Cuando aparece la expresión lucha de clases se nos viene a la cabeza la imagen o el nombre de Carlos Marx y, a lo sumo, la de su protector y compañero de viaje, Federico Engels. Pero esta idea era muy anterior a su plasmación en el Manifiesto comunista (1.848). En su obra Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Nicolás Maquiavelo (1.469-1.527) dividió a la sociedad en 4 clases: La aristocracia; la burguesía –llamada por él ciudadanos: aquellos que residían en las ciudades y poseían bienes, por tanto, tenían derechos políticos; la plebe: quienes aún viviendo en las ciudades, al no disponer de bienes no tenían derechos políticos; y los campesinos.
Maquiavelo concentró las cuatro clases en dos polos contrapuestos: el pueblo y los grandes (aquellos que gobiernan al pueblo).
Aristóteles ya había diferenciado entre los poseedores o no de los medios de producción. Y el marxismo, siguiendo la senda del griego, distinguiría entre quienes fueran los dueños de los medios y patrones de los asalariados, y entre quienes no poseyeran tales medios y se vieran obligados a vender su trabajo para subsistir, llamándolos burguesía y proletariado, respectivamente.
La expresión lucha de clases ha sido utilizada por liberales, socialistas utópicos, marxistas, anarquistas, conservadores…….Siempre haciendo referencia a cómo repartir de manera justa la riqueza existente en una sociedad.
El opresor lo sería por apropiarse de una fracción excesiva de la riqueza y el oprimido, por lo contrario.
En esto apareció la posmodernidad –situémosla al comienzo de los años 70 del siglo XX- y, por primera vez en la historia, las clases sociales clásicas fueron fragmentadas por una nueva intelectualidad orgánica encargada de propagar una nueva cultura hegemónica, que no es más que un deshumanizador proceso de ingeniería social diseñado e impulsado por las instituciones transnacionales más “respetables” –comenzando por la ONU, la UNESCO y ramificaciones- y sus terminales políticas y mediáticas locales, verdaderos nodos irradiadores y ejecutores del Nuevo Orden Mundial.
Y ¿qué es el NOM? El triunfo del utilitarismo, la fragmentación –tanto de los Estados-nación como de la naturaleza humana – y la concentración del poder, mediante la perversión sofista de la libertad, igualdad, fraternidad, democracia y derechos humano. Y, como consecuencia, la derrota del humanismo.
A partir de ahora la protección al proletariado –tradicionalmente enfocada en las condiciones laborales- será sustituida en razón del sexo/género del protegido; y las clases antagónicas, burguesía-proletariado, por un nuevo y patrocinado antagonismo, hombre contra mujer, donde el primero es el sujeto a triturar, pues por imposición dogmática y anticientífica de los ingenieros sociales se ha decretado que su ADN es portador de la maldad.
El ataque al hombre se complementa buscando la anulación del elemento masculino que tanto hombre como mujer poseen en diferentes proporciones. La consecuencia es el nuevo maniqueísmo construido entre lo femenino y lo masculino.
La Ley de enjuiciamiento Criminal será reformada con perspectiva de género. Dicen que para cumplir el pacto de estado contra la violencia del mismo nombre. A tal fin se creará un consejo asesor presidido por la ministra Dolores Delgado. Habrá otros seis miembros, cuatro mujeres y dos hombres. De los siete integrantes, cinco serán del sexo femenino y dos del masculino. Personalmente la paridad me ha parecido siempre un montaje demagógico. Pero esta disparidad tan evidente define a las claras el objetivo real buscado. Estamos en el primer paso a un supremacismo hembrista, cuyo beneficiario será el Estado y las élites político-económicas, nunca la mujer. Para conseguirlo no les importa quebrantar el principio supremo de igualdad ante la ley. Para justificar esta barbaridad a la ministra de Justicia no se le ocurrió otra argumentación que decir: lo que no es igual no puede ser tratado como igual. Evidentemente, para esta peligrosa sofista, o el hombre o la mujer han dejado de ser humanos.
El oprimido clásico –proletariado- está siendo sustituido por la mujer y lo femenino –independientemente de que se llame Ana Patricia Botín o María de España-, mientras que el papel del opresor -la burguesía- ha sido adjudicado al varón y lo masculino. De ahí, que no debería extrañarnos que la aspiración revolucionaria clásica a una sociedad sin clases mediante la etapa de transición llamada dictadura del proletariado, se trate de sustituir por una nueva revolución consistente en una sociedad sin sexos –o mejor dicho, de sexo variable a capricho- cuya fase dictatorial sea ejercida por el propio Estado contra el hombre y lo masculino. Porque es el Estado quien está empujando a la mujer a actuar así; ella no es más que un instrumento que se volverá contra sí misma.
¿Quién manda en el Estado? Desde luego, el pueblo, no.
El Gran Estado –llamemos así a un ente hipotético que englobe a todos los existentes- es cómodo y, sobre todo, práctico. Aunque tiene el monopolio de la fuerza universal –repartida en cada Estado concreto- sabe que la violencia no es buen atributo para hacer relaciones públicas, su afición favorita.
No hay mejor forma de manejar a las masas que, controlando su tamaño, rebajando su vigor y enemistando entre sí a sus integrantes.
