Hace unos meses, en el artículo “Ángel del hogar”, trataba de acercar al lector a la novela de Antonio Galán Imagínate lo que dirían, número 32 de la colección Biblioteca Añil Literaria, de Almud ediciones de Castilla-La Mancha. Después se publicaba el 33, trabajo poético de Alfonso González-Calero titulado Ida y vuelta. Poesía (1985-2015), del que se ocupa cumplidamente José Rivero en este diario digital ciudadano.
Ahora, la editorial sigue su importante labor y da a la luz pública en la misma colección El tiempo hermoso, de Pedro Pablo Novillo, conjunto de relatos que nos trasladan a un tiempo pasado, el de la infancia y la juventud. El último de ellos (“La tina”), antes de la segunda parte del libro, con escritos más próximos en el tiempo (1993-2014), termina con la confesión del autor de que aquel tiempo fue un tiempo hermoso.
El libro comienza con una cita de Eladio Cabañero: “…el tiempo de los niños es hermoso”, perteneciente a su poema “El cielo aquel pintado con tizas de colores…”, que Pedro Pablo Novillo utiliza para dar título a su obra. El escritor de Tomelloso se refiere a un tiempo anterior a la guerra y afirma que mucha gente no viviría bien, pero, aun así, el tiempo de la niñez es bonito.
Así sucede con los recuerdos de Pedro Pablo. Evidentemente, aquella España del tardofranquismo en el ámbito rural era gris, sin libertades, con fidelidades inquebrantables por parte de los mandamases locales, con carencias y censuras, con pecados acechantes derivados de un clericalismo atosigante. Pero aquel tiempo en el recuerdo, que no en la nostalgia, aparece hermoso en la escritura. Con juegos en la calle, con el río por compañero, con maestros de varios tipos, con referencias familiares, con viejos pupitres, con siesta al fresco, con luto, con miedos y peleas, con quintos y mayos…
Evoca, por ejemplo, en “Una onzona”, el mundo del chocolate de pequeños, como Nieto –si quieres que me esté quieto dame chocolate Nieto, decía el anuncio– o Dulcinea, de Quintanar de la Orden: “Contar por onzas sólo lo recuerdo del chocolate. Cuatro onzas, un cuarterón. Dos cuarterones –ocho onzas–, media libra, lo que ahora llaman una tableta. Mi memoria de niño me alcanza para evocar gestos, repetidos, de despachar chocolate en la tienda. Así, por onzas, cuarteando las más de las veces. Chocolate, un lujo de merienda, media onza con pan. Y un privilegio”.
Recuerda en “Otro sábado” el día de la legalización del Partido Comunista: “Llegó el sargento (‘buenas tardes, ¿qué hacen ustedes?’, ‘pues ya ve, de cumpleaños, celebrándolo’, ¿y esos carteles?, ‘nuestros, de unos amigos’, ‘ya veo, ya, pues dentro de una hora vuelvo y espero que no estén aquí… y si hace falta traeré la fuerza’), y, antes de que volviera de nuevo, la noticia de la legalización del Partido: Jose, entonces una chiquilla de cara triste y dulce, muy guapa, nieta del que había sido el último alcalde socialista de la República, nos la lloró nerviosa y alborozada. Están diciendo en la televisión que han legalizado el Partido”.
El autor se presenta en el libro como enseñante, que comparte su labor investigadora y su labor docente, como profesor de Filosofía, con la acción política, “que estima inseparables”. Perteneció al Partido Comunista y a Izquierda Unida, de la que fue coordinador regional un buen número de años. Después, desde Nueva Izquierda, pasó a formar parte de PSOE. Entre otros cargos públicos, fue viceconsejero de Educación en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, con José Valverde Serrano como consejero de Educación y Cultura.
Es un libro de personas –amigos, familiares, conocidos, paisanos–, sucedidos, paisajes, oficios y personas desaparecidas, paisanajes, sabiduría popular, costumbres, hablar manchego –que también hay un habla manchega, como puede verse en el diccionario manchego de José S. Serna–, trabajo, ocio y, sobre todo, de La Flor de La Mancha, esa banda de música que tanto quiere el autor. El libro es, como dice Enrique Sánchez Lubián en ABC (16.9.2017), “un derroche de ternura y amor hacia sus padres, sus hijas, su familia y la gente que envolvió su infancia, haciendo más amable la estraza de años muy duros para quienes sufrieron la dramática derrota del primero de abril”.
Buena elección de título para un buen libro, ameno y tierno: El tiempo hermoso, tiempo de crecer sin prisas, años de aprender y aprehender, fase vital con vivencias sencillas pero intensas, etapa de la vida, en fin, en la que el tiempo dura más.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
http://www.periodicoclm.es/articulo/politica/tercer-dirigente-podemos-entra-gobierno-page-espera-trece-puestos-mas/20170905215043007338.html
http://www.eldigitalcastillalamancha.es/confidencial/501582178/Ocultar-los-60.000-euros-o-mentir-no-es-lo-peor-que-ha-hecho-Garcia-Molina.html
Pedro Pablo Novillo, gran intelectual y mejor persona. Bonito artículo, Isidro.
Los que le conocimos damos buena fe de ello y será un placer leerle.
Cuando Gabriel García Márquez publicó sus memorias, escribió en la primera de sus páginas: «la vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla».
Es inevitable sentirnos muy cercanos a cuanto en este libro se cuenta…
Hablando de pajaritos, de aquellos tiempos de Pepe Bono y sus caballos, repartiendo carguillos entre amiguetes, qué felices. Tema de actualidad donde los haya. A esconderse ante la desvergüenza de la izquierda pronacionalista.
Gran placer leer algo que no tenga que ver con el tema catalán y mayor gusto aún descubrir al Isidro más literario que historiador. Precioso artículo, pleno de buen gusto y sensibilidad.