Cuando Fritz Lang produce “El Testamento del Dr. Mabuse” en 1933, ya es un maestro del cine reconocido por todos – público y cineastas. Todos los aspectos de la película están controlados con gran oficio: el guión, la interpretación, el montaje, el ritmo, los planos… hasta la inclusión de efectos especiales – que hace visible la realidad imaginaria o espectral de sus protagonistas –, la belleza plástica de los manuscritos (puro expresionismo pictórico) o la decoración del estudio del Profesor Baum.
Teniendo en cuenta que es su segunda película sonora(la anterior fue “El vampiro de Düsseldorf” – de 1931), el sonido no es ya un hecho anecdótico, sino que aporta unrecurso fundamental a los distintos momentos del relato, como en el hecho de que nunca se veaal Dr. Mabuse dirigirse a sus secuaces, en los sonidos fuera de plano (como los teléfonos, las advertencias del Profesor Baum a su criado, o el suicidio de uno de los sicarios) o en las escenas con estruendo de fondo (como el que permite enmascarar un asesinato por disparo de una pistola, o los que provoca tensión en el espectador – como en la escena inicial, el reconocimiento de una bomba de relojería o en la larga secuencia de los bomberos). Sin embargo, sorprende el escaso uso de la música, que aparece solamente en algunos momentos muy puntuales. Una carencia que precisamente ya se percibe desde la larga secuencia inicial, en la que no se dice palabra alguna y en la que están a punto de matar a uno de los protagonistas en varias ocasiones. Llevado este punto al extremo contrario ¿La aportación del sonido – no ya solo los diálogos – en una película como ésta podría ser completamente suplida por música?
La fuerza del relato y la fotografía, así como los largos momentos en que no hay música o diálogo (en contraposición a momentos de diálogo muy vivo), han sido las causas principales para que haya escogido esta película para repetir por tercer año la experiencia de ponerle música en directo a una proyección de película de cine mudo (con intertítulos) o sonoro/enmudecido – como en “El Testamento del Dr. Mabuse”. La selección de las películas anteriores[i] también respondían en cierto modo a los mismos criterios.
¿Cómo me las compongo? Es un reto muy complejo: al suprimir los diálogos y la banda sonora, la música debe complementar ambas ausencias sin que en ningún momento se eche de menos esa información; por el contrario, un exceso de subtítulos requeriría del público una atención a la lectura que iría en detrimento de la atención a la escucha o a la imagen, por lo que se introduce cuidadosamente un número limitado de subtítulos. Y por supuesto, tratándose de un espectáculo más parecido a una ópera que a un teatro o un musical, el público debe estar atento a la música tanto como a la escena si no quiere perder detalle.
En la música de cine, la partitura se planifica sirve para reforzar alguna información o el impacto de alguna escenapuntual. Pero en el caso de poner música a una película muda, la dificultad es mucho mayor, porquetambién afecta a los momentos en que la acción es anodina sin que la música se contagie: todo lo contrario, no debe decaer en ningún momento. Además, aquí no hay partitura, sino que la música, de principio a fin, es principalmente improvisada, a partir de ideas musicales sencillas asociadas a personajes o situaciones. Pero no se trata de temas o melodías, sino motivos, sean de tipo meramente sonoro, o una combinación mínima de notas. Algo parecido a leitmotivs, que puedan ser reconocibles por el público, pero sobre todo que puedan ser desarrolladas de manera diversa en distintos momentos de la película.
La improvisación es un arma de doble filo, porque por un lado otorga al músico una libertad de decisión y ejecución que con partitura resultaría enormemente complicado (dada la dificultad de la partitura y la duración de la película), pero por otro lado requiere un control y un entrenamiento más propio de un músico de jazz que de un músico de atril, un entrenamiento que pasa también por conocer muy bien los planos de la película para no ir a remolque de la fotografía; y a la vez, requiere un cierto trance por parte del intérprete, para que las habilidades creativas puedan surgir cuando sea oportuno. La incertidumbre de la improvisación provoca además en el espectador un mayor grado de tensión.La atención del músico debe ser máxima durante toda la proyección.
La música que hago en estas proyecciones es muy distinta de la que habitualmente sirve de fondo musical en películas de cine mudo, de corte o influencia romántica propia de la época. En mi caso, aplico nuevas técnicas de expresión musical surgidas en el siglo XX, con las que me siento más identificado, en línea con el pensamiento que reflejan T. Adorno y H. Eisler en su libro de 1940 “El cine y la música” (cuya lectura me atrevo a recomendar a los amantes de la música de cine). En “El Testamento del Dr. Mabuse”, la base está en la música expresionista alemana de la época. MA-BU-SE se vincula a un motivo de 3 notas, a distancia de ½ tono y tritono, que a su vez sintetiza otro motivo más amplio, con intervalos similares, muy cromatizados, vinculado a EL IMPERIO – DEL CRIMEN. Además, para provocar la reacción del público, me parece más adecuadoen muchos casos usar una gama amplia de sonidos, ruidos o disonancias, que las progresiones armónicas tradicionales.Para ello, empleo el piano como instrumento principal, aunque en ocasiones anteriores he usado también diversos instrumentos de percusión.Esta vez, no recurro a instrumentos de percusión como en ocasiones anteriores, aunque no renuncio a otras posibilidades de ampliación sonora del piano como instrumento de tecla.
La proyección tendrá lugar en el Auditorio del Conservatorio Profesional de Música “Marcos Redondo” de Ciudad Real, el 17 de febrero. Mientras no se llene el aforo, están todos invitados.
[i] En 2015 fue “Sed de Mal” (Orson Welles – 1958). En 2016 fue “El fantasma de la ópera” (Rupert Julian – 1925)
Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde
La Música y el Cine siempre han mantenido una estrecha relación.
Sin embargo, la Música es la más infravalorada contribución individual al Cine de hoy en día.
Esto cambiará cuando seamos capaces de considerar la Cultura como un sector económico estratégico e impulsado por la comunicación.
Allí estaremos…