A las puertas del salvaje Oeste

Si uno mira un mapa de España, en el eje central, al sur de Madrid, observará que Ciudad Real ocupa una posición privilegiada entre el valle del Guadalquivir y la capital de nuestro centralista/centralizado país;posición prácticamente equidistante entre Madrid y Córdoba, razón por la que la vía más corta para unir por tren Madrid y Sevilla pasa por aquí. A una latitud similar se encuentran Valencia por el Este, y Badajoz por el Oeste, lo que hace que la ruta más corta por carretera entre Valencia y Lisboa también pase por aquí.Cabría deducir que dicha situación geográfica podría constituir un excelente nudo de comunicaciones, con todas las aportaciones sociales y económicas que ello traería consigo, pero en realidad no es así.

El Estado Español siempre ha dejado a Ciudad Real al margen del principal eje Norte-Sur por carretera nacional. Recapitulemos:por el Norte, la comunicación por carretera con la capital de la región – transitable a 90 km/h como máximo – es manifiestamente mejorable, y en la N-401, entre las mejoras reseñables de las últimas décadas (dejando de lado las periódicas revisiones del asfaltado) solo cabe citar tres circunvalaciones (en Fernán Caballero, Malagón y Sonseca/Ajofrín) y el túnel de Los Yébenes. Por el Sur, con el adecentamiento de la carretera N-420 entre Puertollano y Montoro (donde enlaza con la A-4) se dio una solución aceptable a la paupérrima comunicación que había con Córdoba.Para el eje Norte-Sur, el Estado apostó siempre por el paso de Despeñaperros y allí es adonde todos los gobiernos han dedicado todo el gasto: así, la distancia entre Puerto Lápice (por citar la bifurcación de la autovía procedente de Madrid) y Córdoba es prácticamente la misma pasando por Valdepeñas o por Ciudad Real ¡Hasta la carretera secundaria entre Almuradiel y Ciudad Real es tan… secundaria, que no se incentiva el paso por esta vía!

En cuanto al eje Este-Oeste: la magnificencia de las obras de circunvalación que se hicieron en Ciudad Real (así como en Daimiel) sobre la autovía A-43, podían hacernos creer que el Estado sí iba a apostar esta vez por un corredor Este-Oeste con Ciudad Real como centro neurálgico. Pero tampoco. Las obras se iniciaron desde aquí hacia el Este, pasando a tramos por Daimiel, Manzanares (en su cruce con la A-4 – ¡por fin puede llegarse desde Madrid de manera continua por autovía!), Tomelloso, hasta enlazar finalmente con la A-3 en Atalaya del Cañavate. La autovía prosiguió como A-42 (anteriormente N-420) hasta Puertollano, con un ramal hasta el Complejo Petroquímico, que permitía que esta industria se comunicase por autovía con los puertos del Mediterráneo. Y ya.

Un inciso: volviendo a la circunvalación, siempre he creído que la inversión del Estado en las circunvalaciones de Ciudad Real y Daimiel (con una amplísima y excesiva superficie asfaltada, con un exceso de puentes y una vasta instalación lumínica – apagada al poco de su inauguración)supuso un derroche innecesario; lo que me hace pensar que – dado el elevado precio medio de construcción de un km lineal de carretera – el beneficio de ese sobrecoste fuese más privado que público. Si nadie lo investigó, será porque sería todo correcto, y de descubrirse irregularidades, seguramente habrán prescrito como presuntos delitos. En fin, paranoias que uno tiene.

