Crónica de la ruta senderista por la Sierra de Calatrava en Puertollano

Manuel Mohedano Herrero. Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia.- El pasado domingo, Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia ha realizado una ruta cultural-senderista por el cerro de Santa Ana (Sierra de Calatrava, Puertollano).
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Para terminar las rutas de este año, Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia ha elegido la realización de una ruta de carácter senderista y cultural por nuestro entorno natural más inmediato, aunque muy degradado por la acción del hombre, como es el cerro de Santa Ana, con especial atención a dos de sus elementos más significativos: el “puente natural” y la “chimenea cuadrá”. En la actividad hemos contado con la compañía y apoyo de varios compañeros de la asociación Portus Planus, que nos han encaminado por los vericuetos de esta sierra.

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La mañana estaba muy fría, más bien heladora, cuando el grupo de senderistas se concentró en la plaza de Salesianos, y bien abrigados para iniciar la marcha. La subida por el camino de las antenas y el calorcillo de sol fueron entonando poco a poco los cuerpos, aunque el aire frío que soplaba en lo alto del cerro acompañó toda la jornada.

La primera parada explicativa se hizo ante una de las varias canteras que se hicieron en la sierra para sondear las posibilidades de extraer mineral de hierro y que no obtuvieron resultados positivos. Como el “puente natural” y el “dolmen” se encuentran próximos a esta cantera, se aprovechó la parada para hablar también de estos parajes y de las pinturas rupestres que en ellos realizaron nuestros antepasados hace unos cuatro mil años. Los expertos no se ponen de acuerdo en el propósito de las pinturas: para unos se trataba de señalizarlos como espacios reservados al culto, y para otros se dedicaban a realizar encuentros sociales. Aunque las pinturas apenas son perceptibles en las cuarcitas que conforman el puente, bien merecen las pequeñas dificultades que hay que superar para bajar hasta su contemplación, y después para subir. Además, las amplísimas vistas que desde aquí se aprecian del valle del Río Tirteafuera, hace considerar las sensaciones que tendrían los primeros habitantes de estas sierras cuando por aquí se reunían.

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Terminada la visita al “puente natural” y a sus pinturas, se procedió a continuar la ruta hasta llegar a la cota más alta de este cerro, con visible aspecto de ser una antigua edificación y desde donde se aprecian claramente las dos murallas o cerramientos para la defensa del poblado que aquí debió existir.

Al poco de reiniciar la marcha, enseguida se avista la “chimenea cuadrá” que, como se contó a los participantes, no es tal chimenea, sino una de las 59 torres del telégrafo óptico de la línea Madrid-Cádiz. Esta línea se construyó a mediados del siglo XIX para transmitir informaciones relacionadas con el orden público o la seguridad del estado.

Los guías, a través de grabados y fotografías, mostraron el estado que tuvo que presentar en su momento el telégrafo óptico de Puertollano, con sus tres alturas rematadas por el telégrafo propiamente dicho, aunque las sucesivas destrucciones y malas reconstrucciones han hecho desaparecer su traza original y le dan un aspecto de ruina y abandono. No es un despropósito exigir a las autoridades que incluyan la “chimenea cuadrá” como un elemento destacado del patrimonio histórico, así como que inicien los trámites para llevar a cabo una restauración que le devuelva su aspecto original, como ya se ha hecho en otros lugares del país.

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Tras estas explicaciones, el grupo continuó recorriendo otros puntos de interés en el cerro, la mayoría incrustados en los recuerdos de niñez y juventud de casi todos los puertollaneros, ya que antiguamente, aquellos acudían al cerro de Santa Ana en las celebraciones del día del chorizo o del hornazo. Fueron visitadas por los caminantes las cuevas de Guerrero, los aljibes, las piedras escurrideras, el desfiladero “de la boca del lobo”, los suelos de ripple-marks (ondulitas), las canteras de hierro…

Acabados estos recorridos, los senderistas volvieron sobre sus pasos para regresar al punto de inicio de la ruta y, como las fechas son propicias para tener una comida de hermandad, se dirigieron a un restaurante en el que compartir con los amigos unas horas más de convivencia, con las que se despidieron hasta el nuevo año.

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