El caso de la estatua desaparecida (4)

Un relato de Manuel Valero.- -Tienes cojones la estatua, sí- suspiró el alcalde

-Sobre todo el caballo de la estatua-respondió la “mano” del alcaldeLuis Housman.

-El caballo es estatua también por si mismo del animal que es. No es el caballo de la estatua. Las cosas como son.
quijote
-¿Eso es todo lo que se te ocurre?

El alcalde era una locomotora, de acá para allá, con un nube de humo que le perseguía por donde iba.

Estuvieron en silencio un buen rato, desorientados, noqueados por lo absurdo de la situación.

-¡Me dicen que el Pandorgo del año que viene va a ser una mujer y no me resulta tan embarazoso! Al fin y al cabo… Pero que desaparezca eso… así, piuffff, humo, nada, vacío…

-Pues dicen por ahí que en la lista de los pandorgos de otros años hay uno que en realidad era una mujer –dijo Housman, tan serio y grave como llegó sin perder la compostura.

-Mentiras, calumnias, la prensa esa que es del partido de éste.

El alcalde señaló con la cabeza a Nicolas Carnation.

Comieron allí mismo, en el despacho del alcalde. Estaban agobiados, perplejos pero no tanto como para perder el apetito y apretarse una buena pitanza que acabaron hasta el último resto: entrantes ibéricos, queso manchego, marisco, patés, salmón fresco y ahumado, setas selectas, rodaballo, lubina, pierna de cordero, solomillo vacuno. Todo regado con vinos selectos de cosecha reducida elaborado por bodegas diletantes, dulces, fruta, café, copa y más puros.  Todo estaba sabrosísimo llevado por una cohorte de  camareros del hotel cercano.

NIcolas Carnation se fue a la ventana a mirar el solitario pedestal, que a esa hora de la siesta sin un alma en la Plaza resultaba más desolador que por la mañana cuando la gente lo recorría y circundaba estupefacta. Parecía un trozo de mármol sobrante de alguna ruina clásica, un mojón urbano sin sentido.

-Tiene cojones la estatua- pensó Carnation sorbiendo con cuidado el café para no quemarse, sin dar con una explicación que hiciera entendible tan rarísimo suceso- Llegar, desmontar, maniobrar, cargar y salir pitando… dos o tres horas, con lo cual parece imposible que nadie haya visto u oído nada. Y sin embargo no hay señales físicas de haber sido descabalgada del sitio. No, no puede tratarse de un robo pero entonces…

-Aquí nos gustaría saber qué piensa en señor Carnation- dijo el señor Gillow

-Lo mismo que estáis pensando –dijo entrando en el tuteo definitivo de la intimidad- No es posible que se la hayan llevado sin que nadie lo viera- ¿Queda más café?

-Pero la estatua no está- dijo Helena Red.

-Esa es la única evidencia que no está. Y que tampoco se ha podido ir sola de un saltito. Hip, hip, venga caballito. Vamos a dar una vuelta, conozco una Venta de Putas que ni en la Corte…Porque no ha podido irse sola… ¿verdad Housman?

-En primer lugar, Don Quijote no era putero –precisó Luis Housman sin una mueca en la cara- y en segundo lugar, efectivamente, los caballos de bronce no suelen cabalgar y los caballeros de bronce están imposibilitados para arrear monturas de bronce.

Así pasaba la tarde hasta que llegó el jefe de la policía Timoti Argo y no precisamente con buenas noticias. En un par de folios daba cuenta de la gestión del día: nada. Se habían registrado naves, bodegas, almacenes, solares, talleres en un 25 kilómetros a la redonda, incluidas viejas construcciones en ruina, restos de fábricas obsoletas y cualquier pared que pudiera ocultar al Broncíneo Embestidor de Ventosos Molinos y a su montura. No quedó funcionario uniformado o no que no tuviera encomendado el rastreo del Apaleador de vizcaínos

Arrogándose la brillante idea de la inspección aérea y con absoluto convencimiento de ganarse el aplauso del alcalde, Timoti Argo, aprovechó la circunstancia de su parentesco  con un alto militar de la zona para conseguir un helicóptero de la base Bhela con que inspeccionar desde el cielo los arrabales finos, de chalets y casas de señorío, por si pudiera estar oculta bajo la espesura de los árboles o una lona de camuflaje, detalle éste último que le indicó su familiar castrense. Pero nada…

-Nasti de plasti.

-¡¡Vuelve a decir esa expresión y te ejecuto yo mismo, Timoti Argo!!

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