Achraf Rachidi. Julián Sanz Real. José Hernández,- “Una tarde, a principios de diciembre de 1955, estaba sentada en la primera fila de asientos para personas de color en un autobús de Montgomery, Alabama. Los blancos ocupaban la sección blanca. Subieron más personas blancas y todos los asientos de la sección blanca quedaron ocupados. Cuando eso sucedía, nosotros, los negros, debíamos ceder nuestros asientos a los blancos. Pero no me moví. El conductor, blanco, me dijo: ‘Deja libre esa primera fila’. No me levanté. Estaba cansada deceder ante los blancos”.
Que lejos queda esa época en la que la afroamericana Rosa Parks, armada de dignidad, se negaba a ceder su asiento en un autobús público a una persona blanca provocando así la chispa que desembocó en una ola de esperanza y de movilización social en pos de los Derechos Civiles de unos Estados Unidos sumidos en políticas discriminatorias en contra de la solemne Declaración Universal de los Derechos Humanos.
A día de hoy, a ambos lados del Atlántico, es evidente que ha habido cambios fundamentales en cuanto a integración y a los Derechos Civiles asociados. Aun así, las nuevas (viejas) demandas siguen tan vigentes como el primer día y reclaman, cambios estructurales enraizados en la misma concepción de los Estados, para que así, se den pasos en firme en un sentido civilizatorio integrador.
Caso Tarajal, tras un intento de entrar en fronteras españolas por parte de unos 200 inmigrantes, agentes de la Guardia Civil intentaron evitar que alcanzaran tierra firme mediante un uso excesivo de la fuerza y de material antidisturbios (pelotas de goma, botes de humo…) como reconocieron posteriormente las autoridades que testificaron sobre el caso Tarajal, durante este suceso murieron 14 personas, 1 desapareció y 23 fueron entregadas a las autoridades marroquíes en caliente, sin ningún procedimiento formal. La archivación de su caso, y la reciente desestimación de los recursos de apelación presentados por varias ONG, constituye un precedente de impunidad y violación de los DDHH en la frontera sur y nos recuerda que aún hay mucho que hacer.
El admirable movimiento “Black Lives Matters”, acentuado por el mediático asesinato de un desarmado George Floyd a manos de un agente de policía, con movilizaciones constantes, de costa a costa de EEUU, nos recuerda que aún hay mucho que hacer.
Es una realidad que hay hechos aislados, que nada que ver tienen con dinámicas racistas, hechos meramente fortuitos en los que no se tienen en cuenta los sesgos raciales. Estos no son los preocupantes, ni los peligrosos, más allá de la mera aleatoriedad. Pero cuando se amparan ciertas actuaciones, dinámicas o comportamientos, como sociedad, tenemos un problema.
No decir si quiera cuando desde las propias instituciones se alientan comportamientos viscerales con un claro sesgo racial, es decir, cuando los y las racistas tienen poder institucional. Para no ir más lejos, ayer desde la cuenta oficial del Ayuntamiento de San Lorenzo de Calatrava, se emitía el siguiente mensaje:
En dicho mensajeno se está informando de la ejecución de algún delito, infracción, etc. Aquí podemos ver cómo se asocia a un pueblo; una cultura; una creencia, a algo negativo y delictivo. Me gustaría saber si harían los mismo al ver, por ejemplo, a dos monjas. Después de todo no dejan de ser personas con distinta indumentaria, forma de vida, cultura y creencia.
Vivimos en una sociedad estereotipada, la diferencia está en que hay personas que luchan contra ellos y no dejan que les lleve a discriminar, y otras personas que, no solo los mantienen, además los fomentan.
No lo vamos a pedir a la alcaldesa que tenga mayor conciencia social, empatía… No, entendemos que son valores lejanos a su ideología. Sin embargo, sí le exigimos que deje de delinquir, sí, las cosas por su nombre. Discriminar es un delito tipificado en los artículos 510, 511 y 512 del Código Penal. Si bien, el art.14 de nuestra carta magna garantiza la plena ciudadanía para todas las personas, según el art 9.2 de nuestra constitución española; “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.
Por ello, estos hechos se han puesto en conocimiento de varias entidades sociales que forman parte de la red de lucha contra la discriminación para que emprendan las acciones legales correspondientes. No se puede hacer pedagogía social y avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria (aunque está claro que esto no es algo que quieran todxs), si seguimos manteniendo y/o tolerando en las instituciones, comportamientos ajenos a los valores que promulga nuestra constitución.
De igual modo, es necesario ser pedagógicos ante los comportamientos racistas, de hecho, recordamos a la Alcaldesa de San Lorenzo de Calatrava que en España todavía se conservan numerosas tradiciones y costumbres de origen árabe, tanto en la arquitectura, como en la artesanía, la agricultura y la gastronomía. Así mismo, debemos infinidad de avances científico-técnicos a las aportaciones de la época de Al-Ándalus, especialmente en medicina, astronomía o en ingeniería hidráulica con los sistemas de regadío, que junto con la aportación del sistema de numeración arábigo (procedente de la India) constituyen un legado cultural del que sentirse orgullosos.
Es evidente la herencia común que compartimos españoles y marroquíes en la historia del ayer y en el presente actual, con la presencia entre nosotros de miles de hermanos magrebíes inmigrantes, con los que debemos convivir en paz, justicia y respeto mutuo.
En este sentido muchas de las ciudades españolas actuales se fundaron en época andalusí. Entre ellas Badajoz, Murcia, Granada, Toledo o Madrid en los que florecieron las artes, las letras (¿Conocerá la alcaldesa de San Lorenzo que en nuestro diccionario hay más de 11.000 palabras de origen árabe?), la filosofía, las ciencias y la agricultura. Con perspectiva histórica, España o lo que más tarde se conocería como España, fue el territorio más desarrollado de Europa durante la Edad Media, cuando en el continente reinaba la oscuridad cultural.
Ninguna ideología o religión puede justificar el racismo. Todas las personas tienen derecho a que sean respetadas su dignidad y su libertad de estar y circular libremente sobre nuestro planeta común, que son bienes inviolables, lo confirma el derecho internacional, lo proclama la conciencia humana, lo exige la convivencia civil. El racismo es y será siempre la manifestación de una ferocidad inhumana que, siembra y genera odio y discriminación, también violencia cruel.
No es tarea fácil, pero hay que seguir luchando contra la desesperanza paralizante, hay que tener confianza en las semillas de bondad y solidaridad, que todos los seres humanos llevamos en nuestro corazón. Como hemos repetido con frecuencia «Las utopías del hoy serán las realidades del mañana».
Achraf Rachidi, Secretario de Comunicaciones Asociación Marroquí de Derechos de los Inmigrantes.
Julián Sanz Real, Secretario General de Podemos Puertollano.
José Hernández, Secretario General de las Juventudes Socialistas de Puertollano.