Jesús Millán Muñoz.- De forma prudente y modesta, sin creerse dios, que no lo somos, sino solo seres humanos, sin renegar del Ser Supremo, sin negar las fuerzas y racionalidades y voluntad humana, debemos con modestia, pero con buena voluntad y correcto saber, preguntarnos si los seres humanos, debemos y podemos diminuir, ralentizar, hacer desaparecer, algunos de los enormes sufrimientos, que nos producen, el hambre, las guerras, la muerte, las epidemias y otros sufrimientos que llevamos sufriendo durante milenios. Quizás, muchos no podamos resolverlos, pero si diminuirlos, quizás, no podamos abolir la muerte, quizás, ni siquiera debamos plantearnos ese problema, pero si alargar la vida, de forma digna y correcta.
¿Sea lo que sea, la respuesta, el ser humano, la humanidad, tiene el derecho y el deber de plantearse estos problemas y estas cuestiones?
– Lo primero, que habría que preguntarse, si tenemos conceptos e ideas y fórmulas y enunciados verdaderos a y en todos los terrenos. En segundo lugar, si tenemos hábitos y costumbres y actos de forma correcta, verdaderos y adecuados que de verdad, a nivel individual, colectivo, social, estatal, cultural, de verdad disminuimos todos esos males y sufrimientos que los humanes soportan, que en parte, han disminuido, que de siglo en siglo, van disminuyendo, pero que todavía son un flagelo que no somos capaces, al menos, totalmente de disminuir, reducir, ralentizar, eliminar, etc. Ciertamente no es lo mismo la guerra, que una epidemia, o las varias docenas o cientos de epidemias que todavía sufrimos, ni lo mismo que la muerte, pero tampoco es lo mismo, la muerte a los veinte años, que a los cien, el hambre que sufren cientos de millones de seres humanos, el no tener una sanidad suficiente, el problema demográfico, etc.
– Uno, de los primeros deberes y derechos, es que todo y cada uno de los individuos, alcance, en la medida de lo posible, y según circunstancias, el mayor y correcto y mejor conocimiento sobre la realidad, sobre multitud de temas, y al mismo tiempo, intente alcanzar, el mejor y mayor grado de buena voluntad, a y en todos los sentidos. De ese modo, aumentando el mayor y correcto conocimiento sobre la realidad y multitud de aspectos de la realidad, y alcanzando, todos o la gran mayoría, un mayor autoconocimiento y conocimiento de la moralidad correcta, todo cree sinergias a y en todos los sentidos, combinaciones, de multitud de formas, para que el mundo, ruede y funcione mejor, a y en todos los aspectos de la realidad.
El perfeccionarse, cada uno según sus circunstancias, a nivel de pasiones, sentimientos, emociones, ideas, conceptos, voluntad, libertad, a y en todos los sentidos, a nivel teórico y práctico y de hechos, puede hacer aumentar todo lo bueno en el mundo, la paz, la justicia, el sosiego, la prudencia, la verdad, la bondad, el bien, la libertad, la equidad, etc. Y todo eso será la fuente, primero de evitación de males, males personales, familiares, en todas las entidades humanas, sociales, políticas, económicas, estatales, y al mismo tiempo, hacer disminuir los males que sufrimos, ralentizarlos-eliminarlos, si es posible y en la medida y cantidad y cualidad de lo posible.
– ¿Tenemos que pensar si se está produciendo, seamos conscientes o no, sepamos hacia dónde nos dirigimos o no, tal acumulación de cambios en todos los aspectos de la existencia humana, en todos los saberes, que quizás, haya que plantear, que no está naciendo una nueva fase histórica, una nueva fase dentro de la tres anteriores de la revolución industrial, sino una nueva etapa histórica?
¿Tenemos que plantearnos que está naciendo y surgiendo un nuevo mundo, de tal manera, que no sabemos, no conocemos, ni lo que nacerá, ni lo que surgirá, por lo cual, todo, todo tenemos que pensarlo y repensarlo, siempre con la ortodoxia del saber de cada momento y tiempo? ¿Por lo cual, estamos dentro de una ola enorme, que en parte, nosotros vamos creando o modificando, pero que en parte nos lleva hacia derroteros que desconocemos la meta y el fin, se están produciendo cambios tan profundos cada año, cada década, que no somos capaces de poner en armonía conocimientos e ideas y prácticas del pasado con las del presente…?
¿Por lo cual, todas las realidades, todas irán modificándose y cambiando, no solo las concepciones, sino las realidades prácticas, por lo cual, lo que hasta ahora han sido los flagelos de la humanidad, antiguos y nuevos, pueden y deben ser modificados, teórica y en la práctica, siempre para el bien del ser humano concreto, para el bien de las sociedades, para el bien de la humanidad…? ¿Por lo cual, podemos y debemos pensar, que las epidemias, las enfermedades, las guerras, e incluso la concepción de la muerte, se verán modificadas, aunque esperemos para el bien de la humanidad…?
Quizás, para resolver un problema, lo primero que hay que ser consciente, es plantearse que se puede solucionar o resolver dicho problema. Para resolver la viruela, lo primero, que hay que pensar, es que dicha enfermedad se puede resolver, o al menos intentarlo. Por tanto, hay que plantearse que todas las epidemias existentes, se pueden reducir o erradicar, que las guerras se pueden reducir o erradicar, que el hambre se puede reducir y erradicar, y que la muerte, se puede retrasar al menos. Si no tenemos esas concepciones, o al menos, planteadas como posibilidad, no se pueden abordar estos temas.
Es obvio, que durante siglos, los humanos han ido resolviendo en parte o totalmente, multitud de enfermedades. Ahora esta idea se debe aplicar a todo. Pero quizás, no se pueda abordar estos temas, sin al menos, al mismo tiempo solucionar otros cientos de cuestiones anexas y conexas, es decir, macrovisiones macroculturales, cambios en lo pequeño y en lo grande.