La primera reacción a tal denominación de Independencia amarilla, nos traslada, justamente, a algun proceso independentista de pueblos poblados por esa etnia de piel amarilla: ya palawanes, ya tagalos, ya rohingyas.
Pero rara vez y casi nunca, nos trasladarían a Cataluña, por muchos orientales, chinos sobre todo, que la habiten y pueblen.
Donde, de un tiempo a esta parte, en Cataluña los secesionistas unilaterales exhiben y muestra su amor por ese color tan raro, que quieren convertir en color patrio y patriota.
Desplegándolo en pegatinas, lazos, banderas, llaveros, bufandas y mil otros artículos del merchandising político.
No se por qué los independentistas catalanes juegan ahora al color amarillo.
Y lo exaltan y lo celebran.
Como la canción Tengo un tractor amarillo, o como la más vieja Ata una cinta amarilla en el viejo roble.
Del tractor al roble en un sólo viaje.
Un viaje monocromático, como la nostalgia naranja de la revolución ucraniana de finales de 2004.
O como la nostalgia perfumada de la Revolución del Jazmín, en Tunez de 2011.
Hay quien piensa que ni colores ni olores, persisten en el tiempo.
Ni siquiera el renombrado color amarillo.
Y sigo sin saber por qué los independentistas catalanes juegan ahora al color amarillo.
Probablemente, porque no han leido a Vicente Verdú: “El amarillo representa al pigmento más altivo y rebelde en el surtido de los colores. El más nervioso e ilegítimo de ellos. Muy duro dentro de la comunicación cromática en donde siempre aparece como una personalidad desobediente, difícil de dominar y casi imposible de amortiguar su chirrido”.
Y también: “Paralelamente, su parecido al oro, tantas veces, evocado en las vestiduras o escudos de la autoridad, adultera su esencia. No es oro. El oro es redondo y señorón mientras el amarillo es vertical y agrede”.
Pues eso, un color que es vertical y agrede.
Como estamos viendo en sus manifestaciones barcelonesas o bruselenses.
Cuando bien sabemos que la barretina es de color rojo frambuesa y las butifarras oscilan del marron sangre al morado y al blanquecino.
Un color, el amarillo, que arrastra tantos problemas históricos: desde el gueto de Venecia hasta los Konzentration Lager del Tercer Reich.
Un color, el amarillo, infestado por la historia y por la marginación de los marcados de amarillo, judios sobre todo.
Cuando de hecho tenían para elegir el bitono de la estelada: rojo y amarillo, con el contrapunto del triangulo azul.
Ahí tenían una posible paleta, para elegir el símbolo cromático de la Cataluña siglo XXI.
Pero elegir el color rojo, como identificativo de la secesión catalana, daría lugar a interpretaciones equívocas en el año del centenario de la Revolución Rusa.
Además el catalanismo independentista, por mucho que amague y simule radicalidad, no es nada revolucionario.
Juega a un Nacional-populismo con pizcas de antisistema y con aromas de integrismo fundamentalista.
Y eso más que un color que los represente, precisa de una ensalada de colores: Negros, verdes y naranjas.
De igual forma que sería otro equívoco el haber optado por el color azul.
El color de la bandera de la Unión Europa, a la que tanto critican.
Color azul, genérico del fascismo español que anidaba en el falangismo y al que tanto citan.
La UCD fue verde y naranja; en la misma medida que fueron rojos los colores fundamentales, tanto del PSOE como del PCE.
El PP, ha optado tras los titubeos precedentes de Alianza Popular, por revestirse de azules y así lo muestra en su parafernalia partidista y celebrativa.
De la misma manera que UPyD jugó con el magenta, como emblema de sus sentires.
O IU buscó, a veces, el espectro universal del Arco Iris.
De igual forma que Ciudadanos viste de naranja y Podemos utiliza el morado.
Por eso y por otras exclusiones cromáticas ya ocupadas, los ideológos del catalanismo independentista han optado por esa rareza del amarillo.
Que desde la película de Summers, Del rosa al amarillo, remite a una forma de senectud.
Y nadie querría identificarse con los colores de la tercera edad.
Menos que nadie, los secesionistas.
Igualmente los ideológos del independentismo y los diseñadores de sus colores olvidan la mala prensa de ese color.
¡Qué mala prensa tiene el color amarillo!
Sobre todo entre el mundo del teatro y en el universo de los toros, que lo ven como un color gafado o que arrastra el gafe entre sus juntas.
Un gafe de la ictericia o de enfermedades hepáticas que ignoro si abundan en, la otrora dulce, Cataluña.
Por ello, por ese atisbo del pasado, Miguel Hernández utiliza ese color para hablar de un tiempo ido, como ‘tiempo amarillo’.
Igual que hiciera Fernando Fernán Gómez en sus memorias, llamándolas de igual forma: El tiempo amarillo.
También Julio Llamazares compone un libro con el nombre gafado de La lluvia amarilla.
Que es una forma de lluvia tan rara como extraña.
Parte, además, de la mala prensa del color amarillo, llamada amarillista, quizás tenga que ver con su vinculación con el limón. Que es otra forma del color amarilo.
Y que en la China es el símbolo de la muerte.
Entre el amarillo Piolin, en referencia a los barcos anclados en el muelle de Barcelona, albergando a las fuerzas de seguridad, y el amarillo mostaza hay un universo que recorre la bufanda de Puigdemont y el pañolon de Marta Rovira.
Y es que quizás hayan olvidado, secesionistas y diseñadores, que hay otras formas de amarallismo político.
Un amarillismo político que reluce más que el sol.
Que también amarillea.
José Rivero
Divagario
Entre los compatriotas españoles en Cataluña se extiende ya el siguiente refrán:
» No hay campo sin grillo, ni hortera sin lazo amarillo «.
