Cualquiera que haya vivido de cerca lo que supone tener en casa un pequeño con alergia alimentaria sabrá hacerse a la idea lo que significa, tanto para el paciente como para su familia, la más cercana y la que no lo es tanto.
Centrando la mirada en el paciente, las limitaciones que conlleva en las rutinas alimentarias sin duda suponen una merma para su calidad de vida, aunque en sus primeros años no sea especialmente consciente de ello. En este periodo son los padres los que sufren mayor angustia y ansiedad, preocupados ante el peligro que para su vástago supondría la ingesta de algún alimento que contravenga las indicaciones sanitarias relacionadas con su alergia.
Los problemas se expanden de forma sustantiva cuando comienza el periodo de escolarización. Esas limitaciones, que hasta ahora se han restringido al ámbito familiar, se extienden al comedor escolar o al bocadillo del recreo, generando con frecuencia situaciones de frustración o inseguridad en el pequeño, cuando no rechazo del entorno. Y, de nuevo, el peligro de que el niño coma algo que no debe, en el patio, en una excursión, en un cumpleaños.
Hasta aquí las sensaciones, pero yendo a los números, las estadísticas dicen que en torno al 5 por ciento de la población española padece algún tipo de alergia alimentaria, esto es, casi dos millones y medio de personas.
Esta prevalencia es incluso mayor si se vuelve la mirada a la infancia, explica el doctor Álvaro Moreno Ancillo, alergólogo del Hospital General Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), quien añade que “se estima que de los más de 400.000 niños que nacieron en España en 2016, al menos 5.000 son alérgicos al huevo y otros 3.000 lo son a la leche, los dos alimentos que más alergias causan en la primera infancia, sin olvidar que, además, la mitad de estos niños es alérgica a dos o más alimentos”.
“Es indispensable abordar el problema desde el ámbito sanitario en busca de la curación o de la minimización de las consecuencias”, señala el doctor Moreno Ancillo, que apunta que en los últimos 15 años ha venido cambiando la forma de afrontar estas alergias.
Y es que, recuerda, hasta finales del siglo XX, el único tratamiento que se prescribía, al menos en España, era la eliminación total de la dieta del alimento al que el paciente era alérgico. “Sabíamos que con ese tratamiento, un gran porcentaje de pacientes superaba de forma natural la alergia en los primeros años de vida, pero hay casos, que además son los más graves, en los que pervive la alergia”, explica.
Además, “a medida que los niños crecen, las posibilidades de curación espontánea se alejan, al tiempo que se incrementa el peligro de reacciones graves”, recuerda el especialista.
En cualquier caso, evitar la exposición a alérgenos no es tan sencillo como pudiera parecer. “Estos alimentos están presentes en una gran cantidad de productos elaborados, y en los casos más sensibles no basta solo con evitar la ingesta, sino que también hay que eliminarlos de los alrededores, ya que muchos de estos niños reaccionan con gravedad tanto con la inhalación como por contacto”.
Inmunoterapia oral con alimentos
El cambio de paradigma a la hora de abordar el tratamiento de estos pacientes llegó a España a comienzos de siglo. Así, entre 2001 y 2004, alergólogos de distintos centros hospitalarios de España comenzaron a emplear un nuevo procedimiento, la inmunoterapia oral con alimentos. Esto es, exponer a los niños a la ingesta gradual de estos alimentos, bajo supervisión médica y en dosis crecientes, hasta conseguir, en muchos casos, la desensibilización, y en otros, los más graves, la protección ante posibles contactos inadvertidos.
En aquel grupo de alergólogos que apostó por este novedoso tratamiento se encontraba el propio doctor Moreno Ancillo, que entonces ejercía en el Hospital Virgen del Puerto de Plasencia (Extremadura). Este especialista, que desde 2009 forma parte del Servicio de Alergología del Hospital de Talavera, comenzó a aplicar este tratamiento desde su llegada al centro talaverano, y, desde entonces, cerca de un centenar de niños alérgicos a la leche y otros tantos que lo son al huevo se han sometido a este proceso de desensibilización, con un porcentaje de éxito que ronda el 90 por ciento, en la parte alta de las estimaciones de éxito que prevé la literatura científica en este ámbito, que señala una expectativa de éxito de entre el 80 y el 90 por ciento con los tratamientos de inmunoterapia oral.
Lo cierto es que, si bien estos procedimientos se han extendido a muchas unidades de alergología, no es un tratamiento generalizado. Asimismo, habitualmente se ofrece para pacientes mayores de 5 años, si bien en el Hospital General Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina se ha optado por realizar tratamientos precoces, incluso en el periodo lactante en algunos casos de alergia a leche y huevo, acelerando el proceso de tolerancia mucho más cerca del momento del diagnóstico.
Esta línea de trabajo, en la que se viene avanzando en los últimos años, sitúa al centro talaverano a la vanguardia de estos tratamientos, explica el doctor Moreno Ancillo, que apunta que el objetivo es, en un futuro a corto plazo, actuar en los pacientes alérgicos tanto a la leche como al huevo en el momento de su diagnóstico, lo que permitiría evitar el desarrollo de cuadros alérgicos graves en sus primeros años de vida, con los consecuentes beneficios para la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
Sin embargo, no todas las formas de hipersensibilidad a alimentos son por el momento susceptibles de someterse a la terapia desensibilizante. Es el caso de la esofagitis eosinofílica y las procto/enterocolitis del lactante, que en los últimos años también están incrementando su prevalencia, por lo que se están desarrollando estrategias conjuntas de evaluación y seguimiento con las pediatras especialistas en Digestivo, para coordinarse en las recomendaciones dietéticas y en las pruebas de exposición a los alimentos sospechosos.
En este sentido, la metodología de seguimiento común iniciada entre el doctor Moreno Ancillo y la doctora Soraya Cuadrado, Pediatra Digestivo, es muy valorada por los progenitores de los niños que padecen este tipo de enfermedades desde sus primeros meses de vida.