Manuel Valero.- Nunca entendí bien los efectos saludables de la acogida de niños de otras latitudes castigadas por la guerra que como todo el mundo sabe es el estadío máximo de codicia y odio de la especie humana que viene guerreando desde que el primer mono-hombre se puso de pie ante la charca de su propiedad cuando descubrió la contundencia de una quijada en la mano como arma dialogante.
Quiero decir para que la gente no se soliviante que no niego los efectos saludables que para los niños saharauis o ucranianos o venezolanos o de otras partes del mundo tiene el mero hecho de vivir lejos de la muerte, el miedo y la necesidad. Claro.
Siempre que llegaban las campañas de acogida el periódico Lanza en el que he trabajado por lustros hacia una generosa cobertura de la información. Y recuerdo que de vez en cuando salía el asunto que encendía enseguida el debate ya que después de estar aquí viviendo con dignidad, entre amigos, queridos, defendidos, alimentados… los devolvíamos otra vez al infierno del que venían. Y yo me preguntaba ¿no era eso peor? Vienen, viven felices por unos días y luego los empaquetamos para que retornen a su chabola, a su comida restringida, a su higiene deficiente, a la supervivencia gracias a la solidaridad y a la caridad, que se parecen mucho por más que se las quiera despegar como se hace con el chicle de la suela del zapato. Si los efectos de su venida son maravillosos, como realmente lo son… ¿cómo eran los efectos de su devolución a la boca del lobo, o a las mismas puertas del desierto? Cuando se conoce lo bueno, dice la sabiduría popular que es muy sabia, difícil es acostumbrarse a lo malo. Hace años, Renfe decidió sustituir los trenes AVE Puertollano-Madrid por lanzaderas y se montó el pollo, porque los usuarios habituales querían mantener el pedigrí y las cinco estrellas del AVE. Yo volví a disentir, porque era como si una empresa le quita el Mercedes para llevar a los trabajadores de casa al curro y viceversa y lo sustituye por un Peugeot de gama media alta. Es decir era una reivindicación de primerísimo mundo en cuanto tocaron el bienestar de lujo. Las lanzadores corrían más o menos lo mismo, pero se movían un pelín más me decían los afectados que perdieron otros privilegios como la plaza del parquing creo recordar .
Asi que me imagino el choque frontal de los niños saharauis cuando después del luminoso y fraternal veraneo con nosotros tienen que despedirse de sus hospitalarios amigos para volver a la penuria cotidiana.
Nada es fácil de solucionar y todo el mundo lo sabe. La condición humana y la estrategia política mediatizan al ser humano y al político que siempre está presente implícita o explícitamente donde puede sobornar los afectos fotografiándose junto a los pobres de la tierra o removiendo aguas por el mismo problema que ellos generaron y ahora gestionan otros. Por ejemplo las pensiones. Hay una realidad palmaria: la mayoría de las pensiones en España son bastante exiguas y no estaría de más ponerlas a la altura de la dignidad. Quien niegue esto niega la evidencia, pero también niega la evidencia quien no dice exactamente de dónde va a sacar el dinero para hacer frente presupuestariamente a las pensiones. Hay dos formas: o subiendo impuestos a todos progresivamente (la socialdemocracia es el mejor de los estados sociales y por ello es el más caro y todos tenemos que rascarnos el bolsillo sin recurrir al falaz argumento de que paguen los corruptos o los ricos) o recortando de aquellos flecos, que los hay, sin tocar Educación y Sanidad , con cuyo ahorro poder afrontar una subida magra de las pensiones más bajas aunque se congelen las otras, porque ¡ay amigos! hay que ser solidarios y pasarse por caja si queremos un bienestar cinco estrellas. Se puede recortar de lo inane. Por ejemplo el Senado, que no sirve para absolutamente nada o las autonomías cuya revisión sería otra de los soluciones según algunos, aunque uno no se atrevería a tanto. Aunque bien pensado si contamos con un Estado social democrático y de derecho… ¡qué mas da que ese Estado sea centralista, jacobino o centrifugo? Si somos honestos, el proceso autonómico que se pensó para calmar a las bestias, no sólo no las calmó sino que se pagó un alto tributo de sangre en el caso vasco y el culebrón infame al que asistimos diariamente en el caso catalán, sino que las autonomías sirvieron para crear cortes y cohortes donde asentar una clase dominante alimentada de una tupida red clientelas. Basta con hacer una restrospectiva que ya hay trecho para ello.
