¿Notre Dame o las causas humanitarias?

Emilio Aparicio Díaz.- ¿A quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Y el niño queda perplejo ante la pregunta; no tanto porque le suscite una duda que tuviera supuestamente soterrada en lo más profundo de ser, y que el fantasma de la preferencia por alguno de los dos venga a visitarle, por ello, con la preguntita de los cojo…

No. La perplejidad del niño es más bien motivada porque no acaba de entender esa pregunta: no puede su entendimiento todavía intuir que el adulto pregunta no con afán de saber lo que ya sabe, sino por el simple hecho de poner en un membrete, en una situación incómoda al prójimo, en este caso –para más INRI- un niño.

Comparemos ahora esa pregunta -claramente falaz y capciosa- con la siguiente: ¿A quién salvarías antes: a los inmigrantes de las pateras del Mediterráneo o a la catedral de Notre- Dame?

Pregunta con trampa, ¿verdad? Y todo porque hay adultos que gustan de poner en un membrete a otros adultos, para ver reflejado en sus rostros la perplejidad ante una encrucijada moral que solo existe en la cabeza de quien formula semejante pregunta.

Digo esto, porque he comprobado con estupor, cómo las redes sociales se llenaban de comentarios en contra de la reconstrucción de la catedral, aduciendo que, mientras determinadas marcas, empresarios y ricos por doquier ofrecen cantidades ingentes de dinero para salvar Notre-Dame, se deja morir a los inmigrantes en el mar Mediterráneo, a los niños en Yemen o en decenas de países de África, o se olvidan de los innumerables desastres humanitarios que hay a lo largo y ancho del planeta. (Y conste que al menos en la superficie de sus comentarios estoy de acuerdo con ellos: si pones doscientos millones que te sobran para Notre Dame, pon otros doscientos para una causa humanitaria, aunque sólo sea por hacer parpadear las luces de neón sobre tu marca o persona, o sea, para darte visibilidad a costa del altruismo publicitario).

Pero lo que digo es que no existe la necesidad de dicha elección: cuando alguien se molesta porque se destina dinero a una obra artística del valor de Notre-Dame y apostilla que ese dinero estaría mejor empleado en determinadas misiones humanitarias, está planteando la cuestión de manera interesada o inconscientemente falaz: como si por el hecho de salvar a Notre Dame ya no quedasen recursos financieros para otras causas. De sobra. Lo que sucede es que ningún gobierno europeo está dispuesto a molestar a esos mismos ricos para que ofrezcan (forzosamente) esas cantidades sobrantes para causas menos glamorosas.

Pero la pregunta es: ¿Debemos dejar que Notre Dame se derrumbe porque los gobiernos no son justos ni equitativos, y los ricos sólo están dispuestos a dar la pasta por aquellas causas más mediáticas y susceptibles de  “the prime time”?

No; claro que no. Si Notre Dame cae, cae un pedazo más de civilización y cultura europeas, y no estamos –como puede comprobarse diariamente- para tirar algo de lo que estamos empezando a carecer de forma abrumadora.

Hagamos una cosa, queridos ofendidos: dejemos que los ricos se encarguen de Notre Dame con su dinero bien visible, y encarguémonos nosotros con el nuestro, mucho más opaco y humilde, de las causas humanitarias.

Me pregunto cuantos de los numerosos ofendidos ofrecen dinero de forma regular (por cualquiera de las ONG`s u otros organismos sin ánimo de lucro) para las causas humanitarias. Ya os digo yo que si todos pusiésemos nuestro granito de arena, esas cantidades de dinero que los ricos han puesto para salvar Notre-Dame nos parecerían ridículas. Seríamos nosotros los encargados de que a nadie le faltara un trozo de pan que llevarse a la boca, o de forzar a nuestros gobiernos para que fletaran tantos barcos como fuera preciso para salvar a esas personas de morir en el mar.

En mi caso, antes de ver desmoronarse Notre-Dame por falta de recursos financieros, me ofrecería voluntario para trabajar gratis acarreando de aquí para allá los materiales que el cantero mayor tuviese a bien emplear; quedaría con las piernas arqueadas y los bíceps desgarrados, antes de permitir que algo que es cultura universal –sin que tenga que relacionarse por fuerza con una religión concreta- quedase destruido sin remisión. Y esto que haría por la cultura de todos (no sólo francesa) no obsta para que contribuya mensualmente con una determinada ONG (siendo más pobre que una rata de iglesia de pueblo, no de catedral francesa…) porque me repugna, tanto como a vosotros, que mueran esos seres humanos en el mar ante la impasibilidad de los gobiernos, o en cualquier otro sitio de este jodido mundo. 

No; no se opta por papá o mamá, entre otras cosas porque la opción planteada, así, en términos morales, no existe. La cultura no compite contra los derechos humanos, porque ambos -cultura y DDHH-, pertenecen a la misma rama civilizatoria y de avance antropológico. Nunca hay que contraponer o enfrentar lo uno a lo otro, presuponiendo que lo uno es un trasunto de las élites políticas sociales o eclesiales, mientras lo otro es lo propiamente humano. No: los dos asuntos se confunden, es más, se retroalimentan en un todo que es el ser humano en toda su extensión, y ambos son indiferentes a los “tejemanejes” de los pudientes o de nosotros, los menesterosos, como en la obra de Dostoievski “humillados y ofendidos”. 

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3 COMENTARIOS

  1. La factura de un saneamiento ambicioso para restaurar ‘Notre Dame’ estaría alrededor de los 1.000 millones de dólares y podría desarrollarse durante 5 años.
    Si comparamos esta cantidad con el importe que el continente africano, por ejemplo, recibió en ayuda para el desarrollo económico y el bienestar entre 2010 y 2016 (291.132 millones de dólares), comprobaremos que la polémica creada en las redes sociales es una crítica poco informada fruto de un pensamiento simple del mundo aislado de la realidad de las naciones más necesitadas.
    Es cierto que el dinero es importante para una nación, pero no es el único factor que ayuda a su desarrollo, ya que la sociedad, la cultura y los eventos sociales y políticos que allí acontecen también son factores vitales…….

  2. Esa pregunta solo puede salir del ganado ultraizquierdista, que aprovecha su cristianofobia para ahora, acordarse de los niños pobres, como mera campaña ideologica

    Una subnormalidad como otra cualquiera

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