Días pasados, tal como el día 10 de abril, nos desayunábamos con la doble noticia de fondo conventual provincial de ciertos abandonos y amenazas. Y frente a ello, la paradójica inauguración de la nueva puerta de El Encuentro del Convento de San José de Malagón, el día 11 pasado, con un pleno de representantes civiles, sociales y económicos, no evitaban la sensación de nube sospechosa de las dos noticias precedentes.
La primera de las noticias daba cuenta de la constitución en Manzanares de una plataforma de apoyo a las monjas Concepcionistas Franciscanas y, particularmente el colectivo ciudadano moviéndose en evitación del cierre del convento manzanareño. Para lo cual han comenzado a colgar lazos azules por la ciudad como muestra de su apoyo a la comunidad conventual.
Junto a esa nota de reacción de los ciudadanos de Manzanares, se producía la otra noticia coincidente. Y era la búsqueda por parte del Obispado de la diócesis de alguna salida para el convento almagreño de los dominicos. Que ya contara con una despedida de la comunidad dominica el pasado 26 de junio de 2017.
Casi sin solución de continuidad, este digital se hacía eco, el 18 de abril, de la constitución de la plataforma Salvemos el monasterio de las Terreras, ahora en Ciudad Real. Dando muestra de su preocupación por el abandono del edificio desde el cierre verificado en 2008 y sin que se vislumbre acuerdo alguno entre sus propietarios y las administraciones públicas competentes, tendentes a su reutilización y recuperación.
Este problema, el del abandono conventual de las ciudades y pueblos que ya es crónico, lo abordé hace ahora doce años en mi sección de La Tribuna, Doble dirección y en relación con una posibilidad que se había desplegado a propósito de otro convento local amenazado, como fuera el de las Carmelitas.
Escribía entonces algo que hoy sigue pesando en nuestros pueblos y ciudades, como consecuencia de la creciente secularización social y como fruto de la llamada crisis de vocaciones, que vacía conventos y seminarios. Y de rebote, vacía edificios solemenes en enclaves urbanos centrales. “Ahora y merced a la presión del medio ruidoso y vociferante y al mobbing inmobiliario, la comunidad conventual de las Carmelitas de Ciudad Real, también se tambalea y pretende erigir su nuevo cenobio en la soledad rústica del ager circundante. Ese abandono ciudadano prolonga el abandono de las viejas estructuras urbanas –como ejemplifica Toledo, Ecija, Almagro o Sevilla– cuajadas de compases conventuales, de espadañas señeras, de clausuras nítidas y de claustros imponentes difíciles de mantener. Ese abandono es otra forma de silencio elocuente sobre la muerte de la Civitas Dei en un urbanismo presidido por el Jumpcut en palabras de Richard Ingersoll.
Junto a la pretensión de obtener más silencio eremita en la nueva clausura, uno no deja de sospechar de la pretensión por obtener más réditos inmobiliarios del baldío de huertas y jardines. No digo que la comunidad teresiana esté presta al canje , pero aquí ya son de sobra conocidas historias similares que concluyeron con la extinción conventual de espacios singulares y edificios emblemáticos. Desde el convento de las Dominicas de Altagracia, hasta los predios conventuales de San Juan de Dios; desde las corralas de los Padres del Corazón de María a los restos de Santo Domingo. Todo se tambalea, hasta la fe religiosa de algunos políticos confesionales que profesan un olvido esplendoroso”.
Ya se que el tema es complejo y díficil; propiedades de la Iglesia Católica, beneficiadas sin la fiscalidad del IBI, situadas en enclaves singulares y que por ello, componen vertebras centrales de las ciudades históricas. Piezas históricas edficadas en enclaves centrales y en trance de abandono, como antesala de su desaparición. Comunidades religiosas escasas y envejecidas, despobladas en el límite, que se ven obligadas a cierta emigración conventual y a cierto nomadismo religioso, pero que no solucionan con su traslado el problema edilicio de fondo. Un trasvase en una suerte de nueva Desamortización de efectos imprevisibles.
¿Qué hacer con ese patrimonio valioso? Ese es el caso próximo del convento de La Encarnación de Almagro, que se une a los ya referenciados antes. Junto a la elemntalidad del derribo y abandono debe de estudiarse la posibilidad del cambio de uso, que al menos preserve algunos fragmento de los complejos conventuales. Esos fue el caso del convento almagrañeo de San Francisco o el del convento de Santo Domingo en Villanueva de los Infantes, rehabilitados ambos como estructuras hoteleras. También, el caso del convento de La Encarnación de Villanueva de los Infantes que ha pasado a ser centro cultural municipal.
