{mosgoogle}Seis décadas después, no todos los seres humanos “nacen libres e iguales en dignidad y derechos” como refleja la Declaración porque aunque hemos avanzado mucho en el respeto a los derechos humanos desde los horrores vividos tras la II Guerra Mundial que dieron pie a esta Declaración, este avance no ha sido, ni mucho menos igual en todos los países del mundo ni a todos los niveles.
El pasado mes de septiembre tuve la oportunidad de participar en la 61 Conferencia Anual organizada por el Departamento de Información Pública de ONG’s de la ONU bajo el lema “Reafirmando los Derechos Humanos: La Declaración Universal a los 60 Años” en la que nos dimos cita 2.000 representantes de organizaciones no gubernamentales de 90 países en la que a través de cinco grupos de trabajo se analizó la situación actual llegando a la conclusión de que aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos es un hito histórico, estos derechos inalienables al ser humano siguen sin respetarse, en mayor o menor medida, dependiendo de los países.
Pero, además, quedó patente que a la hora de hablar de la vulneración de los Derechos Humanos, las mujeres y los niños son los que la sufren en mayor medida porque sesenta años después seguimos viendo, desgraciadamente, cómo se vulnera el Artículo 4 que establece que “nadie estará sometido a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.
La realidad es que hoy en día, alrededor de 27 millones de personas en el mundo, en su mayor parte mujeres y niños son propiedad de alguien en contra de su voluntad, una cifra que se eleva a unos 400 millones de personas si contamos otras formas de esclavitud como la de realizar trabajos sin derechos o a cambio de casi nada o la utilización de la infancia utilizada y explotada ya sea en burdeles, en fábricas o en campos de batalla.
Pero son mucho más los derechos que siguen siendo vulnerados en pleno siglo XXI: el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona; el derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho que tiene toda persona a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial; el derecho a la presunción de inocencia mientras no se pruebe la culpabilidad; el derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado; el derecho a salir del cualquier país y a regresar a su país; el derecho a la propiedad; el derecho al empleo… y tantos otros derechos que a quienes tenemos la suerte de residir en un país desarrollado nos pueden parecer obvios pero que miles de personas no disfrutan en muchas otras partes del mundo.
Por ello, en la celebración del 60 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debemos sumarnos a la Campaña que bajo el lema “Dignidad y Justicia para Todos”, que ha iniciado hoy, 10 de diciembre de 2008, la Organización de Naciones Unidas y que se prolongará a lo largo de un año con el objetivo de continuar avanzando en el cumplimiento y el respeto de los Derechos que recoge la Declaración y de los que deberíamos disfrutar todos por igual porque todos nacemos libres e iguales, con los mismos derechos universales inherentes al ser humano.