La delegada de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en Ciudad Real, Carmen Olmedo, ha resaltado la apuesta del Gobierno de Emiliano García-Page por el patrimonio y el sector turístico como “recurso económico generador de riqueza y empleo”.
Y uno de los elementos más representativos son los famosos molinos de viento, “un atractivo turístico” de la región que está potenciando el sector servicios, ya que se trata de un “un valioso elemento del patrimonio y constituyen un reclamo de interés cultural”.
Olmedo ha destacado en este sentido la iniciativa emprendida por el Ejecutivo regional de iluminar los molinos de viento “con el fin de mejorar y aportar un valor añadido” a los monumentos manchegos por excelencia que forman parte de nuestra identidad y son un emblema castellano-manchego”.
Así lo ha puesto de manifiesto en la presentación del libro ‘Los molinos de viento de la Mancha Santiaguista. El molinos como síntoma y símbolo’ escrito por el catedrático de Historia de Derecho, Pedro Andrés Porras Arboledas, y en el que se recoge cómo a partir de 1545 se introducen los molinos de viento en la Mancha de la Orden de Santiago en torno a las localidades del Campo de Criptana.
Una labor de investigación archivística mediante la cual el autor ha podido reconstruir parte de la historia de estos molinos de viento en la época moderna en esta obra cuya edición e impresión ha sido financiada por la Diputación de Ciudad Real.
La delegada de la Junta ha valorado que el libro gire en torno a “unos símbolos e imágenes más característicos de la tipología del paisaje castellano manchego”, como son los molinos de viento, imagen que, ha recordado, dio vida a Don Quijote de la Mancha en la inmortal obra de Miguel de Cervantes.
Olmedo ha recordado que “gracias a Cervantes conocimos no sólo una aventura con los molinos como protagonistas, sino que también descubrió al mundo uno de los elementos patrimoniales que han caracterizado y caracterizan el paisaje universal de La Mancha”.
Molinos que, como ha apuntado Olmedo, estuvieron vinculados a la producción preindustrial que surgieron dentro del entramado económico, social y cultural del mundo de la molienda y que formaron parte del pasado tecnológico y productivo que, en el caso de la provincia de Ciudad Real, fueron empleados los dos molinos tradicionales, el de viento y el de agua, según se utilizara la energía más favorable dependiendo de las características físicas del lugar de su ubicación.