Los servicios de Cirugía General y Neurofisología del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, utilizan desde hace dos años la neuromonitorización para controlar el estado de los nervios en las cirugías de tiroides.
Durante este tiempo, 166 personas se han beneficiado de esta colaboración multiprofesional, liderada por los jefes de ambos servicios, el doctor Emilio García Blázquez, jefe del Servicio de Cirugía General y el doctor José Manuel Pardal, jefe del Servicio de Neurofisiología.
La aplicación de esta técnica ha permitido disminuir los riesgos de disfunción de los nervios a causa de una intervención quirúrgica, y en consecuencia, se han reducido los trastornos de la voz y de la deglución tras estas cirugías.
Así lo han explicado las doctoras Agustina Martínez Moreno, cirujana general, y Rosa María Sánchez Honrubia, neurofisióloga, en una sesión clínica en la que han expuesto los resultados y beneficios de incorporar la monitorización continua de los nervios que intervienen en la movilidad de las cuerdas vocales durante las intervenciones.
La cirugía tiroidea no es técnicamente fácil debido a la complejidad de la anatomía del cuello, a las variantes y malformaciones del compartimento cervical y a la vascularización de la glándula. A estas dificultades, se añaden el volumen y patología de la glándula, invasión de otros espacios anatómicos, compresión e infiltración de órganos vecinos y la propia constitución del paciente.
Según la bibliografía publicada, las lesiones de los nervios que se encuentran en la zona, concretamente en nervio vago y sus dos ramificaciones, el laríngeo recurrente y el laríngeo superior, tras una cirugía de la glándula tiroides, afectan al 10 por ciento de los pacientes.
La neuromonitorización permite valorar a tiempo real la integridad anatomo-funcional de las estructuras nerviosas expuestas durante la cirugía y está demostrado que es una técnica que no tiene contraindicaciones.
Gracias a ello, los profesionales pueden detectar en el mismo acto quirúrgico las posibles lesiones y, o bien evitarlas o reducir sus consecuencias. Asimismo, permite informar del momento exacto de la misma, identificar el punto de lesión, reconocer el mecanismo de lesión, ayudando al cambio de actitud terapéutica, y predecir el pronóstico de la lesión.
Según los datos del Complejo Hospitalario Universitario, de los 166 pacientes monitorizados se ha detectado lesión del nervio laríngeo recurrente en 18 casos, ninguna de ellas permanente. La actitud quirúrgica mantenida en quirófano en los casos en que se registraron criterios de alarma ha favorecido que el daño sea parcial y transitorio, la gran mayoría se recuperó del daño antes del alta del paciente.
Además de los beneficios en cuanto a las posibles lesiones, está comprobado que esta técnica evita consultas al especialista y acorta el tiempo de recuperación de los pacientes tras la cirugía.