Artículo de Rocío Perea Pacheco, alumna de 4°B del IES Comendador Juan de Távora de Puertollano. Tutora: Laura Pacheco Perea.- Voy a hablar sobre las consecuencias del famoso Covid-19, ya que ha provocado muchos cambios en la rutina y en la vida de todas las personas, incluidos los adolescentes.
Esto ha incitado a que tanto todos los estudiantes y todos aquellos que no trabajan en el sector de seguridad, supermercados o en hospitales estemos en cuarentena, sin poder salir de nuestros domicilios hasta nuevo aviso.
Todo ahora es diferente, pasamos las 24 horas del día con nuestra familia, damos clase y trabajamos desde casa a través de videoconferencias, no podemos tomar el aire a no ser que tengas terraza y sólo puedes salir en casos de primera necesidad como lo es tirar la basura, sacar a tu perro o ir a hacer la compra, pero eso sí claro con mascarillas y guantes.
Pienso que si me hubieran dicho que iba a pasar todo esto hace dos meses, no me lo hubiera creído incluso me hubiera reído, pero es cierto, aquí estamos todos casi un mes ya sin salir a la calle, sin poder ir a tomarte algo en una terraza con tus seres queridos o incluso sin poder ir a trabajar como habitualmente lo hacías. En mi opinión esto nos está dando en cierta parte una lección.
Vivimos con la seguridad de que siempre tendremos tiempo para hacer todo lo que queramos, que no hace falta ese beso o esa muestra de cariño porque total, siempre habrá tiempo para dárselo, incluso pensamos que es innecesario. Antes cuando mis amig@s me decían: ¿oye te apetece salir un rato?, y me inventaba una excusa para no quedar simplemente por pereza, o cuando no quería ir al instituto solo por el simple hecho de tener que madrugar y tener que estudiar diariamente… no sabía lo que decía, ni lo que me estaba perdiendo.
En estos instantes daría todo lo que tengo por ir al instituto, agobiarme porque tengo un examen muy importante, ponerme muy nerviosa al tocar algún instrumento en clase de música, tener miles de trabajos que entregar a la semana siguiente, madrugar y quedarme mirando media hora el armario sin saber que ponerme, reír, bailar e incluso llorar con mis amigos, abrazarlos, besarlos y hacerles de rabiar hasta que se enfaden, hacer planes para verano o para el fin de semana, comprar ropa, ir al cine, arreglarme corriendo para ir a cenar o quedar en un banco para comer unas pipas.
Porque echo de menos vivir y poder mirar a los ojos cuando alguien me esté hablando.Todos ahora mismo estamos haciendo lo posible para que esto se pase más ameno, salimos todos los días a las 8 pm a la ventana a aplaudir por nosotros, por todos los infectados, los que han fallecido y por aquellos que se están jugando su salud por mejorar la de los demás.
La sociedad está más unida ahora que nunca, desde nuestros balcones ponemos música, jugamos al veo veo e intentamos hacer más felices a todas aquellas personas que al fin y al cabo no conocemos, pero que ahora se les puede llamar familia.
Después de todo esto el mundo va a cambiar, o al menos estoy convencida de que yo si lo voy a hacer, iré feliz vaya a donde vaya, agradeceré todo lo que tengo sea malo o bueno, cada abrazo, beso y caricia será con mayor intensidad. Ya que lo único que quiero, como he dicho anteriormente, es vivir.