En realidad, en la foto que has puesto más bien parece que van al fútbol a ver al Cádiz ¿No?
Catalunya es más que el amarillo. Si te das una vuelta por el Alt Pirineu el otoño hace acto de presencia y los bosques ofrecen un espectáculo cromático único, enriqueciendo el paisaje con infinidad de tonalidades. En ninguna sobresale el amarillo.
Si, por el contrario, te vas a la costa, el paisaje cromático es la releche, con azules de todo tipo, de roca, de pino verde….tampoco sobresale el amarillo. La luz de la costa Daurada, de la Brava, la del Maresme, la del Garraf azules y verdes profundos.
La butifarra es blanca o negra, los carquinyolis de color terroso; los panellets de blanco roto por el tostado de la parte superior…el vino del Priorato rojo de sangre.
El Barça es azul y rojo, Colón bronce añejo con el blanco y negro de la mierda de paloma en la cabeza.
El amarillo en este caso es solo una quimera alimentada por locos allí y lerdos en el centro de España, tan extremistas y tan nazionalistas como ellos.
Gentuza amarilla a ambos lados, pero amarilla de dientes sucios y aliento añejo de sarro sin quitar en años. Ese es el amarillo en Madrid y Barcelona. Amarilla de calzoncillos blancos usados de una semana. Eso es lo que son ambos.
Ah, no hay que meterse con el amarillo tanto.
Es verdad que es un color un tanto histérico, pero no deja de ser el color de la felicidad, la alegría y el optimismo, aunque para lerdolandia solo es el de los celos, la envidia y el egoísmo.
Nadie dice que Cataluña no tenga otros colores. Pero el sanedrin de la independencia ha elegido ese terno. Que igual repudian ya En Cádiz.
JAJAJA, como buenísimo conocedor de «Cái» que eres, ya sabes que se estarán descojonando de ello y de ellos por los siglos de los siglos.
Espérate al Carnaval para disfrutar del personal chirigotero y asimilados.
El amarillo , como las bicicletas de Fernán Gómez, es para el verano. O para cualquier estación si eres moreno. Qué hermosa la equipación de la selección brasileña: amarilla y blanca. Son morenos y les va que ni pintada. Lo dicen los que entienden de moda: vestir de amaarillo solo en verano… si estás bronceado. Si no, el color menos favorecedor de todos los colores.
Ya sabemos que desde que el gran Jean-Baptiste Poquelin (Molière) muriera aquel 17 de febrero de 1673 en el escenario vestido de amarillo, la gente de teatro rehúye este color.
Teniendo en cuenta que el ‘procès’ es un movimiento teatral, ¿nadie les ha dicho que nunca hay que subir a un escenario vestido de amarillo?
Todo muy extraño y de muy mal agüero…..
Por cierto, los independentistas saben muy bien que siempre se debe combatir el color rojo y vencerlo con el azul y el amarillo.
Aunque estoy seguro que sobre esa ‘fotografía’ se pondrá el tiempo amarillo….
Y un genial disco «Amor amarillo», del gran Gustavo Cerati.
Y la ficha amarilla de Parchís….
Y Homer Simpson.
Algo que comparta el color característico con los Simpson, no puede ser malo 😉
Pep Guardiola luce lazo amarillo en Reino Unido por solidaridad con los encarcelados. Dice que no se quitará el lazo hasta que no salgan a la calle estos presos políticos. Mamarreishon dixit
Y es que no hay campo sin grillo, ni imbécil sin lazo amarillo.
Ya va siendo hora que hablemos menos de estos señores separatistas que no se consideran españoles y que nos están dañando a todos y dejemos de reírles las bufonadas. Dejemos de darles publicidad y que se pongan la bufanda que quieran…me parece ridículo debatir hasta del color de la bufanda de semejantes personajillos.
Ese es el error, Remigio, pensar como tú.
Quieres anular a más de la mitad de los Catalanes porque no te gustan. Y eso NO puede ser. Ni ellos pueden anular a la otra mitad de los Catalanes tampoco.
Te toca convivir y dialogar con ellos. Les toca a ellos también.
Mira, España está gobernada por un tipo que se llevó 10 millones de votos de 46. A muchos, nos parece un tipo infame, que pertenece a un partido corrupto y que está hundiendo España.
Si obraramos como tú, tendríamos que dejar de hablar de él y dejar de reírnos de las bufonadas que soltó ayer en los desayunos de Europa Press, o la metedura de pata del origen del parlamentarismo con la May.
En democracia hay que hablar, negociar y ceder. El resto ponle tú el nombre. Yo lo llamo: amarillo. En Madrid y Barcelona. Amarillo calzoncillo añejo.
No hay nada que hablar sobre compraventa, Hobbes, con el que te quiere obligar a comprar la moto aunque tú no quieres ni debes, eso es todo, yo no te puedo obligar a que me vendas la mitad de tu casa, y si empleo el chantaje o la amenaza llamas a la ley, lógicamente. De lo demás se habla, pero del tostonazo separatista cuanto menos, a estas alturas, mejor porque hablar por hablar es de tontos y ya es un cansineo que a nada lleva, esa es mi opinión respecto a la payasada bufandil…ahí tienes al sr Puigdemont, sus últimas declaraciones: ni quiere otra financiación, ni otro estatuto ni reforma constitucional ¡¡toma diálogo!!…parece mentira tanta ceguera ante la coherencia y claridad de ese traidor, para seguir algunos todavía hablando, cagonamente, de diálogo. Lo de la corrupción, pues sí, es verdad, también es necesario limpiarlo a fondo, pero no se puede dar cuartelillo a los traidores separatistas aplicando lo de»el enemigo de mi enemigo es mi amigo», y eso es lo que muchos hacen.