Manuel Valero.- La mujer sólo votó dos veces antes del actual periodo democrático. En 1931, Clara Campoamor se batió el cobre en el Congreso de los Diputados para lograr que las mujeres tuvieran derecho al voto. Tras la proclamación de la II República Española, en las elecciones de junio 1931 la mujer podía ser elegible pero no electora.
La «radical» Campoamor obtuvo escaño y desde allí preparó la pelea que fructificó en una ley. Incluso se las vio con las otras dos únicas diputadas de izquierdas, Vitoria Kent y Margarita Nelken, que preferían hurtarle ese derecho a las mujeres a las que consideraban esclavas de los prejuicios religiosos, y por tanto conservadoras, y por tanto, un peligro para las mayorías sociales. Fue en las elecciones de 1933 cuando la mujer hizo cola en los colegios electorales por primera vez. Y, efectivamente, como temía Victoria Kent le dieron el triunfo a las derechas sobre todo en distritos rurales… y Clara Campoamor se quedó sin escaño, pues, cosas del destino, no salió elegida en las primeras elecciones en las que participaron las mujeres por las que precisamente tanto luchó. Eso se llama servicio y desinterés en la política. Igualito que ahora.
La segunda ocasión de las mujeres españolas como electoras y elegibles fue en febrero de 1936 en las que las izquierdas ganaron la mayoría aglutinadas en el Frente Popular. Lo demás ya lo saben: vino la guerra y Franco y se jodió el invento hasta las primeras elecciones generales constituyentes de 1977.
Hoy, afortunadamente, una mujer en España puede estudiar lo que le plazca o trabajar si consigue un empleo, puede casarse o no, puede vestir a su manera sin pedirle permiso a nadie, lucir su cuerpo si quiere en las playas, vivir con su pareja en plan pareja de hecho o libérrimamente. Incluso puede vivir con su pareja mujer sin que ocurra ni media. Y aún más, puede tener un hijo como madre soltera porque no le apetezca la vida en pareja, puede incluso casarse con una mujer y también tener hijos inseminados o adoptarlos. O abortarlos, si lo desea porque la ley la ampara. Puede, divorciarse. En los Pactos de la Moncloa, piedra angular de la Transición que hizo posible el régimen del 78, se despenalizaron el aborto y el adulterio y no solo los emergentes líderes de entonces sino el mismísimo Adolfo Suárez abogó por la igualdad entre hombres y mujeres, como luego se visualizó en los primeros años de la democracia con la aprobación de las leyes del divorcio y el aborto.
La mujer es cada vez más desinhibida en materias tabú, como el sexo, en el ejercicio de profesiones que hasta ayer eran propias de varones: hay mujeres bombero, mujeres torero, mujeres futbolistas, mujeres conductoras. Es cada vez más visible e influyente en la vida pública aunque ciertamente no se haya alcanzado la paridad fáctica como prueban las elecciones del 28A encabezadas por cinco testosterones. La mujer goza hoy en España de unas cotas y cuotas de libertad inimaginables y de una legislación que la protege , una situación gozosa sino fuera por dos lacras insoportables: la violencia de género y los asesinos psicópatas y maltratadores, y la brecha salarial. De la primera lacra y como desgraciadamente un Gobierno no puede impedir que un malnacido arrebate la vida a su pareja en la intimidad del hogar o tras la esquina del barrio si ha sido denunciado y condenado al alejamiento o que un violador abuse de una mujer en cualquier circunstancia… bastaría con apretarles una «prisión permanente revisable» de caballo y marcarlos con una baliza de por vida. Y de la segunda lacra, la brecha salarial, los únicos responsables con la perspectiva del tiempo, son los sindicatos que ahora se ponen dignos. Ellos eran los únicos que tenían el poder, la maquinaria de movilización y la influencia suficiente para haber convocado junto al colectivo de las mujeres trabajadoras una huelga general como es debido para evitar que la empresa y la patronal conculcaran no un derecho laboral sino un simple, y ahí es nada, derecho fundamental de la Constitución (artículo 14). Tenían suficientes motivos, nada más y nada menos que eliminar esa discriminación sobre un colectivo como el de las mujeres que con la democracia empezó a escalar el mercado de trabajo y creó un nuevo tipo de pareja(trabajadores los dos) a rebufo de la recién estrenada socialdemocracia española bien engrasada por la Unión Europea. Pasaba como con la economía sumergida, que todo el mundo sindical sabía dónde estaba pero incluso la consideraban necesaria como colchón contra el paro. Se ha avanzado en estos 40 años más que en todos los siglos anteriores juntos a un ritmo progresivo y aritmético.
