Almodóvar del Campo ha celebrado por quinto año consecutivo su Jornada Avilista, una oportunidad de acercarse a la vida, obra y doctrina del santo paisano Juan de Ávila, al calor de la conmemoración de su proclamación como Doctor de la Iglesia universal el 7 de octubre de 2012.
En esta ocasión, a colación de la terrible pandemia de la Covid-19, el tema elegido ha rezado ‘Vino generoso. Un acercamiento a la enfermedad en la espiritualidad de San Juan de Ávila’ que, con toda profusión de alusiones a datos y escritos sobre este particular de tan ilustre almodovareño, ha ofrecido José Manuel Seijas Costa.
Diácono perteneciente a la Diócesis de Madrid y puntual predicador en celebraciones eucarísticas en la parroquia de Almodóvar del Campo, desentrañó una de las máximas del santo, cuando propugna: ‘No digáis mal de las enfermedades ni de los trabajos. Mirad cómo los envía Dios por nuestro bien’.
“Podría parecer que este hombre no estaba en sus cabales para decir eso”, refería con cierto sarcasmo el ponente, para referir a continuación que ese pensamiento avilista cuenta con un “hondo significado” pues para el santo la enfermedad no es sinónimo de desgracia, de castigo, de condena o de suplicio.
Y es que, desde su profunda fe, Juan de Ávila apreciaba la enfermedad como un “lugar teológico, donde Dios se manifiesta en nuestra vida de una forma singular”, apostillando Seijas que desde este punto de vista “la enfermedad nos ayuda a conocernos y a acercarnos a Dios”.
A esta conclusión llegaría el también patrón del clero secular español, como abundó el ponente, “desde su propia experiencia personal de la enfermedad; porque parte desde una mística de la Cruz en la que asimila la enfermedad a la Cruz de Cristo; y porque tiene un particular concepto de la caridad, de la compasión y de la misericordia”.
Aludiendo a la biografía que de san Juan de Ávila escribiera fray Luis de Granada, los asistentes a esta V Jornada Avilista organizada por la Hermandad de los Santos en colaboración con la Parroquia, supieron que el santo almodovense padeció unas “graves enfermedades” por espacio de “diecisiete años”.
Por tanto, “él tuvo una experiencia personal de la enfermedad muy intensa” unida al “dolor y sufrimiento” que ya le reportó su paso por la Inquisición y por la cárcel por sus posturas humanistas en la época y que desembocaría en los padecimientos de sus últimos años en Montilla (Córdoba), todo lo cual le hizo empatizar y estar cerca de toda persona sufriente a su mismo nivel y especialmente de “quienes llevan en sus cuerpos y en sus almas los padecimientos de Cristo”.
Su fe en el Señor era tal que, como también relataba el citado biógrafo, “no predicó menos desde el lecho que había predicado en el púlpito, porque todos los que le visitaban salían muy edificados de verle padecer y aquella grandeza de ánimo de ofrecer a Dios los que padecía”.
Ese mismo consuelo transmitía en sus cartas a coetáneos enfermos a los que escribía para insuflar esa misma fe, denotando en su ser “habilidades de escucha activa y empatía, conmoviéndose sin compadecerse, ofreciendo un acompañamiento sanador y mostrando resilencia”, lo cual es esa “concepción actual” de acompañar a los enfermos.
Y es que, refería José Manuel Seijas, san Juan de Ávila “personalmente siempre consideró a los enfermos objeto de especial atención y en Baeza introduce la norma de que los universitarios deban visitar con frecuencia el hospital en especial los sábados”, introduciendo también, como un adelantado a su época, el voluntariado.
Lo cual llevaba al diácono madrileño a reafirmar que “la hospitalidad con los enfermos es un signo inequívoco de la caridad cristiana y constituye parte de su enseñanza reformadora, poniendo en el centro de la preocupación pastoral a pobres, enfermos y sufrientes porque en ellos se hace presente de una forma singularísima el mismo Cristo”.
De manera que, apostilla Seijas Costa, “el espíritu humano que posee el Maestro Ávila, sabe compaginar fe y cultura, progreso integral, organización, Iglesia y mundo, razón y creencia en Dios”, por lo que “a la luz de la Cruz, el sufrimiento se convierte en fuente de alegría y sanación para todos los enfermos que se asemejan a Él”.
Una reflexión de algo más de una hora de duración, que fue seguida por alrededor de 150 personas conforme a los pertinentes protocolos parroquiales de distancia social y uso de mascarilla que aplica la Parroquia en sus eucaristías diarias, entre las que se encontraba también el alcalde José Lozano.
Isabel Fernández del Río, presidenta de la Hermandad de San Juan de Ávila y San Juan Bautista de la Concepción, que había presentado al ponente junto al párroco Juan Carlos Torres Torres, cerró el acto expresando la felicitación y la gratitud por tan oportuna charla con el deseo de que también sirva para estar más cerca del Señor en la actual coyuntura del coronavirus.