Y ante todo ello no basta con citar, como se ha hecho en este medio, la bonanza inversora pública en estructuras conventuales al amapro del 1% cultural. Todo ello para solucionar los problemas del cerca de millar de conventos.
Periferia sentimental
José Rivero
Desconozco si la comunidad de carmelitas de Ciudad Real desea abandonar el convento. Por número de religiosas no ha de ser porque es un convento en este sentido excepcional.
Siempre oí que se quejaban de la dificultad de mantenerse libre de ruidos y vistas curiosas por la mayor altura de los bloques circundantes.
El tema es serio, extraordinariamente serio. Y la inspección obligada de los servicios del Ayuntamiento, no para apretar a las comunidades religiosas, sino para velar por la integridad y seguridad del edificio para su protección.
Atisbo como solución la posibilidad de segregar parcialmente estas fincas para vender lo que no afecte al patrimonio estrictamente arquitectónico y religioso.
Deben encontrarse mecanismos de financiación mixta público-privada.
Y la reacción debe ser inmediata.
Si algo tienen que tener las comunidades religiosas no es la presión del Ayuntamiento sino su colaboración para garantizar la conservación del edificio.
De nada sirve a las religiosas contar con un rico patrimonio inmobiliario del que no se puede disponer libremente porque está afecto al interés histórico y artístico protegido.
Sé cómo viven. Con una sobriedad pasmosa, de su trabajo artesanal, decontadas y cada vez menos donaciones particulares (generalmente de las familias de estas religiosas) y de unos exiguos alquileres de esas cocheras que no mantienen ni de lejos las exigencias de conservación de sus edificios.
Es la hora de la creatividad, el apoyo institucional y VECINAL.
De ser una ciudad fea a horrible y que se hunde a nivel patrimonial y hasta moral. Eso es lo que hay ahora mismo amenazando.
La pasividad debida en gran parte a ese egocentrismo de corte caciquil y provinciano, a ese moverse por la pasiva inercia y ese cortoplacismo político, son las causantes intemporales de la ciudad sin futuro que supone hoy día Ciudad Real.
Y hoy como en el siglo XIX y XX, cuando se cometieron las aberraciones urbanísticas de la ciudad.
Una capital esencialmente burocrática donde el aquí mando y figuro yo por encima del interés del municipio y sus vecinos sigue imperando en la cultura popular.
Si las Terreras se pierden será responsabilidad de todos, pero esencialmente de quienes tutelan los intereses municipales.
Y nada de ocurrencias hay que buscar primero esa financiación que yo no tengo dudas no debe recaer exclusivamente de las arcas públicas.
Esa es la diferencia entre tirar el dinero e invertirlo.
La Diócesis de Ciudad Real bien debería impulsar la coordinación de las múltiples administraciones y asociaciones vecinales que deberian implicarse.
Y lo mismo ha de predicarse del edificio de la Cruz Roja.
Conservar el escaso patrimonio que nos queda es una prioridad que debe desplazar cualquier otro proyecto cultural financiado con recursos públicos.
El uso si deja de ser religioso ya se verá después, pues conozco antiguos conventos convertidos en hoteles-spa, o centros de convenciones. Castilla León ha recuperado muchos edificios de esa forma.
Y otra tarea que debe hacerse. Si hay un excesivo patrimonio municipal inmobiliario sin valor arquitectónico debería desafectarse y salir al mercado para venderse. De esa forma podrían financiarse las inversiones en patrimonio con valor histórico artístico que hayan dejado de servir a su uso religioso.
Ya solo quedan 134 monjas de clausura en la provincia de Ciudad Real, debido al envejecimiento de las religiosas y al descenso de nuevas vocaciones entre los jóvenes.
Actualmente, en la provincia de Ciudad Real, existen 9 comunidades masculinas correspondientes a 7 congregaciones y 13 comunidades femeninas pertenecientes a 9 congregaciones.
En el monasterio más activo de Ciudad Real, el de las Carmelitas, solo cuenta con 23 religiosas.
Tal vez los conventos y los monasterios abandonados, con un valor patrimonial notable, abran la puerta a inversores particulares o fondos de inversión.
Mientras tanto, estamos asistiendo a la transición del ‘Civitas Dei’ al ‘Civitas Terrena’….
En el caso del monasterio de las Concepcionistas Franciscanas, un uso podría ser , sin duda el de museo de la Semana Santa ciudadrrealeña y, por tanto, de guardapasos .Lo más difícil, que es el edificio y el terreno está hecho. Lo facil debería ser poner de acuerdo a todas esas hermandades y cofradías que tienen un mismo sentido y fin en rendir pleitesía a Dios y cumplir sus mandatos…