Puertollano: Debate electoral sin heridos

Manuel Valero.- El debate en los estudios de ImásTV en el que los candidatos apenas se salieron del guion espartano del moderador, Julián Camacho,  fue incruento. Sólo un par de momentos de moderada tensión entre la candidata socialista Isabel Rodríguez y el candidato “Ciudadano”, Rafael López, cuando salió a colación la intervención del Ayuntamiento por la UDEF y las alianzas de Pedro Sánchez con los filoetarras que irritó a Rodríguez y poco más.

Tal vez por la expectativas que despertaba ver bajo los focos a la heredera de la gestión socialista con sus más directos adversarios, Antonio López y Francisco Javier Luna, por este orden, que invitaban a un cuerpo a cuerpo sin piedad en unas elecciones históricas.

Obviamente las anteriores legislaturas como arma arrojadiza armó parte del argumento de Ciudadanos y PP pero no más allá de lo razonable. Con la dictadura del tiempo en todo momento, los candidatos explicaron sus proyectos, se criticaron y enzarzaron brevísimamente como es debido, pero a primera sangre, sin saña. Ni siquiera Rafael López de C,s el más bravo que parece saberse serio competidor para el honorable puesto del más votado, que gobernar ya es otro cantar.

Jesús Manchón estuvo sereno haciendo gala de la solidez de una izquierda más de IU que podemática y salió indemne de la confabulación a tres para censurar a Mayte Fernández pese a la cara de sorpresa que se le debió poner –no hubo plano- cuando Rodríguez sacó de la foto de la moción nonata, como si fuera de la Colón –incluso Rodríguez pareció pedirle comprensión –yo no quería- a quien llegado el momento será su seguro aliado.

Rafael López se fajó con más intensidad, con mentalidad de primer contrincante – él aludió e insistió en los 40 años de socialismo, que la candidata socialista legitimó con la fuerza de la democracia,  y reconoció que el objetivo número uno es desalojar al PSOE del sitial municipal. El pacto a la andaluza quedaba implícito.

Francisco Javier Luna estuvo por encima de lo esperado y superó a los puntos ese perfil bajo que le dan los observadores en la exposición de su programa y en sus críticas. Isabel Rodríguez puso sobre las tablas de Imás TV las tablas que da pisar el Congreso, estar en el melocotón de la política nacional y se conjugó más en presente y en futuro que en pasado mirando con convicción a la cámara. No en vano es la candidata que más se la juega.

En definitiva, el grueso del debate discurrió por la contención a través de los cuatro bloques en que fue dividido. No hubo asalto a lo Daenerys de la tormenta  contra la candidata Rodríguez por su galería de antepasados, ni esa tensión producto de la confrontación de ideas y proyectos –mal hechos, hechos o por hacer- que suele presidir los debate enconados.

Desde  las infraestructuras, los pactos, la participación, la cultura… cada uno de los candidatos echó en cara a la única candidata del PSOE, único partido que ha gobernado, lo que se ha quedado en el aire, en promesas incumplidas. Quizá una de las cosas que más incomodó a Rodríguez –aparte de las cuentas municipales y la alusión a los amigos de su jefe de filas- fue la apropiación y patrimonialización del Ayuntamiento y la ciudad por la ininterrumpida hegemonía socialista que le afeó López.

Cada uno de los candidatos ubicados a derecha e izquierda en concordancia con el espectro político que representan por capricho del sorteo mantuvieron el tono esperado. Manchón recordó a los espectadores que la izquierda real es IU y cuando lo es el PSOE –al que igualó en liberalismo a los adversarios a la hora de privatizar servicios- lo es por concurso de IU.

Luna, nuevo en estas lides, salvó los muebles y acabó entero, muy por encima de lo que posiblemente esperaban los suyos. López  centró su idea fuerza en el relevo necesario de la era PSOE, e Isabel Rodríguez, llamó al pacto ciudadano -en esto no fue la única- y al pairo de su experiencia también salió del plató del Imás TV sin despojos por las trastadas de la marca PSOE y el paseo de dirigentes compañeros por los juzgados. La idea de ser una candidata nueva para un tiempo nuevo con un nuevo impulso pesó más que las abultadas aguaderas de ayer.

El formato fue sin embargo demasiado rígido lo que hizo que el debate fuera una serie de monólogos concatenados sin tiempo para la confrontación dialéctica salvo en contados momentos, lo que hubiera dado más juego.

Y aunque se produjo una interrupción en la emisión, el debate en la televisión local enriqueció el juego democrático. ¿Quién ganó? ¿Quién fue más persuasivo? Podría ser la pregunta del millón y cada espectador tendrá el suyo o la suya, pero no deja de ser un debate en el que lo mediático, la imagen, el verbo, la gesticulación no verbal, el atuendo –ninguna corbata y una pulserita nacional en la muñeca del candidato del PP- puede más que el modelo de ciudad que se defienda.

Todos ganaron un poco con diferente baremo pero habrá que esperar al segundo debate entre los que no tienen representación municipal. Será tan interesante o más que el de este martes. No tanto porque nos expliquen qué quieren hacer con la ciudad que compartimos, que también, sino porque llegado el momento, Vox, Vecinos, Iberistas y Unidad Castellana tendrán que retratarse ante la audiencia y decir a qué partido o bloque darán su apoyo en caso de que se les necesitara y en caso, claro, de que consigan un representación municipal. Y sobre todo habrá que esperar al debate definitivo: el 26M.