Araceli Martínez sigue siendo una mujer de bandera a su cien años de edad, superviviente de aquella casta de damas capaces de forjar un imperio superando un torbellino de dificultades. Araceli presume de una belleza serena, una lucidez pasmosa y una memoria envidiable, aunque su legado más valioso ha sido su infinita capacidad de cariño. Por eso, este viernes toda su familia se ha reunido en un restaurante de Puertollano para celebrar por todo lo alto el centenario de esta formidable mujer.
Nacida en Brazatortas el 23 de febrero de 1918, hija de ferroviario y esposa del minero Pablo Bautista, la vida de Araceli es una lección de vitalidad, esfuerzo y sacrificio. Arrastra con ella los recuerdos de la Guerra Civil y una posguerra que añadía a las dificultades de un país en ruinas los obstáculos que suponía ser mujer. Con todo, Araceli crió a sus cuatro hijos entre las fatigas del campo y la costura (llegó a coser una pieza para Franco con motivo de una visita, recuerda), mientras mostraba su inquietud cultural tocando alguna pieza de violín.
Los recuerdos de Araceli, sus gestas cotidianas, su templanza y su infinita generosidad son las piedras sobre las que pisamos nosotros, quizá empequeñecidos ante las vidas heroicas de nuestros abuelos. Dadnos un puñado de mujeres como Araceli y dominaremos el mundo.
¡Muchas felicidades, Dª. Araceli!
Decía el cineasta sueco Ingmar Bergman que «envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena»…..