Hay que reducir la población y anular el vigor de la sociedad. El vigor es consustancial al elemento masculino y se caracteriza por dos aspectos: la fuerza y la eficacia. Hay que anular al hombre y hacer de la mujer un sujeto absolutamente dependiente del Estado. Porque no olvidemos que la mujer posee un grado de virilidad que cuando echa mano de ella manifiesta una determinación y fuerza extraordinarias, no hay más que repasar la historia para apreciar como la mujer ha sido capaz de cuidar de los suyos y de protegerlos a cañonazos cuando ha sido preciso, y ponerse codo con codo con su compañero varón a defender a su país, su tierra, su pueblo, su comunidad, su casa o su familia. Eso también debe ser anulado. Dicen los ingenieros sociales que la mujer representa el cuidado. Otra falsedad. La mujer cuida y enseña las uñas para defenderse y unir su vigor físico y emocional al de los suyos para enfrentarse a quien sea. Como decía, hay que neutralizar tal atributo.
Desconozco si el escritor y humorista irlandés Pelham G. Wodehouse (1.881-1.975) tendría habilidades premonitorias cuando escribió:
“La felicidad de un varón estriba en lo que sepa alejarse de las mujeres”
A mi entender, le falto decir: y viceversa.
Vamos camino del objetivo buscado por los intelectuales orgánicos e ingenieros sociales del Gran Estado, jaleados por la estupidez de quienes se apuntan a un bombardeo si las bombas llevan escritas las palabras derechos humanos, democracia, igualdad, empoderamiento….., sin darse cuenta que dichas expresiones son ficciones lingüísticas; meras tapaderas cuyas metas son muy diferentes de las que pregonan.
Hace tiempo que los gobiernos de España no gobiernan para la Nación: Modificación del artículo 135 de la CE. Endeudamiento estratosférico. Permisividad absoluta con el separatismo…….
Cada nuevo ejecutivo supera al anterior en su labor fragmentaria, y el actual no es una excepción.
El aparato del Estado es hoy en día una terminal comprometida en implantar las sucesivas fases de eso que se ha venido a llamar Nuevo Orden Mundial y que definí supra.
Los burgueses –que el marxismo puso en la diana- están de enhorabuena. La lucha de clases seguirá y se recrudecerá. Pero la guerra ya no será contra ellos.
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
Brillante y valiente artículo Marcelino.
La posmodernidad puede destacarse en su contenido argumental como un pensamiento fragmentador (maneja el anti-relato o presuntamente es antidogmático) y emocional (la pulsión de la rebeldía como reacción a lo establecido y a la frustración).
Dudo que Lyotard o Derrida pensaran que este movimiento filosófico pudiera ser objeto de tanto éxito en el mundo anglosajón (ellos eran franceses).
Curiosamente sus tesis fueron adoptadas por las universidades estadounidenses y por un siniestro Instituto, el Tavistock (gracias a Iker Jiménez me entero de su existencia), que es escuela y centro de asesoramiento de Estados, partidos políticos y empresas provadas, y formador de ingenieros sociales.
La Posmodernidad que no fue creada para eso por Lyotard y Derrida, fue adaptada hábilmente a la ingeniería social. Es sustrato ideológico de lo que se llama Sociedad de Consumo.
Su desarrollo como herramienta de manipulación se ha ido produciendo con el tiempo.
Pese a su evidente vigencia, creo vislumbrar señales de agotamiento.
A este NOM le crecen los enanos en esa CLASE MEDIA OCCIDENTAL (la única productiva y estabilizadora) que se empobrece por culpa de los globalizadores (y fragmentadores) que le sale rebelde.
Y le sale rebelde porque está adquiriendo de forma sobresaliente el uso de las redes sociales para informarse prescindiendo así de los medios de comunicación formales (y adoctrinadores).
Y ahí estamos Marcelino, que si la gente prefiere entender, contrastar e informarse por sí misma acudiendo a las redes sociales (incontrolables), la eficacia de la ingeniería social se ve malograda, cuando cada vez menos gente da credibilidad a los medios de comunicación convencionales.
Resulta muy llamativo el acusado reaccionarismo que ofrecen las redes sociales, POR ELLO MARCELINO, POR MUCHO QUE LO INTENTEN…LA REALIDAD Y CADA VEZ MÁS GENTE (posiblemente la mayoría) YA MARCHA AL MARGEN DE SUS DICTADOS.
La lectura e interpretación de los hechos ya se hace por Facebook y Washapp, donde no hay periodistas «profesionales».
Es el eterno conflicto entre las dos clases sociales existentes, entre el 1% y el 99%.
Para la mujer, es igual que se forme. que sea la mejor preparada, la que tiene más talento.
Su capacidad intelectual se verá superada por tu condición biológica. Y eso, sencillamente, es una aberración en una sociedad que se quiera reconocer como avanzada e igualitaria.
Por eso, hoy, la lucha de clases implica necesariamente la lucha por la igualdad y la justicia social…..
¿Conoce usted el reparto por sexos entre los jueces, los funcionarios, los maestros…? Está usted haciendo de menos a las mujeres.
Alto y claro Don Marcelino
Lo mas terrible es además la falta de clase de los que mas lecciones dan, o pretenden dar.
Vamos a un nuevo feudalismo, y dejaremos de hablar de clases paar empezar a hablar de estamentos.
Depende de en que estamento se esté nos serán de aplicación unas leyes o otras.
Tanta izquierda y tanta «lucha» para acabar en esto. Y la Sra Botín encantada de haberse conocido. Cualquier día nos cuenta lo de revolución o muerte.
un cordial saludo
Yo empecé a sospechar cuando leí aquello de «discriminación positiva», que me sonaba a hambre saciante o alegre tristeza. No sé. A mí me da la sensación que hay una parte mala en el ser humano que se manifiesta de muy diferentes formas. También que el fracaso del comunismo ha llevado a sus practicantes a refugiarse en la ideología de género, los animalistas, los feminismos… Dividir entre buenos y malos y ponerte del lado de los buenos es una estrategia sencilla y cómoda.