Luis Mario Sobrino.- Descanso de la mañana. Deja en “hibernación” su ordenador. Se dirige a un pequeño rincón al fondo del hall, saca de la bolsa que se ha llevado de casa un sandwich de jamón y queso sintéticos y un bote lleno de un líquido con un extraño sabor a naranja amarga. Empieza a degustar el “manjar”. El dispensador de servilletas está vacío por lo que se limpia con la manga del mono. Nuestro HOMBRE come y bebe sólo, mientras mira el tablón digital sindical consistente en una pantalla gigante de plasma donde aparecen cada 15 minutos noticias actualizadas: «Concentración ante la puerta del directorio a favor de la reducción horaria” pero no va a ir, ya que si lo hace, ese tiempo se le descuenta del sueldo. En esta empresa hay varios sindicatos: Unión de Comisiones de Trabajadores, mayoritaria, ligeramente progresista. Luego está La Confederación del Trabajo, minoritaria, más progresista, que habla de una cosa rara llamada socialización y autogestión y, un sindicato patronal llamado “Asociación Para Conseguir Todo a Cambio de Nada”, que son los jefes, conservadores naturalmente y auténticos caciques. Incluso hay una especie de grupo – no legalizado – llamado – sin ningún pudor -, “Comité de esquiroles”, que son los encargados de meter miedo o reventar cualquier intento de avance social, estos últimos trabajan en la “sombra”, y como siempre tienen infiltrados entre los operarios.
El HOMBRE no está afiliado a ninguno de los grupos anteriores por temor a represalias. Una vez estuvo – presionado por el miedo – en el Comité de esquiroles hasta que tuvo que votar por la expulsión de su mejor amigo y eso le dejó marcado aparte de producirle una gran depresión… Desde entonces va “por libre”…
Es cierto que los sindicatos están en un momento crítico de confianza de los trabajadores, debido esencialmente a la reducida presencia sindical en las pequeñas empresas y la falta de transparencia o comunicación de lo que pueden y no pueden hacer en relación con el empleo y otras cuestiones sociales.
Muchos trabajadores piensan que no defienden sus intereses laborales o bien que están implicados con el sistema.
Probablemente, este punto de vista no corresponde con la verdad, pero existe.
Ello supone combatir el individualismo y la ‘posición-sofá’ a la que la ideología dominante nos ha reducido.
Pero si las crisis tienen algunas cosas positivas, una de ellas puede ser, precisamente, que puede permitir sacudir las conciencias y despertar tanto a quienes están en una mala situación, que son muchos millones, como a aquellos que corren el riesgo de estarlo, que son también bastantes…..
Por cierto, cabe señalar que los seres humanos, cuando funcionan en un colectivo, poseen mucha más fuerza para reclamar aquello que consideran justo.
No es muy recomendable ‘ir por libre’……