Jesús Millán Muñoz.- El museo del cerdo está situado en Burgo de Osma y es iniciativa del Hotel Virrey Palafox y dispone de más de once mil figuras distintas sobre el cerdo, también obras de arte con el mismo tema, además bibliografía y fondos bibliográficos sobre el cerdo, la matanza y con facsímiles sobre dichos temas. Se celebran unas jornadas sobre la matanza.
– En la historia de la humanidad el cerdo ha sido un animal totémico en muchos sentidos, simbólico, y al mismo tiempo, aceptado por grandes ideologías-religiones, y rechazado por otras grandes religiones e ideologías.
En torno al cerdo, actualmente, admitido o prohibido en algunas culturas-sociedades y negado en otras, diríamos que se toma como animal totémico-simbólico-metafórico-polisemántico de alguna manera.
No podemos negar que las diversas enfermedades que ha conllevado, especialmente en siglos anteriores, ha causado muertes en personas, a lo largo de generaciones. También no podemos negar, que el cerdo ha sido, uno de los animales sustento de la población durante siglos en todos los continentes, porque además se aprovechaba todo de él. Ha sido una de las fuentes esenciales y tradicionales y rurales de proteínas para pueblos, sociedades, culturas, ciertamente de las que lo han admitido.
– La matanza del cerdo, durante siglos, por diversas razones, se convirtió en la España profunda y no profunda en un rito, o al menos, en algo parecido a un rito. Porque además de ser un motivo de alegría, es decir, tener una fuente de alimento y proteínas y calorías para los próximos meses, y una fuente de supervivencia para la familia, era también un símbolo, durante siglos, de las personas de una ideología-cultura-religión.
En un mundo actual, que existen megasupermercados en casi cualquier comarca de Europa, no podemos imaginarnos que hasta hace pocas generaciones, diríamos hasta la segunda guerra mundial, por poner una fecha y un límite, el problema de la supervivencia y de la suficiencia alimentaria, no era una cuestión resuelta. Por diversas razones, falta de dinero, falta de comercio de alimentos, falta de variedad de alimentos, falta de medios de conservación, falta de cantidad suficiente de alimentos, la población siempre, o una parte de ella estaba en el límite de la supervivencia.
No nos engañemos, los dos siglos pasados, en los que constantemente han venido y han ido creándose y produciéndose revoluciones sociales, la base de todas ellas, es y ha sido y será siempre una desarmonía entre la población y que dicha población no tenía o no tenga suficientemente satisfechas sus necesidades vitales. A todo ello, después se le adorna con grandes principios o con grandes sistemas ideológicos, pero cuando los estómagos no estaban llenos o satisfechos empiezan a existir problemas individuales, familiares, colectivos, sociales, y al final, sociopolíticos.
Y en toda esta dinámica de la existencia demográfica y popular de siglos, el cerdo en Europa, especialmente en la Piel de Toro, que podría denominarse también “La de los huesos del cerdo”, ha sido una respuesta y solución. No existía familia, que viviese y existiese en el mundo rural, que no tuviese o criase uno o varios cerdos.
– El cerdo además era como una fábrica de reconversión de los desechos en carne y por tanto en proteínas. Se decía y era cierto que del cerdo se aprovechaba todo.
Quizás, se podría indicar que existían como dos grandes tiempos de fiesta en la Celtiberia eterna, uno, era en invierno, la matanza del cerdo y la recogida de los olivos, otro era en verano, la recogida de los cereales y cosechas y viñedos.
Durante siglos, esencialmente, la mayor parte de la población tenía esos dos tiempos, que se podrían prolongar varias semanas, por lo cual, diríamos en el caso de la matanza del cerdo se producía una especie de movimiento rotatorio y cíclico, por lo general los fines de semana, en diferente casa familiar, así de ese modo, los familiares y amigos realizaban un trabajo, sacrificaban el cerdo, pero también preparaban chorizos y curaban los salones, y tenían una comida, y así se hablaban y se veían entre ellos, por tanto, el cerdo y la matanza, se convertía en un acontecimiento policultural o con polisignificados, hoy diríamos polisemántico.
Ya que esta ciudad, ha tenido la originalidad y la creatividad de vislumbrar diríamos el futuro y no solo el pasado, y de crear un museo del cerdo y de unas jornadas sobre la matanza, quizás, aunque sea una vez en la vida, deberíamos ir y visitar ambas realidades, percibir y ver y pensar y repensar el museo, y degustar sus alimentos y sus jornadas gastronómicas, o ritogastronómicas, como los emprendedores de esta idea han sugerido, quizás con ambas realidades, alimentando los ojos y el cerebro y el estómago, entendamos y comprendamos algo más de la historia humana, de los seres humanos y también de nosotros mismos.