Más de trescientas personas llenaron la capilla del Monasterio del Santísimo Sacramento y el pradillo aledaño en la tarde del domingo en la celebración religiosa con la que Manzanares despidió a Madre Mercedes, Sor Inés y Sor Ángela, las últimas moradoras del convento. Tras 426 años, la Federación de las Concepcionistas Franciscanas ha decidido su cierre y el traslado a Madrid de las religiosas. El alcalde de Manzanares calificó el día como triste. “Queríamos a cualquier precio que continuaran en nuestra ciudad”, declaró Julián Nieva.
Al finalizar la celebración, en la que la última madre abadesa del convento, Madre Mercedes, hizo un agradecimiento expreso al alcalde y al pueblo de Manzanares por ayudarles a mantener en pie el monasterio, Julián Nieva manifestó su respeto por la decisión que ha tomado la orden de las Concepcionistas Franciscanas pero expresó su deseo de que las monjas de clausura hubieran continuado en una ciudad en la que tienen presencia desde abril de 1592.
“Desde el Ayuntamiento les hemos dado todo el cariño y apoyo que han necesitado hasta el último minuto”, declaró el alcalde, para quien su deseo de que las monjas continuaran en la ciudad “coincide con el sentimiento mayoritario de todos los manzanareños”. “No ha podido ser. Que sepan que donde vayan se quedan en nuestros corazones”, añadió tras reiterar el respeto absoluto a la orden y al obispado.
Respecto al futuro que aguarda al edificio del convento, catalogado “y de indudable valor”, el primer edil manifestó su preocupación. “Las conversaciones del alcalde han sido para que las monjas permanecieran en Manzanares. Para nosotros eso era mucho más importante. Ya se hablará del edificio cuando corresponda”, concluyó.
Nieva encabezó la nutrida representación de la Corporación Municipal que asistió en la tarde del domingo a la eucaristía de despedida de las monjas de clausura. La misa fue concelebrada por seis sacerdotes y oficiada por Carlos Bermejo, franciscano de Alcázar de San Juan, que justificó la ausencia del obispo de la Diócesis de Ciudad Real, Gerardo Melgar. Durante la homilía habló de más de cuatro siglos “de fidelidad escondida, de presencia oculta pero viva”. Manifestó su agradecimiento a las religiosas, “siempre fieles al ideal de Santa Beatriz de Silva”. “Somos todos la familia del Señor, estemos donde estemos”, añadió.
Madre María Torres Ros, presidenta federal de la Federación de Santa Beatriz de Silva – Castilla, tomó la palabra para leer la carta remitida al obispo de Ciudad Real comunicando y explicando su decisión. Recordó que la comunidad del monasterio manzanareño se redujo a tres religiosas en 2014 y que desde entonces se buscaron soluciones. Sin embargo, “ante la carestía de vocaciones”, al no darse las circunstancias necesarias para la vida contemplativa, se tomó la decisión “irrenunciable” de trasladarlas. Torres dijo que Madre Mercedes, Sor Inés y Sor Ángela, tras 22 años en Manzanares, han elegido “voluntariamente” ir al Monasterio San José y Jesús María, en la calle Blasco de Garay de Madrid.
La última abadesa del monasterio manzanareño, en una lectura interrumpida por las lágrimas y los aplausos, hizo historia de la presencia de las Concepcionistas Franciscanas en Manzanares, de momentos de falta de vocaciones que se superaron, como los vividos a mediados del Siglo XIX o a finales del XX, cuando llegaron ellas en 1996, cuatro religiosas procedentes de la India. “Esta vida nos pareció un cielo en la tierra”, dijo Madre Mercedes antes de recordar momentos tristes como el fallecimiento de las religiosas de más edad. “Nos vamos de aquí pero os llevamos en los corazones. Para nosotras el pueblo de Manzanares seguirá presente en nuestras oraciones”, concluyó emocionada.
Igual de emotiva fue la intervención de agradecimiento realizada por Teresa Muñoz en nombre el coro que desde 1981 ha cantado en las misas de la capilla del convento. “Nuestras voces se apagarán con vuestra marcha. Gracias por tanto”, acertó a pronunciar.
Terminada la celebración, las religiosas recibieron a pie de altar el cariño de las autoridades y de los varios centenares de fieles que se dieron cita en este acto de despedida oficial antes de que, dentro de unos días, el monasterio cierre sus puertas tras más de cuatro siglos.