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Hay una frase muy famosa que dice que el racismo se cura viajando. No tiene mucho que ver con el tema que voy a tratar, pero sí que es una frase que da cuenta de lo necesario que es a veces no ser tan cerrado, abrir un poco los ojos, ver lo que pasa en el exterior y no cerrarte a los límites de tus fronteras.
Es lo que le pasó ayer al Foro de Ermua. Junto a la AVT, el Foro de Ermua ha cometido un gran error a lo largo de estos últimos años convirtiéndose en una camarilla política del Partido Popular y olvidándose de su verdadero cometido, el de representar a las víctimas y luchar por sus derechos de una forma respetuosa (insistimos, respetuosa). Pues bien, el Foro de Ermua pidió ayer a Ingrid Betancourt que devuelva el Premio Príncipe de Asturias que le ha sido concedido. El Foro se escuda en las declaraciones en que la ex secuestrada defiende la negociación con terroristas y secuestradores como uno de los métodos para acabar con los secuestros y asesinatos.
{mosgoogle}Desde este blog no nos vamos a posicionar ni vamos a defender ninguna de las dos posturas, ya que esto llevaría consigo otro debate mucho más intenso. Sin embargo, nos resulta tremendamente llamativo que una asociación de víctimas se crea con derecho a dar lecciones de moral a una persona que ha estado secuestrada más de seis años por una de las bandas más terroríficas del mundo. Parece que al Foro de Ermua no le basta con dar órdenes y lecciones de moral en España ante la extraña permisividad de propios y extraños, sino que además se ha crecido y se atreve a recriminar según qué declaraciones a una persona que sabe de terrorismo bastante más que todos los miembros del Foro de Ermua juntos.
Y es que, aunque el Foro está en su perfecto derecho de discrepar de las declaraciones de Betancourt, estas protestas ponen de manifiesto cómo reacciona el Foro cuando aparece una voz pública que no opina exactamente lo mismo que piensan ellos, incluso cuando esa voz seguramente esté más autorizada que los que se autoerigen como máximos defensores de las víctimas (aunque ellos no lo sean directamente). Pero en fin, eso pasa cuando a un pez medianamente gordo le das una permisividad y un poder dictatorial totalmente asombroso dentro de una pecera pequeña: cuando sale y se va a otra grande, se cree que puede seguir tratando a los demás como si fueran imbéciles.
¿Qué pensará Ingrid Betancourt cuando le cuenten que una asociación de víctimas del terrorismo no sólo discrepa de sus opiniones (algo totalmente legítimo) sino que además le exige que devuelva el Premio Príncipe de Asturias? ¿Qué autoridad moral cree tener el Foro de Ermua? Hasta ahora sólo nos daban órdenes dictatoriales a los españoles; ¿habrá comenzado una nueva época en la que el Foro de Ermua se convertirá en el organismo de concordia internacional por excelencia y ningún conflicto podrá seguir adelante sin pasar antes por su rasero?
En fin, más dura será la caída. O eso esperemos.