En un paseo por la hemeroteca de FENAVIN nos encontraremos muchas veces con el nombre de Marta Robles. La periodista y escritora ha participado de la feria desde sus primeras ediciones y la feria le devuelve ahora este apoyo nombrándola Embajadora del Vino en esta edición. Robles se confiesa bebedora de vino con exclusividad y su momento favorito relacionado con el vino es “irme a cenar con mi marido, abrir una botella y charlar”.
Pregunta-. El nombre de Marta Robles lleva relacionado con FENAVIN desde el inicio de la feria, ¿cómo ha cambiado la feria desde que la conoce?
Respuesta-. Bueno, al principio era un cúmulo de buenas intenciones, casi un sueño imposible de alcanzar. Con el paso del tiempo se ha convertido en la mayor herramienta de apoyo al sector que ha existido jamás en nuestro país, además de en un espectáculo internacional en el que el vino es el eje de la conversación y su presencia se traslada a todos los ámbitos. Creo que la labor que se ha hecho, encabezada por Manuel Julia, creador, director e impulsor de esta iniciativa, es verdaderamente encomiable.
P-. ¿Qué significa para usted recibir en esta edición el reconocimiento como Embajadora del Vino?
R-.Me hace una enorme ilusión. Hace muchos años que casi solo bebo vino. Me perdí en otros alcoholes en la juventud, pero desde hace muchos años, en los que por cierto me encuentro en plenitud, es solo el vino el que comparte tanto mi cotidianeidad como mis momentos de celebración. Pero, además de mi relación particular con el vino, llevo desde el inicio de esta feria organizando distintas mesas redondas en torno al vino, en las que he tenido la posibilidad de departir con grandes nombres del cine, del arte, del periodismo, de la moda, de la literatura o de música y en las que no solo he aprendido muchísimo, sino desde las que he tratado de poner mi granito de arena para potenciar este universo. Que ahora me nombren Embajadora del Vino es un honor y me llena de alegría.
P-. ¿Cuál es un recuerdo personal asociado inseparablemente al mundo del vino?
R-. Bueno, creo que más allá de los grandes momentos que he vivido, en FENAVIN por ejemplo, como recordaba antes, o cuando abrí con una conferencia el 8º Congreso de Enología de España o impartí una conferencia en Almagro sobre las copas Riedel, mi mejor recuerdo asociado al vino siempre es el mismo: ese momento en el que después de una semana interminable puedo irme a cenar con mi marido, abrir una botella y charlar.
P-. El mundo del vino sigue siendo eminentemente masculino, ¿cómo van abriéndose camino las mujeres?, ¿hay forma de romper los techos de cristal?
R-. Sigue siendo eminentemente masculino, pero ya hay sumilleres mujeres, bodegueras y expertas en vino en general. Despacito se va lejos, dice el refrán. Desconozco cómo se podría acabar con los techos de cristal en este sector, donde parecen más instalados aún que en otros. Lo que sí sé es que, al menos, en cuanto al consumo, sí que hay paridad. Es decir, yo creo que ya somos muchas las mujeres que hemos incorporado el vino a nuestra vida de manera regular y que nos sentamos a la mesa, en reuniones solo de amigas, con nuestra botella… Por el resto, habrá que seguir luchando.
P-. Un mundo también muy masculino es el de la novela negra, al que usted se ha asomado con su última novela “A menos de cinco centímetros”, ¿qué puede aportar la visión femenina a este género?
R-. Ha sido un mundo muy masculino, pero cada vez hay más mujeres que nos asomamos a él y arrinconamos el pudor. Porque es cierto que este género a veces requiere un lenguaje más descarnado, una prosa menos lírica, menos adjetivada y más puesta al servicio de la historia, desde la que se recree el lenguaje de la calle, en la vida y hasta en la cama. Y eso no siempre resulta fácil. Creo que las mujeres somos capaces de hacer que la novela negra trascienda el género, que se agrande, incorporándole ciertas parcelas descriptivas más cuidadas, sin olvidar la denuncia social y el compromiso que deben estar presentes siempre de una u otra manera. En “A menos de cinco centímetros” yo he tratado de confrontar dos mundos, uno de lujo donde el dinero puede pagarlo casi todo y otro mucho más sórdido de donde parece que, a veces proviene ese mismo dinero. Hay mucha reflexión sobre la infidelidad, el engaño, el periodismo de guerra, la violencia machista o la trata de mujeres…, pero también hay un paseo por el Madrid de Malasaña, contrastado con el Madrid de la Milla de Oro y un recorrido por grandes hoteles internacionales de Nueva York, Venecia o Londres.
P-. ¿Qué opinión le merece FENAVIN?
R-. ¿Qué puedo decir yo, que casi me considero parte de Fenavin? Para mí es la feria del vino más importante de Europa, un lugar de encuentro en donde gozar del vino y ponerlo en la conversación a través de personalidades diversas. ¿Qué más se puede pedir?