El personal de la Dirección Provincial de Educación, Cultura y Deportes se ha concentrado hoy en señal de repulsa por el asesinato de la profesora Laura Luelmo en la provincia de Huelva, una invitación realizada por parte de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes a todos los centros educativos para condenar el asesinato.
A esta condena se ha sumado la Dirección Provincial de Ciudad Real con un minuto de silencio. De esta manera los docentes y la administración educativa han querido hacer patente su absoluta repulsa “por el “cobarde asesinato que ha recaído además de en una mujer, en una profesional de la enseñanza y una persona comprometida con la educación”.
El director provincial de Educación, Cultura y Deportes, Francisco Navarro, ha apuntado que “desde Ciudad Real queremos trasladar nuestras condolencias a la familia y expresar nuestros deseos de que nunca más se vuelvan a producir hechos tan detestables hacia una mujer y una docente”, un mensaje en el que ha coincido la directora provincial del Instituto de la Mujer, Carmen Pimienta, también presente en la concentración.
Impresionado por la muerta de esta mujer (y de las casi 1.000 anteriores).
Dejo esto de Barbijaputa:
«Hasta que no esperéis el Whatsapp de un amigo diciendo que ha llegado a casa sano y salvo para iros a la cama.
Hasta que no salgáis a correr compartiendo vuestra ubicación en tiempo real a vuestra pareja por si alguna mujer os agrede.
Hasta que sintáis el miedo paralizante al entrar en un portal oscuro por si una mujer se ha escondido en un recodo.
Hasta que vuestra ropa no sea usada en tribunales para justificar que os sodomizara un grupo de mujeres.
Hasta que un juez no te pregunte si «cerraste bien» el culo antes de ser sodomizado.
Hasta que no normalices que a los hombres como tú los matan porque sí, porque son hombres.
Hasta que no mires hacia atrás constantemente porque una mujer te sigue muy de cerca.
Hasta que no te agredan porque no has dicho o hecho lo que se suponía que tenías que decir y hacer como hombre.
Hasta que no veas que cada semana una mujer mata a un hombre como tú.
Hasta que sientas el desconsuelo desgarrador porque otro cuerpo como el tuyo «ha sido hallado sin vida».
Hasta que no apuntes las matrículas de los coches donde se montan tus amigos, por si acaso.
Hasta que no sufras por la integridad física y psíquica de tu hermano pequeño, de tu padre, de tus primos.
Hasta que no te metan una mano en el culo en una discoteca y una mujer te fuerce contra una pared para meter su repugnante lengua en tu boca mientras las demás ríen.
Hasta que no vivas cómo es el acoso por parte de una mujer, hasta que no veas que además es encubierto por otras mujeres que te señalarán y te dirán que lo tenías merecido.
Hasta que no veas que coge fuerza un partido político que, a pesar de tu experiencia y la de todos tus amigos, defiende que no se trata de que sean mujeres sino de que son algunas enfermas puntuales.
Hasta que no veas que ese partido usa los asesinatos de hombres como tú por parte de mujeres para hacer campaña y promocionar medidas inservibles.
Hasta que tu experiencia en las redes sociales no se base en amenazas, insultos de mujeres que desean que te sodomicen y te maten.
Hasta que no sepas qué se siente cuando tienes que pedirle a una amiga que te acompañe a recoger las cosas a tu casa porque quieres dejar a tu mujer, y te sientes vulnerable. Hasta que, aun así, no crees que te escapes sin una paliza.
Hasta que no vayas al médico con una hemorragia interna y, como eres hombre, den por hecho que lo que tienes es una crisis de ansiedad porque sois todos unos histéricos. Hasta que no sepas que esto no es un caso puntual, sino que se llama violencia médica y es sistémica.
Hasta que no haya miles y miles de niños como el que fuiste que sufren mutilaciones para extirparles el pene.
Hasta que no te pongan en duda el día que decides denunciar una agresión, desde la policía hasta la médica que revisará las heridas, pasando por peritas y juezas.
Hasta que no te digan que las cosas que te pasan son por tu culpa, por ir solo, por la largura de tus pantalones, por haber bebido demasiado y haberte dejado expuesto a una depredadora sexual o a una asesina.
Hasta que la ONU (o quien sea) no diga que el 35% de los hombres de todo el mundo han sufrido violencia física y sexual femenina.
Hasta entonces, no digas que la violencia no tiene género o que las denuncias falsas son muchas pero hay una conspiración judeomasónica para ocultarlo, donde están metidos desde el PP hasta la Organización Mundial de la Salud.
Hasta entonces, cállate, y deja de decir que lo que nos mueve a las feministas son las famosas subvenciones y no la rabia de vivir lo que vivimos cada día de nuestras vidas desde que salimos de casa hasta que entramos, y en muchos casos, especialmente cuando entramos.
Hasta entonces, déjanos pelear por nuestra liberación, por nuestra seguridad, por nuestra vida. Porque si eres un obstáculo en esta lucha, ninguna de las mujeres de tu entorno está segura a tu lado. Por ellas y por nosotras, por todas, vamos a seguir hasta dejarnos la piel.
Ni por un momento penséis que el feminismo va a detenerse.
Este carro no va a parar, este carro va a arrollar. Y más vale que os coja subidos a él o acabaréis bajo sus ruedas.»
Lo firmo y afirmo enterito.
El corazón se sobrecoge ante tamaña atrocidad.
Y es que ‘machismo’ y ‘feminismo’ no son dos polos de la misma intensidad. El ‘machismo’ es una enfermedad de la sociedad y el ‘feminismo’ es la terapia para curarla.
Por mucho que algunos se empeñen en hacernos creer que es lo mismo la víctima que el verdugo…..