Durante toda su vida ha tenido el tiempo en sus manos. Santos Aparicio forma parte de las familias relojeras de Puertollano, y sabe lo que es la precisión y la importancia que cobra la rigurosidad de cada segundo. Ahora, cuatrocientas piezas se muestran en la exposición en la planta baja del Museo Municipal como resultado del intenso trabajo de la decena de alumnos que bajo sus sabios consejos han formado parte del taller que cobija este espacio museístico.
Tras el éxito de su anterior exposición, vuelve a repetir experiencia en la que no ha podido faltar esa mesa de cualquier taller de estos artesanos del tiempo. Una «labor poética», ha subrayado la concejala de cultura, Ana Muñoz, para recuperar una profesión casi perdida y de salvar piezas que forman parte de nuestro patrimonio.
Artesanos del tiempo
Como ha reconocido el propio Aparicio, su taller ha servido de verdadera terapia de relajación para sus alumnos, que han escapado a la monotonía diaria en conocer todo el proceso de construcción de un reloj y lograr reparar piezas que son auténticas joyas de museo. Según Aparicio, han invertido un «auténtico dineral» en conseguir relojes de India, Finlandia, Inglaterra, pero el esfuerzo ha merecido la pena y en esta muestra se pueden ver piezas desde 1780 a 1950.
Amplia variedad de modelos
Relojes mecánicos de pared, de bolsillo, de pulsera, de sobremesa, de todas las formas y al gusto de cada época. Piezas que califica como verdaderos “incunables”, ya que algunas de sus piezas ya no se pueden reponer. “Compramos tantos relojes porque son piezas de equivalencia que pueden servir para reparar otros más antiguos”, ha subrayado.
La exposición es didáctica, ya que permite conocer el interior de un reloj, las piezas necesarias en el proceso de construcción, así como la maquinaria precisa para su reparación, como tijas, coronas o cristales.
Interesante y curiosa exposición.
El reloj de engranajes más antiguo del mundo, que aún hoy en día sigue funcionando, se encuentra en la Catedral de la Inmaculada Concepción de la ciudad colonial de Comayagua (Honduras). Fue fabricado por los árabes en el año 1.100.
¿Cómo llegó el reloj hasta Honduras? Esa es otra historia…
Como decía Voltaire, «“el mundo me desasosiega, y no puedo concebir que este reloj exista sin relojero”…