Luis Mario Sobrino Simal.- El HOMBRE se dirige a la habitación de al lado. La cocina. Nada más entrar, un sensor desactiva la radio y activa la mini televisión con forma de lámina de plástico. Desde ese momento, las últimas noticias empiezan a inundar – de nuevo – el cerebro del HOMBRE.
¡Qué aspecto tiene la cocina! Platos, vasos y algunos cubiertos sin lavar. Cuando llega a casa por la noche al HOMBRE le apetece cualquier cosa menos ponerse a fregar o poner el mini lavavajillas.
Se dispone a desayunar pero antes se dirige al pequeño botiquín y se toma varios tipos de pastillas y cápsulas pues tiene varias “goteras” debidas a su edad y a su especial forma de trabajar. Antes de desayunar se hace la prueba de la diabetes. “¡Qué barbaridad, por una de pasta de chocolate que me he tomado de madrugada…!” Desconsolado abre la máquina frigorífico de la que saca una caja de plástico en la que se lee: “Esto que está en sus manos es un producto lácteo basado en extracto de leche desnatada en polvo con un montón de aditivos y colorantes que para qué se los vamos a detallar si no los va a entender y además le van poner mal cuerpo…”. Lo curioso, piensa el HOMBRE, es que debajo de ese texto hay una etiqueta del Ministerio de Sanidad y Consumo Saludable… ¡autorizando el producto!
Echa un poco del extraño elemento en un vaso de plástico, añade un poco de agua y lo mete en una máquina microondas que lo calienta en 5 segundos. Se dirige a la máquina cafetera de la que saca un líquido negruzco y medio quemado. Según el paquete es café de Suecia… “¡Y yo que pensaba que el café venía del Sur, debe ser que el Sur ya no existe…!” Piensa…
El Sur existe pero más esquilmado y explotado que nunca… Las grandes multinacionales han saqueado con casi todo y las pocas tribus que aún existen luchan por su supervivencia. Han desaparecido multitud de especies tanto animales como vegetales ¡Un desastre ecológico total que viene de principios del SXX…!
En fin, coge el vaso, pone un poco de café; a continuación unas galletas integrales disponiéndose a tomar ese primer alimento de la mañana. No puede tomar azúcar pero se engaña a sí mismo poniendo un sobre de edulcorante…
Terminado el proceso de desayunar coge el vaso y lo echa en una máquina que recicla los plásticos de la comunidad de vecinos en la que vive. ¿Tremenda paradoja, verdad? Todo desnaturalizado a la vez que reciclado…
Antes de salir de la cocina prepara una bolsita con un “tentenpié” para el descanso de media mañana consistente en unas barritas energéticas. Sale de la cocina y se dirige al despacho. Conecta la máquina Ipod-10G que guarda en un bolsillo y que está ligada a su máquina Smartwatch en la que tiene en red el video teléfono con el ordenador y el fax – esa máquina del SXX que aún se emplea -.
Un montón de pitidos y sonidos invaden la estancia. Son mensajes de las redes sociales a las que está conectado, correos electrónicos y demás zarandajas. No los abre.
En ese momento oye una llamada por el video portero. Es un repartidor de propaganda. Le abre la puerta mientras observa a través del monitor cómo llena un gran buzón comunitario de propaganda de todo tipo que nadie lee… Todavía existe el clásico método de venta buzoneando del siglo pasado. Según sale de la cocina otro sensor apaga la televisión.
Todo apunta a que el agotamiento de los recursos fósiles y la pérdida de la biodiversidad nos llevarán a desayunar pan y una infusión de manzanilla allá por el año 2045…..
Dile eso a tus compis de partido que «coleguean» con las malvadas eléctricas.
No les interesa otra estructuración energética y están frenando avances por su enriquecimiento, a costa de la sobreexplotación, la contaminación, los abusos…
Bueno, no olvidemos que el progreso también es cuestión de productividad y eficiencia colectiva…..