Por eso a veces me pregunto si buena parte del rostro social de determinados acontecimientos no son simple desfile mediático bajo los focos para justificar otras orfandades. Yo desde luego si fuera un niño saharaui y me trajeran desde la polvorienta tienda a una confortable habitación me escaparía la víspera del regreso. Lo ideal, lo que toda persona justa desea es que no haya necesidad en ninguna parte del mundo, utopía por ideal, pero ¿no habría otra forma de evitarles a los chiquillos la vuelta al horror? Ahora, además ha surgido una sombra sobre ong,s que trafican con esa ayuda a cambio de favores de todo tipo. Pero, cuidado, uno no se pone bravo como suele ocurrir cuando señalan a un cura felón y pederasta y se lo arrojan a la Iglesia toda, no. Son casos puntuales y las ong,s laicas, agnósticas o religiosas hacen una labor impagable y son el otro rostro angelical del ser humano. Puede también que este mundo de móviles inteligentes sea tan estúpido que solo pensemos en la imagen, el oportunismo o la pasarela.
O puede que en fin la superficie de las cosas sea más amable y suave que lo que recubre…
Es usted un antisistema, don Manuel. Me alegra leerle de nuevo.
Un artículo valiente y bueno por ir contra esa tiranía de lo políticamente correcto que y hacerlo de manera clara y sin complejos.
Hoy he hablado con una española que dirige una escuela de niños en Uganda. Le he preguntado cómo es la situación en el país. Existe estabilidad política aunque hay mucha corrupción, hay más infraestructuras porque los chinos las están haciendo a cambio de sus recursos naturales, hay comercio, la educación está dando sus frutos y empieza a haber clase media. No hay miseria y los conflictos están muy localizados. Hay campos de refugiados de congoleños y sudaneses que sí sufren guerra civil.
Es imprescindible la estabilidad política para que los países progresen y el comercio (capitalismo) y el turismo puedan generar una clase media que es la que trae estabilidad y prosperidad.
Y llueve bastante. Me hacía a la idea de que el clima iba a obedecer a los gurús del cambio climático.
Dos apuntes tangenciales: He tenido a una niña ucraniana varios veranos en casa. Hoy tiene 18 años y nos cruzamos mensajes con frecuencia en un español algo más que elemental.
La cobertura que hacen los medios es la que es si se tiene en cuenta que en verano las noticias escasean.
Tú no perteneces al gremio de la solidaridad ideológica o voceada, como decía un conocido.Es el filtro postural o estratégico de las cosas lo que irrita. Un saludo, amigo.
Quienes entienden de esto (esos que dedican su vida a ayudar profesionalmente a los demás) creen que lo mejor es que los niños reciban apoyo en sus territorios, lo cual es menos traumático que ver lo que hacemos aquí, y lo que luego les espera allí.
A lo que añado, si no fueramos unos egoístas de mierda (los de Occidente), probablemente no habría que traer a esos niños a decirles lo bien que vivimos.
Yo sé que no lo veré, pero ojalá y a todos esos países se les pudiera devolver todo lo que nuestros antepasados les quitaron.
En fin.
Perdón, a lo que añado: exento de esto que he dicho están los que ya no tienen casa, no tienen país, no tienen vida, porque las bombas han acabado con todo y, además, tienen que volver a jugarse la vida en el Mediterráneo…bueno jugarse la vida…o quedarse en el fondo.
A esos, puertas abiertas de par en par.
Considero que es más efectivo y productivo invertir en sus propios países de origen.
Invertir en ayuda humanitaria y en cooperación al desarrollo.
En definitiva, abordar las causas de la guerra o el hambre en estos países.
Se lo debemos a las personas que acogemos, desde luego. Pero, en última instancia, nos lo debemos también a nosotros mismos….
Que la solidaridad sea genuina o un puro postureo no invalida la buena acción de acoger a chiquillos durante un verano. Imagino que lo pasarán más o menos bien durante un par de meses y regresarán a casa con el aliciente de volver a ver a sus familias. A algunos regresar al curro, tras una semana de vacaciones en Galicia, comiendo percebes y sin atender a horarios ,también nos cuesta un triunfo. Pero no vamos a renunciar a disfrutar de unas vacaciones por el temor al día después. Lo que sí me parece una crueldad es esa norma consuetudinaria navideña del Siente un pobre en su mesa. Se les atiborra de viandas y acto seguido se les invita amablemente a salir a la intemperie.
