Aprendió en su Lanzarote natal a convivir con sones mestizos y después de más de dos décadas sobre el escenario se puede afirmar que Rosana ha alcanzado un notable grado de madurez, en su doble vertiente de cantante y compositora, que le permite experimentar e improvisar hasta hacer de cada concierto un espectáculo diferente dentro de un mismo tour como consecuencia de la tendencia natural que tiene a contar con las preferencias del público.
Ya había advertido ante los periodistas cuatro horas antes de su actuación que tenía intención de dejar que los espectadores “movieran el cotarro”. Y más de 4.000 personas han contribuido a ello esta noche en la Plaza de la Constitución de la capital.
Sus conocimientos musicales, el dominio de varios instrumentos, su voz hermosa, muy singular, y su personal acento canario hacen de cada actuación de Rosana un concierto único. Ella misma advierte sobre esta circunstancia diciendo que no es partidaria de concebir un montaje y de someterse a lo establecido como si fuera una autómata sin tener en cuenta las características del lugar donde actúa, la idiosincrasia de la ciudad y las peticiones de quienes han tenido la deferencia de ir a escucharla.
Aventuró un espectáculo más eléctrico, con mayor inyección de sonido y más energía con la que actuó el año pasado en el Teatro Municipal Quijano. Y así ha sido. Esta veterana del pop que también se siente muy cómoda en los dominios del rock y del folk se ha metido en el bolsillo al público desde el primer momento con una sonrisa perenne, que sólo ha escondido cuando ha recordado la reciente pérdida de María Dolores Pradera, con gestos cómplices y con evidentes ganas de compartir sus temas, sabedora de que las canciones pierden parte de su alma si no se entregan a los demás y no se hacen universales. Es como si se quedara huérfana si no trasmite en toda su extensión los mensajes que encierran sus temas, todos ellos redondos, muy bien rematados.
No se ha limitado Rosana a mostrar al público sus últimas creaciones musicales, que son las que priman en el tour en el que está enmarcado el concierto que ha promovido la Diputación provincial para poner en valor nuestro patrimonio dentro del programa “Conciertos en Espacios y Lugares Emblemáticos”. El repertorio ha sido una mezcla de canciones incluidas “En la memoria de la piel”, su último trabajo, y un buen puñado de canciones que vienen persiguiendo a la artista canaria desde hace más de veinte años.
Ha buscado la complicidad del público porque se siente cómoda emocionándose con quien se emociona. Se ha mostrado tierna, cercana y sencilla. Y se ha entregado de manera incondicional ofreciendo melodías inéditas, cambios de ritmos y nuevos arreglos y composiciones. Incluso se ha atrevido con el single que ha visto la luz hace algo más de una semana bajo el título “Soñar es de valientes”.
Rosana no canta para el público, sino con el público. Y entiende la música como una herramienta que puede ser utilizada para reconvertir situaciones que en otro tiempo fueron más esperanzadoras. En este sentido, echa de menos un país que fue más optimista, más divertido y más fuerte del que tenemos en este momento. En sus canciones nos explica sus anhelos, sus reivindicaciones, su visión crítica de la vida y del mundo. Y su esfuerzo por trasmitir y conectar es apreciado por el público, que en Ciudad Real se ha entregado y ha disfrutado con ella y con “Estrellados” como teloneros en la Plaza de la Constitución, donde el Palacio provincial se erige como un lugar emblemático en una provincia que se abre al visitante empujada por la Diputación con el objetivo de fijar población y de impulsar la creación de riqueza y empleo en torno al turismo.
¡Como nos gusta una fiesta!
¡Como nos gusta un botellón y como nos gustan las terracitas!
Si te parece nos van a gustar más los entierros, no te digo…
4.000 personas?…
Se les ha escapado un 0, eran 40.000.
400.000
Felicitaciones también al grupo de pop rock ciudadrealeño ‘Estrellados’.
Ser teloneros no es tarea fácil aunque siempre es una gran oportunidad….
Ah, pero eran de aquí?, pues muy buenos, sí señor.