse a los 18 años, pero si no puedes «pagar» tu comida, tu electricidad, tu móvil, tu casa, tus sábanas o hasta tu papel higiénico… quédate en casa y empieza a independizarte. Que el sistema no va de que a cada uno le pague lo que le apetezca, sino de contribuir»
Con una diferencia: puedes hacerlo si eres una de familia de ricos que te pueden poner un piso donde quieras. Y ahí da igual que no trabajes, que no contribuyas y que te rasques la tripa. Los errores que cometas no te pesarán tanto y tus hijos y nietos tendrán el mismo privilegio porque siempre podrás salir adelante con la pasta familiar. Es decir, que partimos, de base, de una desigualdad brutal. Y que si no haces nada está mal cuando eres un currela. Y que si trabajas y eres un currela y te quedas sin casa porque has perdido el curro, te jodes porque es por egoísmo. Y a morir de frío y asco en la calle, por listo y no haber sido hijo de Florentino Pérez.
O no haber sido dirigente de Podemos o el PSOE. Sus nuevas generaciones son la inmensa mayoría hijos de papá.
Totalmente. Ni de PP, C’s ni Vox. Todos y cada uno de sus miembros van a tener pensiones que jamás vamos a tener ni nosotros ni nuestros hijos y nietos, que probablemente tengan que trabajar hasta que no puedan más y esperar a ver qué les queda para pasar los últimos años como mejor puedan
Esto va de eso, que mientras los demás nos empobrecemos ellos progresan. Son los progresistas, y tanto que lo son.
Los periodistas callados porque también están huntados.
«Estando de acuerdo en que el derecho a una vivienda digna es un derecho reconocido por la constitución y por las leyes internacionales, lo que hay que defender es que hay que tener el derecho y deber de trabajar en condicones dignas que permitan comprar o alquilar una vivienda»
Quizá lo que haya que empezar a defender sea que ese derecho sea ejecutado de forma real, no? O quitarlo de la ley, aunque sea por verguenza.
«lo que no es defendible es equiparar la situación de quien ha perdido sus ingresos y el banco les o las desahucia, a quien da una patada en la puerta y se mete en una vivienda de quien sea porque tiene un derecho a la vivienda que nunca estuvo en condiciones de exigir»
Hablas de que no se pueden equiparar, pero, ¿eres consciente de que en la mayoría de los casos los que pegan la patada a una puerta son los que han sido desahuciados previamente? Que le metan una patada a la puerta de alguien cuando no está me parece inadmisible, pero ¿de verdad es ese caso el representativo de esta situación? Me parece que no, y que en la mayoría de los casos las patadas se pegan a casas de bancos, fondos buitres o grandes tenedores de viviendas. Por otro lado, ¿como puede ser que se tenga derecho pero no se está en condiciones de exigir..? ¿Acaso el hecho de que sea un derecho como tal no implica que se pueda elegir? ¿Pondríamos condiciones a otros derechos que están mucho más integrados y asumidos en nuestro día a día?
No entiendo como puede ser que cada vez que se habla del derecho a una vivienda digna se hable más en los términos que tú hablas que de los precios tremendante abusivos que sufrimos los cuales, unidos a una situación de precariedad y falta de recursos generalizada y cada vez más acuciante, hacen que acceder a una vivienda sea cada vez más difícil acceder a una vivienda digna.
Pero oye, es el mercado amigo…
Los problemas para garantizar el derecho a la vivienda son fruto de tendencias históricas iniciadas durante la dictadura franquista e incluso anteriormente, en el primer tercio del
siglo XX. Tras la crisis económica, estas tendencias siguen manteniéndose,
aunque conviven con algunas señales de cambio……