Jesús Millán Muñoz.– Me he preguntado muchas veces, sin ser Ciudad Real: Nueva York, París, Berlín, si es un pequeño lugar con acontecimientos culturales de forma reiterada y que quizás, no somos conscientes de ello.
Me he preguntado muchas veces, desde hace lustros, si de alguna manera, llevamos implícitos en nosotros, un doble sentimiento, por un lado estamos como en una situación de duermevela, constante, aunque las nuevas generaciones hayan viajado por el extranjero, hayan estudiado fuera, hayan acabado fuera y después dentro. Y, por otro lado, un cierto “complejo o sensación de inferioridad”, una especie de “tristeza de inferioridad”. Ya sé que indicar, asomar por la ventana ese “concepto y término”, es para que muchos, levanten las espadas y se rompan las telas de los trajes o se mesen la barba que tuvieron cuándo fueron jóvenes.
En todas estas realidades conceptuales y emocionales, me he preguntado, en estos últimos años, si me debería fijar más, más sistemáticamente, porque ya lo vengo haciendo, en “anotar diversidad de acontecimientos culturales”, que suceden en esta ciudad, comarca, provincia, región, y “expresar algunos aspectos”, que por lo natural, capto, y que diríamos se quedan en el tintero del cerebro sin surgir, ni siquiera al cemento del ordenador, y menos en la página o pared o del medio público de Internet.
No ser un cronista, porque ya cada villa y pueblo y ciudad, ya tiene sus cronistas oficiales, que por otro lado, no sé muy bien, cual es su función o finalidad, y en qué o cómo plasman su labor. Que no niego necesaria. Sino más bien, si no todos los acontecimientos culturales que se produzcan, palabra acontecimiento que me gusta más que evento, ese anglicismo que ya en cada acera y pared se escuchan cuando dos voces-cerebros están hablando del último concierto que se produjo en alguno de los locales de la ciudad…
Cierto es, que no me agrada, por ejemplo, ver las exposiciones, los días de las inauguraciones, porque o hay muchas personas, por lo cual, no escuchas bien los colorees que hablan desde las paredes, o existen muy pocas, y diríamos al autor del acontecimiento plástico, se queda mirando y dando vueltas sin saber qué hacer. Cosa esta última que sé, lo que es.
Evidentemente, en otras realidades culturales, o tienes que ir, el día, porque solo existe ese día y esa función y esa finalidad y esa meta.
Diríamos, que esto que surge en la conciencia, de vez en cuando, después, me pregunto, qué sentido tiene, que ya, diríamos en la recta final de mi modesta existencia, empezar a analizar ciertos acontecimientos, de los que se denominan cultura. Primero, no entiendo de todos los géneros y saberes y artes. Segundo, es demasiado tiempo, en la calle, tiempo que necesito para continuar reflexionando. Tercero, nunca la farándula y fiestas culturales han sido de mi agrado, porque la experiencia indica hay mucha acritud y mucho vinagre y demasiada sal, mal utilizada. Cuarto, siempre me ha gustado poner, no quitar, porque en todo cuadro hay notas negras y grises, pero también hay colores, o dicho de otro modo, me agrada más resaltar lo bueno y lo correcto, aunque no todo sea de ese color. Si no tenemos grandes industrias, tampoco tenemos grandes “eventos culturales” como en Nueva York, pero si debemos valorar lo mucho o poco que en estos aires se materialicen…
Ahí, se queda la propuesta que me hago a mi mismo, o que la realidad me hace a mi mismo. Quizás, esas realidades culturales, no puedes asistir a todas, porque contrariamente a lo que se piensa, ahora, al menos, antes de este marea o huracán en forma de virus que ha atravesado Europa, antes de estos acontecimientos, existían cada semana, varias nuevas realidades que denominamos cultura, cada día, al menos uno o dos. O, raro era el día.
Esto obligaría o autoobligaría, de alguna manera, todos los días a estar en la calle, por algo, cosa que no me agrada. Porque entiendo, que estas lunas, no sé si docenas o cientos que aún me resten, lunas llenas, no sé si tengo que continuar reflexionando y pensando, rumiando quizás tantos conceptos que pululan como en un partido de futbol o boxeo en la cabeza, y que buscan el encaje, armonía que quizás no encuentren. Pero, sin llegar, a la maximilización de narrar todo, quizás, digamos un veinte por ciento de ellos, porque ya, el diez por ciento, creo que lo realizo. Quizás, quizás debería plasmarlo y acristalarlo.
Unos, colaboran en ONG en medio o al final o al principio de sus existencias. Algo de eso, en los primeros aconteceres de mi modesto existir, también realicé, aunque entonces no tenían esos nombres. En mi caso, ahora, podría indicar, que colaborar con este pequeño papel de forma más sistemática y más rutinario sería mi pequeña “ong”…
No sé si este debate, como terminará en el fondo del corazón-psique-mente-alma-carne de un ser humano. No sé que bando ganará. De todas formas, ya existen otras voces que hacen lo mismo, comentando según su parecer, unas realidades u otras. Quizás, la diferencia de matiz, es que en este caso, “no solo utilizar el silencio como crítica” que tanto se hace por estos paisajes, es decir, no comentar nada de alguna realidad, y así, casi no existe.
También, o utilizar mucho la alabanza o una crítica feroz. O, por último, quizás exista otro camino, revalorizar lo que tenemos, poco o mucho, que tanto necesitamos, y todo acontecimiento ser consciente, que “puede tener muchos parámetros y muchas vertientes”. Al final, le preguntaron una vez a Edison una señora, “que para que servía una bombilla”, y dicen que él contestó, “para que sirve un niño cuando nace”.
Me temo que la pregunta que le hicieron a Edison y la respuesta de Edison, ambas son erróneas, al menos las respuestas que expresaron ambos contertulios. Quizás, si mi animo, en este último trayecto de mi existir, que no sé cuándo se apagará la luz, o tendré un mínimo de fuerzas, quizás, continúe como hasta ahora comentando algunos acontecimientos culturales, más bien, dándole una proyección de esa interrelación de algo “cultural” engendrado en estos lares, con una dimensión de sentido común, de esperanza, sin acritud, y de literatura y filosofía.
No una crónica fría o caliente de un hecho que ayer sucedió y al día siguiente se plasma en letras de Internet o de papel, de las antiguas imprentas o crónica de radio, o si es muy importante, en la pequeña televisión regional o local, sino “una realidad que como un pulpo o árbol tiene muchas raíces”, quizás, quizás narrar alguna y algunas. ¡Pero para eso, no tendría que ser una crónica cada semana, sino varias en ese tiempo! ¡Y, no me engaño, tengo fuerzas y ganas para ello, suponiendo que me lo permitan, para no tener demasiada presencia en las páginas informáticas! Paz y bien.