Rosario del Pozo Izquierdo. Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia.- 12 de Marzo de 2017. A las 7’30 es la hora de salida de nuestro autobús, con su conductor, y ya amigo, Teo, a los mandos. Es un momento de reencuentro con muchos conocidos senderistas (ya muchos somos amigos), amantes de transitar por los caminos. Esta vez la ruta tiene como objetivo visitar el palacio Moratalla y hacer uno de los senderos del Parque Natural Sierra de Hornachuelos en la provincia de Córdoba, por lo que será una jornada más cultural y un poco menos caminera.
El día en Puertollano amanece primaveral y despejado. Iniciamos el viaje por la carretera nacional 420 con algunos tramos de niebla y pasado Córdoba continuamos por la A-431 en dirección a nuestra ruta. Alrededor de las 10 horas de la mañana hacemos un alto en el camino para tomar ese desayuno tan esperado por la mayoría de los senderistas. Paramos en un bar muy cercano a la localidad de Posadas, con buenas tostadas y ese estupendo tomate y jamón picadito, además de otros complementos que cada cual elige a su gusto.
Reiniciamos el camino para que, media hora después, el autobús se adentrase en un camino estrecho flanqueado por grandiosos ejemplares de plátanos de sombra y rodeado de campos de naranjos. Al final del mismo llegamos a nuestro primer destino que es el Palacio Moratalla. El palacio y los jardines tienen de extensión ocho hectáreas y conforman uno de los parajes más singulares de Andalucía, que se encuentran en la finca del mismo nombre en el término de Hornachuelos.
Bajamos del autobús y esperamos a nuestra guía, Sara, que seguidamente se presenta y que nos acompañará en todo el recorrido. Quiero hacer una mención especial para ella, por lo didáctica y amena que fue la visita.
Comenzamos la visita por una parte de los jardines y la Fuente del Venado, atribuida a Mariano Benlliure y a espaldas del palacio; en estos momentos está sin agua debido a alguna filtración, se piensa que podría utilizarse de alberca para el riego de los árboles frutales. Seguidamente visitamos otras fuentes destacando también la de Doña Leonor. En todas ellas hay escudos, estatuas e imágenes con simbología que la guía relaciona con la masonería.
Los jardines aledaños al palacio son magníficos a pesar de que estamos en los inicios de la primavera. El porte y diseño del arbolado formando cúpulas llama la atención de todos los visitantes que se encuentran en estos espacios.
Seguidamente vemos la fachada principal del palacio, que consta de un cuerpo central de tres plantas y a sus lados dos cuerpos de dos plantas que terminan en ambos laterales con dos cuerpos de torre y mirador. Se localiza una pequeña capilla con espadaña de dos arcos con campanas. Sobre la puerta principal están colocadas las cadenas que rinden pleito y homenaje al entonces Rey de España. Además de este cuerpo principal la guía nos comenta que hay otras dependencias de distintas épocas destinadas a servicios agrícolas y ganaderos.
Este espacio cuenta con un legado histórico que va desde época romana, pasando por la Edad Media, especialmente el siglo XII, y va paralelo a la historia de España hasta el siglo XX. El origen de la actual finca de Moratalla se remonta a la época de la dominación musulmana, cuya tribu yemení de los Murad construyó el castillo del mismo nombre, después Fernando III reconquistó esta zona bajo la jurisdicción del Concejo de Córdoba. En los años siguientes en estas tierras convivieron las dos comunidades, hasta la desaparición a finales del s. XIII de los mudéjares. Se sabe que en el siglo XIX se creó la “Hacienda Moratalla” y en ella la Yeguada Moratalla para la recuperación de la pureza y calidad de los caballos de raza andaluza.
Este patrimonio ha pasado por multitud de propietarios de diferente índole, lo que aumenta su riqueza intangible. Es en el siglo XX cuando se han encontrado más referencias, datos y curiosidades. Lo que visitamos en la actualidad se realizó por encargo de Alfonso XIII para los Marqueses de Viana en 1914, con diseño del arquitecto-ingeniero francés J. C. N. Forrestier, al estilo de los jardines de Versalles. Este autor también intervino en el Parque María Luisa de Sevilla para la Exposición Iberoamericana en 1929. Están documentadas hasta 13 visitas del rey y su séquito, pues lo utilizaba como lugar de retiro y descanso (monterías, jugar a polo, etc.). También se sabe que estuvo aquí el rey Alfonso XII que fue el rey que creó el título nobiliario de El Marquesado de Viana en 1875 como premio por apoyar la restauración de la monarquía en España y se lo concedió a Teobaldo Saavedra y Cueto primer marqués de Viana (1839-1898) que se casó con la Marquesa Viuda de Villaseca, propietaria de Moratalla. El siguiente marqués, José de Saavedra y Salamanca, amigo de Alfonso XIII ocuparía importantes puestos en la Real Casa y tuvo una enemistad manifiesta con la reina Victoria Eugenia.
Continuamos la visita y entramos a distintas dependencias del Palacio: el zaguán empedrado de la entrada, el patio central cubierto de rosales de pitiminí, el templete y el pequeño jardín de mirtos perfectamente recortados haciendo múltiples formas. Aquí nos detuvimos en el escudo azulejado de la familia y seguidamente pasamos a las caballerizas que servirán de hotel en un futuro, a otros jardines y a la fachada de la suite nupcial, anteriormente la casa del guarda… y por último los dos salones más llamativos y profusamente decorados: el Salón de los Espejos y el de Las Estrellas. En estos dos espacios hicimos bastantes fotos, la guía nos contó el uso que tienen en la actualidad y en el de las Estrellas hicimos fotos y vídeo de todo el grupo.
