El 30 de abril la calle Paz amaneció decorada con globos y guirnaldas para sorprender a Álvaro, un pequeño “alegre y dicharachero”, al que consideran el ‘alcalde’ de la calle “porque siempre se hace lo que él quiere”. Ese día cumplía tres años. Acudieron cuatro coches de la Policía Local para felicitar a este niño, que “alegra son sus ocurrencias a todos los vecinos”.
Ese jueves, otro Álvaro, el ‘saxofonista del tercero’, que cada jornada ofrece su “conciertazo de la una”, hizo las delicias del respetable con un repertorio infantil.
Cuenta Beatriz, otra vecina de la calle Paz, que cada fin de semana se organizan para hacer una comida temática, de la que dan cuenta desde su balcón: italiana y mexicana fueron las primeras. Este puente ha tocado “la fiesta de los platos regionales”. También juegan al bingo y realizan otras actividades lúdicas; a distancia, claro, por aquello del confinamiento. Los vecinos del barrio se han convertido en “una pequeña familia” y, lo más curioso, confiesa Beatriz, es que antes del dichoso coronavirus no se conocían.