Luego está el techo de cristal, pero uno ha conocido en lo que a política se refiere una alcaldesa en Puertollano, una alcaldesa en Ciudad Real, una presidenta de Gobierno regional, varias presidentas del Congreso, ministras, vicepresidentas. Incluso he trabajado a las órdenes de una mujer, como directora de Lanza, aunque es cierto que el lugar clave, el sancta santorum de la política que son los partidos de los que salen los candidatos, jamás ha sido ocupado por una mujer. Por eso no hemos tenido nunca una presidenta del Gobierno, como la tienen o han tenido en Chile, en Brasil, en Islandia, en Croacia, en Argentina, en Liberia, en Gran Bretaña o en Noruega, porque nunca hemos tenido una candidata. Ni siquiera ahora que se pelean por su feminismo militante cada cual a su modo, (algunos ni eso), los cinco machotes que compiten por la mansión de La Moncloa: Pedro, dos Pablos. Alberto y Santiago, nombres muy de santos por otra parte.
Por cierto la primera mujer que accedió al Gobierno de España como ministra fue Federica Montseny (ministra de Sanidad) y lo hizo con una contradicción flagrante: era anarquista y gobernó en el seno de una institución del Estado nada revolucionaria. Cosas de la política y de las circunstancias y del circunstancialismo. Eso sí, le dió un impulso a la sanidad pública y a los derechos de la mujer en España como nunca antes.
Si uno analiza la historia de nuestros mayores corre el riesgo de creer estar viendo hoy un peli de Disney en estos tiempos en los que como dice mi admirado Antonio Muñoz Molina, nada, casi nada es sólido. El 8-M no son las chicas del insti gritando Ni putas ni sumisas. Mirando estos días los medios pareciera que hemos descubierto a la mujer ayer, que la mujer padece de su situación más que la disfruta, que anda todavía con el dogal al cuello y se nos olvida y largo y fructífero camino andado en estos 40, salvo la asignatura pendiente de un huelgón en condiciones. Ni punto de comparación la mujer española de hoy con la de los 70. Y además, está el postureo discotequero y el pulso machomán para ver quién es el más feminista de todos y si para ser feminista hay que ser de izquierdas, ácrata o meapilas, o si la condición de liberal es compatible o no con el feminismo, o si el marchamo de la nueva izquierda es garantía de feminismo militante aunque tengas que retirar el cartel del regreso de la pantalla orweliana porque tu chica que además es la número 2 del partido sabía del cartel de Él y no le dijo nada.
Con lo fácil que es abogar simple y llanamente por la igualdad real entre personas, promulgar leyes que aceleren esa igualad, o lo que queda para la igualdad y dejar de un teatro que las más de las veces es malo. No hace falta ponerse estupendo: es una cuestión moral, antes que política. Qué hombre hoy considera a la mujer una persona inferior. ¿Qué los hay? Somos ejercito los otros, los hombres normales, muchos de los cuales nos hicimos adultos en el humus fértil de la libertad.
Apago y me voy. Disfrutad lo que queda de día. Y leed, leed mucho, que abre los ojos, la mente. Y hace el espíritu crítico que es el más incómodo de ejercer, sobre todo en estos tiempos en los que prima el espectáculo, la máscara, el wasap y el teléfono móvil.
¿El ocho A? Ya estamos en abril, al parecer. Un gran lío de fechas.
Gran artículo. Se puede decir más alto…pero no más claro. ¿Que queda camino por recorrer al respecto?…por supuesto. Pero éste país, en contra de lo que piensa la mayoria, ha avanzado lo indecible respecto a los derechos de las personas y en este caso de las mujeres.
Personalmente, creo que lo de ayer fue una total manipulación del día por parte de algunos partidos políticos…una lástima…y tampoco hacia falta la huelga….con las manifestaciones en horas no laborables, hubiera sido suficiente para levantar la voz.
Me ha gustado mucho tu artículo y esa aguda crítica que has señalado sobre la falta de candidatas a la presidencia, pues aquí siempre son machotes.
Preciso que las elecciones de febrero del 36 las ganaron las izquierdas con fraude electoral tal como ha demostrado el trabajo de Álvarez Tardío y Roberto Villa.
España se sitúa entre los países de delantera en defensa de los derechos de la mujer (aunque no se respeten en muchos casos en el mercado laboral en relación a la maternidad y la conciliación). Además posee un bajo índice de violencia doméstica en comparación con los países comunitarios.
Existe mucha manipulación en torno a que solo puede haber un solo pensamiento acerca del feminismo.
Considero a Rocío Monasterio feminista, pero su feminismo, no es morado, es sensato y realista porque no ha sido ni funcionaria, ni liberada sindical ni mantenida, y tiene familia numerosa. Es arquitecta y ante todo valiosa.
Una Superwoman, además de mi mujer, mi madre, mi hermana y compañeras de trabajo.
Sus ejemplos de entrega y sacrificio las hacen mujeres con auténtica autoridad.
Líderes sociales y familiares.
Todo hombre y toda mujer tiene un buen puñado de personas del otro sexo que han determinado sus vidas.
Afortunadamente por ello, no todos estamos enfrentados por cuestiones estúpidas de género.
Y este mundo funciona.
Educar en la igualdad y respeto es el largo camino que nos queda por recorrer a los hombres……
Un largo camino…en Marruecos.
Por cierto, doña Clara Campoamor sacó adelante el voto de las mujeres gracias a 83 diputados socialistas…..
Y con la oposición de Indalecio Prieto.
No sé si te gusta Tuiter, Valero, si es así, te recomiendo seguir a Isaías Lafuente y sus tuits sobre Clara Campoamor, de la que sabe bastante.
No son tuits de cuatro palabritas, son pensados y certeros y, por eso le atacan con saña desde la caverna terraplanista.
Le atacan por algo que has escrito: Con lo fácil que es abogar simple y llanamente por la igualdad real entre personas.
Vaya si fuera obligatorio para el hombre coger la baja maternal, hacer la comida, limpiar la casa, o en los países donde hay ablación, que les cortaran el glande.
O ir con burka, o no poder conducir, o no poder tener una cuenta corriente ni comprar un piso sin permiso de una mujer.
O no poder llegar a lo alto del Ibex, o del ejército, o simplemente, algo que también has escrito: ser líder de un partido.
Que aún haya hienas que escriben la palabra feminazi, hoy que ya van muertas 12 mujeres por violencia de género en 2019 nos da una idea de la calidad del paño trifachito.
Que Rivera quiera arrogarse la figura de Clara Campoamor, nos da una idea de lo inculto que hay que ser para liderar un partido.
Que Casado quiera explicarle a una mujer lo que lleva dentro cuando se embaraza, nos da una idea de lo cretino que hay que ser para liderar un partido.
De los mierdas ultras, ni hablo. Paso de dar publicidad a esa excrecencia.
Y todo, porque aún hay hombres (que realmente no lo son) que odian ver a una mujer cara a cara y en igualdad de condiciones.
Por qué no curas mujeres, obispas o papas? O, mejor dicho mamás. Porque sigue existiendo el puto heteropatriarcado repugnante que marca el día a día de estos señoros que ocultan los peores vicios del hombre dentro de sus muros apostólicos. Entre ellos tener a las mujeres a su servicio bien calladitas y con el burka, que aquí se llama hábito. Por qué no van ellos, los curas, con la cabeza tapada también?
Qué asqueroso es todo esto, y qué lejos de la España a la que aspiramos los que no le tenemos miedo a la mujer.