En la primera parte de este artículo, Escalas y arpegios (1): la ortografía de la creatividad musical, se decía: ”Hay muchos “tipos” de escala, pero las más comunes son las denominadas escalas (o modos) Mayor y Menor. La Escala Mayor, a partir de DO, se forma con la serie de siete notas – DO, RE, MI, FA, SOL, LA, SI”.
La Escala Menor, se crea con las mismas notas, pero partiendo desde LA. Las escalas son el fundamento musical primario, y con estas dos escalas se ha compuesto (y se sigue componiendo) música desde el siglo XVII. Pero ya antes del siglo XVII, así como desde finales del siglo XIX, se empleaban otras escalas, tomando como nota inicial cualquiera de las cinco restantes – RE, MI, FA, SOL, SI. Así, al referirnos a estas escalas, les llamamos habitualmente MODOS. Existen más modos, muy variopintos, sean de 7, 8, 6 o 5 notas.El empleo de un modo u otro es lo que más afecta a la sonoridad de una pieza. Además, las escalas tienen en muchos casos un valor cultural añadido, en tanto que algunas de ellas se vinculan a la música autóctona de distintas zonas geográficas.
En el siglo XIX, hubo una revitalización del estudio del folklore español, cuya figura más destacada fue Felipe Pedrell (1841-1922). Los principales compositores españoles de aquel momento, como Isaac Albéniz (1860-1909), Enrique Granados (1867-1916) o Manuel de Falla (1867-1946), manifestaron su influencia tras haber mantenido contacto con él. La cultura española debe mucho a Pedrell, así como a Isaac Albéniz: aunque el máximo representante de la música modal es Claude Debussy (1862-1918), la influencia recíproca es indudable; y ojo, no es un elogio “chauvinista”.
Según Walter Aaron Clark (Catedrático de Musicología en la Universidad de California, Riverside, y fundador/director del Centro para la Música Ibérica y Latinoamericana: «Tal y como lo veía Albéniz, el único modo en que podría llevar a cabo la renovación de la música española era desde fuera del país. Así, en 1893 fijó su residencia en París donde habría de permanecer durante el resto de su vida (…) La estancia de Albéniz en París fue la responsable de la creciente influencia francesa en su estilo, especialmente de Claude Debussy. Pero de nuevo resulta importante comprender que Albéniz no fue simplemente un receptor de influencias. Fue también el que brindó a los compositores franceses un vínculo directo con el gran tesoro del folklore español, y la sofisticación de sus obras de madurez, como La vega e Iberia, cambiaron para siempre el carácter de la «españolada», demostrando que podía componerse música «española» con un alto grado de seriedad y sutileza artísticas. Así, la música de Albéniz dejó una profunda impresión en Maurice Ravel, Debussy, Fauré, Francis Poulenc, e incluso Olivier Messiaen. También indicó el camino a seguir para sus sucesores Joaquín Turina y Manuel de Falla, ambos residentes en París durante varios años antes de la Primera Guerra Mundial. Allí absorbieron su atmósfera gracias a la mediación del ejemplo de Albéniz. Como dijo Turina, “nuestro padre Albéniz nos mostraba el camino que habíamos de seguir”».
La puerta del vino, de Claude Debussy (obra para piano de su 2º volumen de Preludios – 1912) es otra muestra de cómo se puede trascender la música modal desde su aspecto geográfico originario. La influencia del estilo modal de Debussy en el jazz y la música moderna es innegable. Uno de los ejemplos más célebres está en la participación del pianista Bill Evans en el disco de Miles Davis, Kindof Blue (1959), para muchos – para mí también – la obra cumbre del jazz, si es que tal cosa se puede afirmar. Uno de sus cortes, Flamenco Sketches, ni siquiera tiene tema, se desarrolla a través de una sucesión de simples modos (uno de los cuales es el modo de MI, o modo Frigio, asociado a la música andaluza) a lo largo de los distintos solos. En la siguiente ilustración, aparecen las instrucciones de Bill Evans dirigidas a CannonballAderley: “tocar en el color de las escalas”. Delante, a la izquierda, la boquilla del saxo alto. La siguiente ilustración es un apunte del propio Evans. Si no lo conocen, merece la pena detenerse un rato a escuchar esta delicia. Y si saben leer música, merece la pena recrearse en su transcripción.
Antonio Fernández Reymonde
Ruido Blanco
El modo frigio y la cadencia frigia (andaluza) son imprescindibles en el flamenco.
Soy un gran admirador de Cannonball Adderley. Enhorabuena por este artículo tan didàctico…..
Gracias por participar.
La intención de estos artículos es que sean didácticos para todos, sin que las carencias de conocimientos musicales o técnicos supongan un problema para acercarse a las cosas que se tratan, y que los que entiendan puedan conocer cosas nuevas (o al menos, mi punto de vista).
Hay una edición en C.D. de este disco con las dos tomas realizadas. Es formidable: la toma 1 era buena, pero la toma 2, que es la que se editó en vinilo (la que aparece en el video) es insuperable, en todos.
Lo que refleja la notación de la transcripción (bastante buena) es la flexibilidad rítmica de la interpretación. Aunque no se sepa leer música, se observa la irregularidad del trazo – no muy alejado de lo que sería el arte pictórico moderno