Rosario Arévalo (Consejera de Medio Ambiente)
Hoy, 17 de junio, celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertización, una fecha con la que recordamos la Convención de las Naciones Unidas que entró en vigor en 1996 con el objetivo de “luchar contra la desertificación y mitigar los efectos de la sequía… mediante la adopción de medidas eficaces en todos los niveles”.
Las tierras secas cubren cerca de 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta y son habitadas por alrededor de 900 millones de personas. Son diversos los factores que influyen en la extensa degradación de los recursos naturales de estas zonas, tales como variaciones climáticas, uso indebido de la tierra, prácticas agrícolas inadecuadas, aumento de la densidad demográfica, presiones económicas o cambios en las estructuras de la tenencia de la tierra.
En definitiva, la desertización presenta en nuestros días todas las características propias de un problema de singular trascendencia ya que, por una parte, es un fenómeno grave para la conservación del medio natural y la biodiversidad que sustenta; y por otra, está relacionado con las pérdidas de suelo que los procesos productivos pueden ocasionar en los cultivos agrícolas y los ecosistemas forestales.
En Castilla-La Mancha tenemos territorios bastante representativos de lo que clásicamente se venía llamando la España seca, susceptibles de verse afectados por este problema. Por ello, contamos con un Plan de Conservación del Medio Natural que determina la protección del agua y del suelo como objetivos prioritarios y fija las zonas de actuación y los criterios para establecer acciones de lucha contra la erosión.
También la Ley de Conservación de Suelos y Cubiertas Vegetales Naturales advierte que la erosión es “la causa más importante de pérdida de suelo agrícola y forestal, así como del aterramiento de embalses e irregularidades en el régimen hidrológico de los cursos de agua”, por lo que fija como objetivo principal la “regulación de las actuaciones encaminadas a paliar los efectos de la erosión, favoreciendo la conservación de los suelos y protección de sus cubiertas vegetales naturales”.
La lucha contra la desertización y los métodos de control de la misma son una de las prioridades de la conservación de la naturaleza en nuestra Comunidad Autónoma, y desde el Gobierno regional se vienen realizando importantes esfuerzos mediante actuaciones de repoblación, reforestaciones de tierras agrícolas, lucha contra los incendios forestales, trabajos de hidrología, entre otros.
Hay que resaltar, además, que la lucha contra la erosión implica un compromiso compartido a nivel de todo el Estado español, para el cual existen distintos instrumentos, como el Convenio de Hidrología y, con carácter más reciente, el Plan Forestal Nacional, gracias a los cuales se están elaborando y ejecutando proyectos de control de la erosión y restauración de cubiertas vegetales.
Esta conmemoración debe servirnos para reflexionar sobre la importancia que entraña la conservación de nuestros bosques como elementos de primera magnitud en la lucha contra la pérdida de suelo fértil, la regulación del ciclo integral del agua, la mejora de la calidad del nuestro aire y, en definitiva, el mantenimiento de la vida.