Carlos Sanz.-De los espacios naturales protegidos existentes en nuestra provincia, el Abedular de Riofrío es, sin duda, el más singular. Forma parte de una reserva fluvial ubicada en una finca propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, por lo que para visitar este ecosistema único es requisito necesario el solicitar permiso por correo electrónico o por teléfono con suficiente antelación a la Dirección Provincial de Agricultura y Medioambiente.
¿Qué hace único al Abedular de Riofrío? Fundamentalmente el hecho de que se localiza en una cota excepcionalmente baja (unos 630 metros) en comparación con otros abedulares repartidos por el Sistema Central o Sierra Nevada, situados a más de 1.000 metros de altitud. Su valor añadido, lo que le confiere un carácter excepcional, es que nos encontramos ante el abedular más meridional de la Península ibérica y posiblemente de toda Europa. Por este motivo, estamos ante un enclave genuino en territorio ciudadrealeño y que podemos visitar previa autorización de la administración regional.
Este espacio natural protegido se encuentra al oeste de Ciudad Real, en el término municipal de Puebla de Don Rodrigo. Se accede a través de la CR-721 que conecta Piedrabuena con Arroba de los Montes y ocupa una superficie superior a las 300 hectáreas que fueron declaradas reserva fluvial en el 2003, como así se refleja en la orden publicada por el gobierno regional.
El abedul que aparece en la umbría de Riofrío se distingue genéticamente de otras poblaciones peninsulares, originando una variedad reconocible por el poco desarrollo de sus frutos. Aun así, el visitante de este magnífico enclave se quedará abrumado al contemplar los abedulares de tronco plateado que flanquean la margen del río. Es importante resaltar que el abedul es una especie de chopo con tronco de color blanquecino muy difícil de localizar al sur del Sistema Central. Estas características hacen del Abedular de Riofrío un sistema complejo que alberga variados hábitats.
De hecho, a lo largo del valle de Riofrío nos encontramos con quejigares, fresnedas, saucedas, brezales, comunidades anfibias y de nutrias. Todas estas especies vegetales están protegidas y sirven de cobijo a una fauna que encuentra en este espacio un lugar óptimo para muchas de sus actividades: pastoreo, nidificación o descanso.
Hábitats de alto potencial ecológico
Además, a lo largo de la reserva fluvial también nos encontramos con especies vegetales protegidas como el Carex echinata, una pequeña planta que crece en bosques húmedos, o la Paeonia broteri, conocida como “flor de lobo” o “escaramón” con unas llamativas flores moradas. Y sobre todo, una de las joyas botánicas al borde de la extinción, el mirto de Brabante. Suele crecer en terrenos de turberas, zonas húmedas propias de países fríos. En la Península ibérica se localizan en la mitad norte y en áreas de alta montaña. En Ciudad Real, por tanto, constituyen un hábitat muy escaso y vulnerable ante cualquier alteración del régimen hídrico.
Otra de las peculiaridades del abedular es que alberga más de 19 especies de aves reproductoras, de las que 16 están incluidas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha, entre otros el pico picapinos, el ruiseñor, el chochín, el petirrojo, el mirlo, el herrerillo común, el trepador azul o la oropéndola. Asimismo, habitan rapaces como el azor, el gavilán y el águila culebrera. En el agua aparecen el galápago leproso y el galápago europeo. Y como guinda del pastel, durante los meses de otoño, los amantes de la micología pueden disfrutar de una nutrida variedad de ejemplares, siendo habitual ver hongos como la Amanita Muscaria, Lepista Nuda, Macrolepiotas, variedades de Russula y el sorprendente hongo de la corteza de cobalto o Terana Caerulea.
Una vez que se obtiene el permiso, hay dos tipos de visitas para disfrutar de la reserva fluvial y siempre acompañados de agentes medioambientales que nos guiarán por los terrenos visitables, ya que se han acotado zonas que no se regeneran espontáneamente. Hay, por tanto, una senda más larga (unos 12 kilómetros) que se inicia desde las casas forestales hasta la propia reserva fluvial y otra de 5 kilómetros que discurre bajo los abedules por la margen izquierda del río serpenteando entre las sierras de la Podadilla y Puerto Quemado. Cuando la senda confluye con el arroyo de los Baños, llegamos a los Casuchones, un encharcamiento que recibe el nombre de trampal o bonal característico de suelos de turberas como antes se ha señalado.
Podemos afirmar sin tapujos que el Abedular de Riofrío es una zona de altísimo potencial ecológico. Se encuentra en buen estado de conservación siendo los meses de otoño y primavera la mejor época para visitarlo y rendirse ante la belleza y singularidad de este espacio natural protegido. Nuestra provincia atesora una auténtica joya de la corona en cuanto a patrimonio natural.
Observaciones: la visita al Abedular de Ríofrío no puede hacerse libremente. Es necesario solicitar permiso por teléfono a la Delegación Provincial de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, tel: 926 27 93 81. También se puede solicitar por correo electrónico a rfabedularderiofrio@jccm.es.
Carlos Sanz.– Durante más de 12 años me he dedicado al oficio de contar las cosas. En la universidad me convertí en historiador del arte, me metí en el proceloso mundo del turismo formándome como informador turístico y trabajando como técnico. De todo ese batiburrillo sale una devoción, la de comunicar, una pasión por el patrimonio, lo cultural y el arte. De eso va esto.