En mi opinión, el parón en las obras no se debió a la crisis, ni a la falta de propuestas, proyectos o dinero, sino a una idea raíz que se ha instalado desde hace décadas: no se invierte en la mejora de las comunicaciones desde Ciudad Real/Puertollano hacia el Oeste porque a ningunos de los gobiernos nacionales les ha interesado lo más mínimo el progreso de esta zona ¿Recuerdan cuando Narcis Serra pretendía hacer en Cabañeros un campo de tiro para los aviones del Ejército? El balance económico de hacer una buena infraestructura viaria no parece aportar un claro beneficio económico ni político. El pretendido dilema irresuelto de continuar la autovía/eje Este-Oeste por Almadén o por la N-430/N-502 – que con las carreteras actuales solo tienen 10 km. de diferencia – no es sino un pretexto para dar largas a la solución del problema, una mera excusa para nutrir a los que pregonan su capacidad de influencia política para llevarla por su territorio (que, visto lo visto, es nula), porque ni siquiera aporta réditos políticos relevantes a los verdaderos responsables de tomar dicha decisión. Divide y vencerás: aquí, no se trata de ver quién se lleva el premio de ser zona de paso de la autovía, sino de que las inversiones en comunicaciones por una zona no afecten a las inversiones que la otra zona también necesita. Y mientras tanto, los verdaderos habitantes del asfalto los habitantes de estas poblaciones, los viajantes y los camioneros(como los cómicos de la película “El viaje a ninguna parte”) han de jugarse la vida a diario.

Para articular los territorios y que llegue el progreso a los pueblos como a las grandes ciudades, es necesario que haya buenas comunicaciones. Por eso, en los pueblos próximos a la A-4 (hablamos de Manzanares, Valdepeñas, incluso Daimiel o Torralba) se sitúan las industrias y los centros logísticos. Ciudad Real, al Oeste, queda ya demasiado apartada. Y sin una red de vías de comunicación mantenidas en buen estado, no hay incentivo a la actividad económica en el sector servicios y el atraso cultural es palpable. Los pueblos languidecen, tanto las poblaciones de tránsito como las aledañas. Es lo que ocurre al Oeste de Ciudad Real, en el actual eje Este-Oeste (N-430/N-502) especialmente a partir de Luciana (a tan solo 40 km. de la capital), cuya carretera contiene muchos kilómetros en pésimo estado.

En conclusión, Ciudad Real no es centro neurálgico de nada, sino el portal de entrada a un salvaje Oeste, que termina en la misma frontera de Portugal (tal vez a excepción del corredor pacense entre Badajoz, Mérida y Don Benito). Es la evidencia de que no hay un proyecto vital de ámbito estatal para esta depauperada zona de España entre Castilla–La Mancha y Extremadura, que podría incluir al Norte de Córdoba… por lo menos. Dicho sea de otro modo: la situación de esta zona de España es insoportable, pero a fuerza de mantenerse así en el tiempo, uno llega a creerse que no puede sino ser perpetua. O de otro modo: de las estrecheces de una parte de la población, se benefician otras partes de la población.

Es evidente que, a falta de inversiones estatales, otras administraciones, en el ámbito de sus competencias, podrían paliar estos efectos, como sucedió acertadamente con la Autovía de los Viñedos. Pero encuentro dos problemas. Primero, que la financiación autonómica depende de la capacidad de afrontar el endeudamiento (entendido siempre como inversión previa para obtener un beneficio futuro) y, en última instancia, del Estado (otra vez). Segundo, creo que este concepto de mejora de las vías no puede ser a golpe de “autovía o nada”: para mejorar la comunicación de la capital con el Campo de Montiel, se inició la construcción de una autovía que rodea Almagro y llega al desvío hacia Granátula de Calatrava. A partir de ahí, la misma carretera de mierda de siempre, con sus parches, sus curvas, sus travesías, etc.

A falta de industria, el principal motor económico de Ciudad Real (y Miguelturra, contagiada por su proximidad) no puede sino deberse al auge del sector servicios propio de su condición de capital de provincia, y al comercio de suministros que requieren esta población y sus aledaños – que se sostienen en buena medida por la proximidad con la capital. De ahí su limitado crecimiento económico y demográfico, sostenidos ya durante varios lustros o décadas, y sus escasas expectativas.

Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde