Olga Ávalos Rebollo, responsable de Estrategias para el Conflicto de IU CLM.- La recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los ricos que a los pobres en España.
Diciembre es un mes consumista por naturaleza, pero no todas las familias pueden permitirse ese “lujo”. En casas donde los ingresos son de 426€ y son cuatro miembros, por ejemplo, poco consumo se puede hacer.
La electricidad ha subido, el gas ha subido, los precios al consumo no bajan y de los salarios ni hablamos.
Mientras tanto en los medios de comunicación salen anuncios instigándonos a comprar, a salir de comidas o cenas, a escribir la carta a los Reyes Magos, la mayoría de los hogares españoles están pensando en el día que van a poder ir a recoger alimentos a alguna ONG y lo peor de todo es que lo hemos normalizado.
Somos el tercer país europeo en desigualdad, por debajo del umbral de pobreza, por detrás de Rumanía y Bulgaria. Los beneficios empresariales se han disparado, el coste salarial en cambio apenas aumenta, el coste laboral por trabajador apenas varía, las mujeres, como siempre, somos las que nos encontramos en mayor proporción en vulnerabilidad laboral. Los jóvenes que acceden al mercado laboral ven como su sueldo es cada vez más bajo y sus contratos son más precarios, los pensionistas ven como sus pensiones cada vez están más devaluadas, a pesar de que muchos hogares se están manteniendo gracias a ellas. Trabajadores cada más pobres y desprotegidos y con salarios cada vez más irrisorios.
En 2017, la tasa de riesgo de pobreza en Castilla-La Mancha fue del 28,1%, lo que supone 6,5 puntos porcentuales por encima de la media nacional y la quinta más alta de todas las regiones. Seguro que tenemos cerca a alguien, con la vida rota, empobrecida al máximo y que no nos da el perfil al que estamos acostumbradas. Mujeres, jóvenes, ancianas, familias excluidas por un problema ajeno a ellas, como el paro por ejemplo, que no pueden pagar la hipoteca, o un alquiler, que no pueden comer ni carne, ni pescado, que no pueden mantener la temperatura adecuada en sus casas, ya ni hablamos de tener unos días de vacaciones, no pueden hacer frente a ningún imprevisto, no disponen de teléfono, o coche, con la autoestima por los suelos. Por y para ellas se necesitan políticas de verdad, que no vengan a poner sólo un parche. Las ayudas están bien, pero no llegan a todos los hogares, además de que estas son pan para hoy y hambre para mañana.
Se necesita un cambio radical de política, dotar los planes de presupuestos reales, garantizar trabajos con salarios dignos, blindar las pensiones, no girar la economía de las familias sobre ayudas, prestaciones, subvenciones. Es necesario rescatar a las personas, que somos las que movemos la sociedad. Ser pobre no es sólo no tener ingresos, es no poder participar en la vida pública, no poder estudiar, no tener derecho a una vivienda, no tener derecho a una sanidad pública, etc; es, en definitiva, no poder tener un proyecto de vida digna.