Seguidamente salimos al exterior, nos dirigimos de nuevo a la fachada principal y recorrimos el primer jardín, parándonos para seguidamente dirigirnos hasta el segundo que finaliza en una magnífica verja de hierro con decoración de motivos de caza (jabalíes) y escudo con toisones (recuerdan las visitas de los Reyes y del príncipe de Gales) sobre la cancela central. El visitante que entre por aquí tiene acceso al gran corredor de los jardines, con dos pasillos laterales encuadrando esculturas y fuentes que terminan en un amplio jardín que enmarca frontalmente al Palacio. Este es el llamado jardín francés donde los mirtos dibujan geometrías, los surtidores, los plátanos de indias, el árbol del amor que está floreciendo, los estanques con sus formas simbólicas (¿masonería?), los almeces, cipreses y el templete imitando la arquitectura jónica. Cuenta Sara que es un reclamo de eventos y gentes deseosas de pasar una estancia en ellos. Dice nuestra guía también que los jardines y las masas arboladas que rodean al palacio proporcionan temperaturas más suaves (de hasta cuatro grados menos) que las propias de esta zona cordobesa.
Cuenta la guía de nuevo, que este palacio tuvo estación de ferrocarril, pues la corte de Madrid venía hasta aquí en tren, por lo que a pesar de que la estación era privada, el uso se cedió para los habitantes de esta zona.
Una de las anécdotas que nos cuenta Sara es que en 2012 fue ocupado “pacíficamente” por el Sindicato Andaluz de Trabajadores del Campo y que el propietario no llegó a denunciar. Sobre este hecho hay documentación escrita y remite a ella para más información.
Seguidamente pasamos entre los naranjos amargos y nos despedimos, pues era la hora de cierre y a ella y a nosotros nos esperaba el vigilante para cerrar.
Cogimos el autobús de nuevo y nos dirigimos a la localidad de Hornachuelos y de aquí al Parque Natural Sierra de Hornachuelos.Este enclave, de casi 60.000 hectáreas, es muy singular en Sierra Morena; se ubica en la parte meridional de Sierra Morena Occidental, muy cerca ya de la depresión del Guadalquivir y en el extremo oriental de la provincia de Córdoba, pues posee uno de los bosques mediterráneos mejor conservados. Dicen que el alto grado de conservación no está reñido con el uso de sus recursos por parte de los habitantes del entorno y que gracias a ese equilibrio de desarrollo y conservación, a este parque se le ha incluido dentro de la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena.
Aparcamos en el espacio reservado del Centro de Visitantes Huerta del Rey y cogimos nuestras mochilas para buscar un sitio en el área recreativa o similar y dar cuenta de nuestras viandas. El grupo se distribuyó como quiso y seguidamente a la sombra (pues hacía mucho sol) comenzamos a degustar nuestra variedad de comidas y bebidas, compartiendo algunas de ellas. Como quedaba un rato hasta las 3 de la tarde, algunos pudimos descansar un rato a la sombra de los alcornoques y espinos blancos.
A la llamada de Vicente nos pusimos todos en pie y comenzamos a caminar por el sendero botánico, de 1’8 Km. de longitud. Comienza con un ascenso en zigzag y a lo largo de este corto camino pero de una gran riqueza botánica paramos muchas veces para que Vicente explicase los árboles y arbustos por los que pasábamos: alcornoques con distintas épocas de descorchado (capaz de regenerarse después de incendios), espinos blancos, acebuches, encinas, quejigos, coscojas (aquí siempre recordamos lo que son las agallas), durillos, cornicabras … y en todos ellos variedad de líquenes dando información de la pureza del aire y de la orientación geográfica. Palmitos, romeros, tomillos, jaras, garbancillos, hiniestas, lentiscos, brezales en flor, margaritas, etc. son prueba de la abundante y espesa vegetación.
Al ir subiendo, el sendero se culmina en el mirador de Huerta del Rey donde se observa, además de la carretera, el contraste entre la zona transformada por el hombre, la llamada Dehesa y las áreas en donde aún se ha respetado la vegetación natural, el llamado Bosque Mediterráneo. En la zona de la umbría los alcornoques, unidos a la presencia de líquenes y madroños, delatan la existencia de condiciones de humedad más favorables.
Una vez iniciado el descenso pasamos por la Calera de la Huerta del Rey, donde nos explicaban que la cal, hasta épocas relativamente recientes, se empleaba para pintura y como desinfectante. Bajando un poco más llegamos a un olivar abandonado, que está siendo colonizado por especies autóctonas del monte mediterráneo.
A lo largo del sendero pudimos escuchar algunos trinos que posiblemente fuesen de carboneros, herrerillos o petirrojos y en la distancia pudimos ver sobrevolar alguna rapaz.
Terminamos el recorrido en el centro de visitantes y todo el grupo se dispuso a visionar el audiovisual del parque natural, donde pudimos aprender otras informaciones relativas a este espacio.
Seguidamente vimos la tienda y algunas personas pudieron comprar distintas guías, recuerdos, etc. y todos los interesados nos trajimos un mapa y un folleto de este parque.
Alrededor de las 5 de la tarde subimos al autobús y, de regreso, paramos en Hornachuelos para comprar miel y otros productos de la zona derivados del corcho y de la apicultura.
Y ya sin más paradas regresamos a Puertollano, a donde llegamos sobre las 8’20 de la tarde, por el mismo itinerario por el que habíamos ido, pero pudimos comprobar que el tiempo estaba cambiando, las nubes amenazaban con volver a la época invernal. Fue un domingo estupendo.