Mmmmm, no es lo mismo….lamentablemente.
Evidentemente no es lo mismo, era una analogía . Pero, Hobbes, negar el hecho de que marcar un paréntesis en la existencia monótona y cruel para contemplar otro paisaje, otra forma de vivir y de estar en el mundo, es algo que no puede hacer daño a nadie. Y, desde luego, yo no me atrevería a realizar la prueba del algodón acerca de las motivaciones que animan a determinadas familias a acoger a esos chiquillos. Que llegue a tu vida un niño o niña con una cultura diferente y procurarle un bienestar es cuando menos una molestia que hay que valorar. Los prejuicios sobre sobre la solidaridad que despliegan algunos me parecen muy mezquinos.
No tengo claro si es cuestión de prejuicios. En mi caso estoy a favor de toda la ayuda posible a quienes lo necesitan y, en el caso de menores, más aún, TODA. No podemos vivir en una Europa envejecida que deja morir su posible futuro ahogado en el Mediterráneo.
No tenemos hijos por razones de todo tipo y no queremos a los que nos vienen de fuera.
Si fuésemos egoístas y listos les dejaríamos pasar, les formaríamos, les ayudaríamos a aceptar y entender nuestra cultura y tendríamos mano de obra jóven. Pero no, mejor dejarlos morir y putear todo lo posible a los que entran. Es de tontos.
Siempre he pensado que la atención a colectivos infantiles en sus lugares de residencia provoca menos traumas que llevarlos a sitios donde no podrán vivir nunca y luego devolverlos a su cruel realidad.
Estando de acuerdo en lo del paréntesis y en que ningún niño debería ser privado de la felicidad en su infancia, creo que hay que valorar también los efectos posteriores del mismo. Personalmente me los traería a tod@s, pero ya sabemos que en España eso no es posible. Tenemos que invertir nuestros impuestos en pagar a la banca, al Ibex etc etc.
De hecho, tengo entendido que las adopciones internacionales son cada vez más escasas, entre otras cosas para evitar que los niños sean llevados a otras partes del mundo y haya un choque cultural.
Si es que nadie está hablando de negarles ayuda en sus propios países. Eso es, sin duda, algo en lo que la mayoría estamos de acuerdo. Como creo que no debe haber nadie que no deplore las guerras. Pero todo eso no es incompatible ( ya que no está en la mano de las familias llegar donde no llegan los Estados)con facilitarles a unos chicos unos gramos de bienestar durante un verano o un año. Vamos a ver, tú crees que un soldado, por ejemplo, en plena batalla, sucio y hambriento, le haría ascos a una tregua con un buen ágape , ducha caliente y cama con sábanas limpias por temor al impacto posterior que supone volver al infierno unas horas más tarde.
Hablas de adopciones internacionales. Si es que, en el caso de los saharauis , son chicos con padre y madre que echan de menos a sus familias. Y se marchan alegres porque pese a las carencias desean mutuamente reencontrarse. Qué desconocimiento del asunto tenemos, dios.
Un familiar acogía a dos niños saharauis en verano. Disfrutaban y los disfrutábamos y para sus familias lo más importante era que se establecía un contacto que les permitía pedir cosas que allí necesitaban y había aquí.
Yo también conozco a una vecina que mantuvo a una chavala más tiempo del previsto porque hubo que someterla a una operación quirúrjica y los cuidados que le dispensaron fueron similares a los que pudieran derrochar con sus tres hijos. La familia en cuestión no era especialmente adinerada, con solo un modesto sueldo en la unidad familiar.
La Junta tiene programas de acogimiento muy interesantes para las familias que quieran ayudar.
http://www.castillalamancha.es/gobierno/bienestarsocial/estructura/dgsfmpsv/actuaciones/acogimiento-familiar
Viene una niña a tu casa,aprende a nadar, ve el mar por primera vez y se da cuenta de que el gazpacho es una delicia,pero no vive en el paraíso. Y cuando vuelve a su casa no va al infierno. Los niños ucranianos que he conocido tienen a los diez años un alto concepto de sí mismos y de su nación.
Perdonad que no suba de la anécdota a la categoría. De vez en cuando vale la pena mantenerse a ras de tierra